Enrique Molina : Estación Quilmes Estación Quilmes:   Enrique Molina

  Enrique Molina

19 de diciembre de 2011















La bella pasajera


Muerte
Tienes tu viejo cráneo clavado en un palo tu boca curtida como la luna y tu
        grotesco caparazón de mármol y cera
pero también tu cuerpo cálido como una bestia atrapada en el lazo de su sexo
esa elaboración de violaciones y el desgarrador reino del deseo poblado por
        ángeles vacilantes con el cerebro vacío y fosforescente entre los avisos
        callejeros
la puerta entreabierta hacia el desván de los amantes en las raíces de la selva
       virgen con la insaciable botella de las harpías al pie de la cama en la
       sombra genital bajo un cetro de moscas y llamas y el reglamento de los
       hoteles como un negro prontuario del tiempo perdido!
Arde a besos el suave plumaje de tu carne tus senos brillan en la boca del
       instante la inextinguible hembra ansiosa cantando sobre las sábanas
       desnuda
Pero también entonces la coz de tu risa con el moscón famélico en las venas
       del que quiere sobrepasar con una sola palabra con una sola caricia el
       límite reptil de tu sombra!
Pero también entonces desenrollas tu larga llama en el corazón de los deudos
       furiosos cuando patean el relicario del difunto dormido con una paciencia
       de asno en su pesebre de plomo
¡Y tanta harina demente en tus demoliciones...! Tantas islas quemadas en la
       caldera de tu lengua...!
Y no me provoques ahora con tu acordeón de aduana sombría
¡Ah! pero si ardes sobre el tablón del embarcadero donde arrojan un par de
       tortugas y toda mano recoge su fruta marina
puedes ser un suspiro de placer en el viento
un reverbero de polen el fuego irresistible que una mujer extrae del marfil
       salvaje de su risa
y no sé qué exuberante vegetación qué red de instintos y flores
como un verano de súplicas rabiosas
se vuelca cuando ocultas el foco de lepra y de éxodo que ilumina tu mundo
       bifurcado
hacia nada
hacia el sol!



Enrique Molina
Argentino (1910 – 1997)


En: Hotel Pájaro – Antología
CEAL – 1981


Nació en Buenos Aires en 1910.
Identificado con las ideas y los fines del movimiento surrealista, fundó en 1952, con Aldo Pellegrini, la revista A partir de cero.
Es uno de los más importantes poetas de Latinoamérica y obtuvo importantes galardones.
Obra editada: “Las cosas y el delirio”  (1941);  “Pasiones terrestres”  (1946);  “Costumbres errantes o la redondez de la tierra”  (1951) ; “Amantes antípodas”  (1961);  “Fuego libre”  (1962) “Las bellas furias”  (1966);  “Monzón napalm ”  (1968);  “Los últimos soles”  (1980 ) y  «El ala de la gaviota» ( 1985).  Falleció en 1997


Obra: Un domingo cualquiera (1979) de Ana Tarsia
Extraído la página de la pintora www.anatarsia.com.ar

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