Estación Quilmes: 01/01/2015 - 02/01/2015

  Marcos Silber

29 de enero de 2015





La vida es como un bien en sí.
De todos modos no sobran motivos para
la gratitud, ni para derrochar pedazos
del maltratado corazón.
Por la línea del horizonte, y
sin inquietarse demasiado, la canalla
aún se pasea saciada y altiva, bajo
una constelación de malas estrellas, y
un cielo que hace agua por todas partes.
Los peces cumplen su ciclo, se matan
a regular profundidad,
y vuelven a generarse prolijamente;
en cambio las plantas, sufren en particular
por falta de amor, o – como dicen – de
palabras que las rieguen con ternura.
En cuanto al paisaje interior, cabe reconocer
que hace bastante tiempo
no se da un día de franca luz,
de sol entero, como esperanzado; un día
con alguna historia de mínimo resplandor,
digna de recordar.



Marcos Silber
Argentino – 1934



De: "Cono de sombra y casa de pan" - Poemas 1976 - 1982
Ed. Setiembre literario – 1985


Obra: La última cena - José Fuster (Cuba)


  Javier Adúriz

25 de enero de 2015





Delirio del dios

                                                                      Ven, dulce amiga, ven…
                                                                                                                         E.E.



Perséfone divina,
rompé, vení, brotá,
señora del infierno.

Mi barba es una manta
viva
para nuestros piojos.

¿O no dijiste vuelvo
pronto, y desde anoche
no volviste, cariño?

La llama de la fe
vacila así, dietética
señora, caradura.

Desde el último sorbo
cada soplo que doy
me pesa como un  ancla,
sin contar los juanetes.

Vení, brotá, rompé,
si todo joven
(incluso del noventa)
exige tu delicia:
¡cuánto más esta ruina!

No mires, no me mires.
sabé que ya no puedo,
sabé que ya no importa:
miráme, concedéme.

Yo sé besar querida,
aún figurado y pocho,
uvita chinche mía,
cartoncito de ensueño.

Vocecita, mi cielo,
vení, rompé, brotá,
turrita de tinieblas.




Javier Adúriz
De: Canción del Samurai  -  Ed. del Dock – 2004.



Argentino (1948 – 2011)

Obra: The Family Yeti - Travis A. Louie

Imagen de autor: www.escritosenlacalle.com



  Alberto Muñoz

22 de enero de 2015




Mirar a un elefante en una lámina escolar


Miro al elefante y pienso en mis abuelos, en sus lentes recorriendo las diminutas letras de los prospectos de los medicamentos.
Necesitan esas orejas enormes y volcadas para no oír el ruido de las pastillas, de los prodigios de un mundo que dispone de una pequeña caja de cartón con vísceras y estrellas.
Esas patas atroces pasean por el polvo que luego será absorbido por la trompa para esparcirlo sobre sus cabezas, para volver a sentir la pestilencia de la tierra original.
Miro la foto de mis abuelos y pienso en los elefantes, ¿qué habrá sido de sus huesos, de sus orgasmos, de sus santos, de las rancheras que bailaban?



Alberto Muñoz 
De “El naturalista”  -  Ediciones en Danza – 2010



Argentino – 1951

Imagen extraída de: museodelaeducacion.cl
Foto extraída de: www.blogteatro.com


  Sonia Scarabelli

19 de enero de 2015



El arte de silbar


Silbo y al rato un eco se desprende
y como si llegara alto, va y se queda
flotando en el aire.
Silbar no es de mujeres pero él
nos enseñaba a todos por igual,
mis hermanos y yo: silbar, nadar, pescar.
Después crecimos y recuerdo haber sentido
la soledad de ser una mujer
como quien marcha hacia el exilio.
Sobre todo del padre,
que en el sueño de anoche
se aparece de pronto en una ruta solitaria:
diferente y el mismo como siempre,
a la luz de los faros de un coche, dice:
hija, de la vida no se huye. 
 


Tranquilidad de hablar


Hablo con la tranquilidad
de los que no tienen que ser oídos,
de esos a los que nadie tiene que escuchar.
Ahora mismo soy como el pajarito
al que no le acierta ninguna piedra,
el pez al que no lo pescan, feliz en el agua.
Las palabras me arropan este rato
que lo paso hablando con vos
y no siento nada de frío
y no me asusta ni un poquito la oscuridad.
Mirá cómo ya todo lo que decimos
se hace de la sombra,
y nadie nos escucha ni a vos ni a mí,
y hablamos muy tranquilos
como si conociéramos la lengua de los pájaros.
Mirá cómo lo que decimos la perfuma a la noche,
igual que si las palabras se abrieran como flores,
como si nuestro idioma fuera una flor rarísima,
de esas que se abren
aunque no haya luz. 



Afilada


No estoy lejos, estoy cerca,
pero me afilo
como un palito en la intemperie
y no me ven.
Desaparezco en la intemperie.
No me ve la tormenta
que se revuelca furiosa,
no me ve el rayo, no me acierta.
Soy un palito seco,
una ramita casi nada,
pero el sol me toca,
me lleva el agua flotando suave
y yo me hago lugar donde no hay lugar:
me voy con vos a ese mundo invisible,
y después volvemos en todas las cosas,
lo más tranquilos.




Sonia Scarabelli
Argentina – 1968


De: “El arte de silbar”
Ed. Bajo la luna – 2014

Nació en Rosario, es poeta y periodista. Publicó los libros de poemas “La memoria del árbol” (2000); “Celebración de lo invisible” (2003 – EMR Premio Municipal de Poesía Felipe Aldana de Rosario);  “Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras” (2008) y “El arte de silbar” (2014). 

Imagen: www.mp3hugger.com
Foto extraída de: floresdedientedeleon.blogspot.com

  Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota

15 de enero de 2015






Queso ruso


Pasó de moda el Golfo
como todo, ¿viste vos?
como tanta otra tristeza
a la que te acostumbrás.
Ahora vas comprando perlas truchas sin chistar,
"calles inteligentes" alemanas para armar
y muchos marines de los mandarines
que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo.
El bronceador "Charlotte"
te cuida de la radiación,
rematan el electro de Elvis al morir.
Fijate de qué lado de la mecha te encontrás,
con tanto humo el bello fiero fuego no se ve
y hay algo en vos que está empezando a asustarte...
cosas de hechicería desafortunada.
Quedate con el vuelto, mula de la enfermedad,
pobrete que sos tropa de la guita y chimpancé,
quedate esa petaca con saliva y nada más,
mordiéndote la lengua por poco me engañás.
Sentís la mosca joder detrás de la oreja
y chupás la fruta sin poder morderla;
y hay muchos marines de los mandarines
que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo.




Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota 
Del Disco: “La mosca y la sopa” – 1991

  Eduardo Galeano

12 de enero de 2015




El viaje de la palabra


En el año 208, Serenus Sammonicus escribió en Roma un libre, Asuntos secretos, donde revelaba sus descubrimientos en el arte de la sanación.

Este médico de dos emperadores, poeta, dueño de la mejor biblioteca de su tiempo, proponía, entre otros remedios, un infalible método para evitar la fiebre terciana y espantar la muerte: había que colgarse al pecho una palabra y protegerse con ella noche y día.

Era la palabra Abracadabra, que en hebreo antiguo quería decir, y sigue diciendo:

Envía tu fuego hasta el final.



Eduardo Galeano
Uruguay – 1940



De: Los hijos de los días - Ed. Siglo XXI – 2012

Imagen extraída de: imágenes.com


  Rosario Castellanos

9 de enero de 2015




Malinche


Desde el sillón del mando mi madre dijo: “Ha muerto”.

Y se dejó caer, como abatida,

en los brazos del otro, usurpador, padrastro
que la sostuvo no con el respeto
que el siervo da a la majestad de reina
sino con ese abajamiento mutuo
en que se humillan ambos, los amantes, los cómplices.

Desde la Plaza de los Intercambios
mi madre anunció: “Ha muerto”.

La balanza
se sostuvo un instante sin moverse
y el grano de cacao quedó quieto en el arca
y el sol permanecía en la mitad del cielo
como aguardando un signo
que fue, cuando partió como una flecha,
el ay agudo de las plañideras.

“Se deshojó la flor de muchos pétalos,
se evaporó el perfume,
se consumió la llama de la antorcha.

Una niña regresa, escarbando, al lugar
en el que la partera depositó su ombligo.

Regresa al Sitio de los que Vivieron.

Reconoce a su padre asesinado,
ay, ay, ay, con veneno, con puñal,
con trampa ante sus pies, con lazo de horca.

Se toman de la mano y caminan, caminan
perdiéndose en la niebla.”

Tal era el llanto y las lamentaciones
sobre algún cuerpo anónimo; un cadáver
que no era el mío porque yo, vendida
a mercaderes, iba como esclava,
como nadie, al destierro.

Arrojada, expulsada
del reino, del palacio y de la entraña tibia
de la que me dio a luz en tálamo legítimo
y que me aborreció porque yo era su igual
en figura y rango
y se contempló en mí y odió su imagen
y destrozó el espejo contra el suelo.

Yo avanzo hacia el destino entre cadenas
y dejo atrás lo que todavía escucho:
los fúnebres rumores con los que se me entierra.

Y la voz de mi madre con lágrimas ¡con lágrimas!
que decreta mi muerte.



Rosario Castellanos 
México (1925 – 1974)



De: Bella dama sin piedad y otros poemas
Ed. Fondo de Cultura Económica – 1984

Foto extraída de: http://rosariocastellanos.weebly.com/

Obra: La Malinche – Mural de Diego de Rivera (México)


  Guillermo Bianchi

5 de enero de 2015




NI UN PASO ATRÁS


vienen los expulsados de los diarios
los matados en vida
los dueños del dolor
los tabicados
        quieren mover los ojos
piden papel y lápiz
nombran maravillados los objetos
        tiemblan con todo el cuerpo
        brillan por todas partes
quieren decir
quieren alzar los brazos
vienen a derribar las soledades
        vienen a repetir
        cuatro palabras.



LOS TIEMPOS QUE CORREN


Andás como sobrándole a la noche
cuerpeando la vergüenza del animal domado
encadenado al mástil de tu orgullo
     pálido como un hueso
           triste como una celda.
Aburrida la noche de apedrearte la espalda
te concede el cansancio sobre un banco de plaza
donde un perro sin dueño te busca la mirada
      y parece decirte
            vamos yendo.



MADRE


madre yo me pregunto tantas veces
si ocupar la gran parte de mis días
en buscar ser feliz a cualquier precio
no es más que una remota tentativa
de olvidar el deseo
de volver a tu vientre.




Guillermo Bianchi
De "La luz de los vencidos"  (2012)   -   Enigma Editores

Nació en Buenos Aires, 1970. Poeta



Obra:  Últimos consejos  -  Roberto Braulio González (Cuba)