Estación Quilmes: 1 nov 2020

  Ocean Vuong

1 de noviembre de 2020

 

Algún día amaré a Ocean Vuong


A partir de Frank O’Hara/a partir de Roger Reeves
Ocean, no tengas miedo.
El final del camino está tan lejos
que ya está detrás de nosotros.
No te preocupes. Tu padre es solo tu padre
hasta que alguno de los dos lo olvide. Como la columna
no recordará sus alas
sin importar cuántas veces nuestras rodillas
besen el pavimento. Ocean,
me escuchas? La parte más hermosa
de tu cuerpo es dondequiera
que caiga la sombra de tu madre.
Aquí está la casa cuya infancia
se redujo a una trampa de alambres rojos.
No te preocupes. Tan solo llámala horizonte
y nunca la alcanzarás.
Aquí está hoy. Salta. Prometo que no es
un bote de rescate. Aquí está el hombre
cuyos brazos son suficientemente amplios para abarcar
tu partida. Y aquí el momento,
justo después de que las luces se apagan, cuando todavía ves
la antorcha débil entre sus piernas.
Cómo la usas una y otra vez
para encontrar tus propias manos.
Pediste una segunda oportunidad
y te asignaron una boca donde vaciarte.
No tengas miedo. Los disparos
son solo el sonido de la gente
intentando vivir un poco más. Ocean, Ocean,
levántate. La parte más hermosa de tu cuerpo
es hacia donde se dirige. Y recuerda
que la soledad también es tiempo que pasas
con el mundo. Aquí está
la pieza que los contiene a todos.
Tus amigos muertos pasan
a través de ti como el viento
atraviesa un carillón. Aquí un escritorio
con una pata coja y un ladrillo
para sostenerlo. Sí, aquí hay una pieza
tan tibia y sanguínea,
que, te juro, despertarás
y confundirás estos muros
con piel.


Rompe hogares


y así es como bailamos: vestidos
blancos de mamá hasta los pies, agosto lento

nos teñía las manos de granate. y así es como amamos:
un quinto de vodka y un otoño en el ático, tus dedos

en mi pelo—mi pelo un incendio. Cubiertos
los oídos, la rabieta paterna se tornó

un pálpito. Al tocarse nuestros labios el día se cerró
en su ataúd. En el museo del corazón

hay dos seres sin cabeza alzando un edificio en llamas.
Hubo siempre una escopeta sobre

la chimenea. Siempre otra hora que matar—para después
pedir a algún dios que la devuelva. Si no el ático, el coche.

Si no el coche, el sueño. Si no el chico, sus ropas. Si no vive,
cuelga el teléfono. Porque el año es la distancia

que recorrimos en círculos. Como decir: así es como
bailamos: a solas, el cuerpo dormido. Como decir:

así es como amamos: un filo en la lengua
volviéndose lengua.


Ocean Vuong 

Nació en una granja de arroz de Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam. Su abuela era una mujer joven que creció en el campo, mientras que su abuelo era un soldado blanco estadounidense de la Marina originario de Míchigan. Es un poeta, ensayista y novelista vietnamita-americano. Octubre 14, de 1988.