Estación Quilmes: 08/01/2014 - 09/01/2014

  Guillermo Ibáñez

28 de agosto de 2014



La puerta herméticamente abierta


Dolorosamente las paredes
sollozan
ante mi respiración oculta.

Cada lado de este cubo
huye de mis ojos
y siempre mis brazos
son cortos
para algo tan vano
como el olvido.

Cada plano se convexa
y un globo me circunda,
nuevo o viejo,
como el nuevo o viejo globo.
Las diferencias están en que
lo mío es transparente.

La mirada guarda soledades
incómodas, mudas y tristes
que socavan el cuerpo.
Estoy totalmente conmigo
con todos los testigos que
guardo sin ruido.

La habitación llora mis
lóbregas diferencias
y a mi cielo, a mi tiempo,
a mi sueño
y al silencio impotente
cargado de gritos
de un primer número
similar a la perfección
inconsciente.



Hoy


El cielo se abrió a mis ojos
y nací a este momento,
el momento con fe de sangre
y he visto derramarme.

Desde la primera letra
en posición de punto
que se hace siglo,
del invento de alegrías,
de puentes hacia el llanto,
de transformación de esquemas,
siento el mismo cansancio
en mis pies viejos.

Del reflejo introvertido
de la perfecta rutina.
Del caos de la luz
y del invierno,
del silencio, la guerra y la arruga.

Nací mi muerte con la extrañeza
del tarado y tal como antes
me estoy llamando.
El cielo se cerró en mis párpados
y recién entonces, pensando
me sentí esperado.

Ya no había negación en el silencio
ni oscuridad en la luz del día.
Tanto tiempo transcurrí, soñaba.
Pesado minuto caído de la nada y
ya vuelto.

Ayer observé detenidamente
mi terraza en el espejo del agua
y la sabía con el deseo de ahogarse.
Ayer estuve recordando;
nadie tiene azotea,
sólo algo así como una sonrisa,
dientes de brillante, ojos de vidrio
y lengua de gigante.

Manos de nene, pies de tambor,
dedos de sentencia,
Hoy amanecí temblando:
el miedo era mi llanto.



Guillermo Ibáñez
De "Árbol de la memoria" - DÉDALUS - Colección de poesía - Nº 11 - Editorial Ciudad Gótica



Nació en Rosario en 1949. Argentina.


Obra: Brassai-Burdel.-Rue-Quincampoix,-1932

  Horacio Salas

25 de agosto de 2014



Los locos


Un día, cualquier noche,
o esta misma mañana al levantarnos,
medio dormidos, casi sin darnos cuenta,
comenzamos un lento itinerario
hacia los pozos más sucios y profundos
atravesando cloacas, cementerios,
ríos empantanados de basura,
charcos viscosos que nos queman la piel;
peleamos con fantasmas y con muertos
que nos chupan la sangre de los brazos
hasta que al fin llegamos al túnel sin salida,
al laberinto donde las cucarachas suben a los ojos.
A veces, por un rato, despertamos,
volvemos hacia el día,
saludamos al tiempo, al cielo claro.
Justificamos la técnica del sueño,
la rotación del sol
y luego, horrorizados,
nos prometemos muy solemnemente
no reincidir más en nuestro viaje.
Pero nadie nos cree.
Por nuestro aspecto,
somos los deshollinadores de la noche,
al vernos pasar sucios y con galera
sonríen y se burlan
porque no entienden nada.
Aunque juremos haberlo visto a Dios en un tranvía,
escondido detrás de los buzones
o jugando agitado a la rayuela,
nuestros amigos dudan.
Nadie puede creernos.
El amor nos rechaza
o ejerce temeroso sus funciones.
Ninguna mujer -aunque nos ame-
estará segura de quien vendrá primero,
si el grito del orgasmo o de la muerte.
La piel de tanto andar a oscuras
se adormece, se estira, se aterrona.
Cuando se cansan de vernos y escuchar nuestras voces
enloquecen y vuelven a encerrarnos
para que elaboremos los infinitos plagios del suicidio.
Piensan -con razón- que hemos muerto,
que hablamos un idioma secreto
que solo dialogamos con las sombras.
Todo lo que digo entra en sospecha,
por eso, estoy seguro,
ya nadie me creerá cuando le cuente
que he perdido la última batalla hace seis años
y anoche he muerto solo en Santa Elena.




Horacio Salas
De "La corrupción" en Antología consultada de la Joven Poesía moderna.
Compañía General Fabril Editora, 1968



Nació en Buenos Aires, 1938. Perteneció al grupo literario "El grillo de papel" dirigido por Ernesto Sábato

Pintura extraída de http://www.fotolog.com/nini_06/

  Luisa Futoransky

22 de agosto de 2014




les digo
bájense del bronce, tiriten
que un resto de vendetta perenne los nombra
con dolor y mi parte angélica de nefilá que rodó
os condena desde mi abovedado tragaluz
a lentísimo purgatorio como lo que son
meros
méritos
subrayo
enanos de jardín

la vejez es un trabajo a tiempo completo
un trabajo de esclavos



*****


“Hay adolescentes que desean los abusos, incluso te provocan”,
Insistió el Bernardo Alvarez, obispo de Tenerife, un 28 de diciembre,
creedme
créanme
si lo dice la Iglesia, metro patrón del orden y sosiego
qué nos queda a nuestras agencias, escuelitas
y ministerios defensores de la viuda y del menor
hacer la vista gorda
brindemos a Moloch nuestros hijitos más desharrapados
desvíen señoras y señores el paso y la mirada
¿colonialista, hijo de puta, gran bonete, yo?

campo
cereales alumnos en silos
carreteras del purgatorio
ohio, el mundo




Luisa Futoransky
De “Ortigas”  -  Ed. leviatan – 2011

Argentina – 1939

Foto extraída de: biennaledespoetes.fr


  Atahualpa Yupanqui

19 de agosto de 2014






Preguntitas sobre dios


Un día yo pregunté:
Abuelo, dónde está Dios.
Mi abuelo se puso triste,
y nada me respondió.

Mi abuelo murió en los campos,
sin rezo ni confesión.
Y lo enterraron los indios,
flauta de caña y tambor.

Al tiempo yo pregunté:
¿Padre, qué sabes de Dios?
Mi padre se puso serio
y nada me respondió.

Mi padre murió en la mina
sin doctor ni protección.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!

Mi hermano vive en los montes
y no conoce una flor.
Sudor, malaria, serpientes,
la vida del leñador.

Y que nadie le pregunte
si sabe donde está Dios.
Por su casa no ha pasado
tan importante señor.

Yo canto por los caminos,
y cuando estoy en prisión
oigo las voces del pueblo
que canto mejor que yo.

Hay un asunto en la tierra
más importante que Dios.

Y es que nadie escupa sangre
pa que otro viva mejor.

¿Que Dios vela por los pobres?
Tal vez sí, y tal vez no.
Pero es seguro que almuerza
en la mesa del patrón.



Atahualpa Yupanqui
Argentino (1908 – 1992)

Del disco: Preguntitas sobre dios (1969)
Imagen: mundozamba.com.ar


  Ricardo Zelarayán

15 de agosto de 2014




Mancha


La mancha se descuelga,
entera,
y una oreja suelta y fresca
busca donde posarse.
La mancha sigue de largo,
voladora,
hasta que se topa con las voces muertas
que se lleva el viento.
Cuando las manchas se juntan
dicen que es la vida,
aleteando…
La tumba se arma de paciencia
hasta hacerse transparente.




Entre manoteos


Entre manoteos y pataleos
se le va  a uno la vida.
Las voces se van alejando
y la memoria se hace a un lado.
Prenderse fuerte de cada día
y aguantarse…
La vida es darse maña,
pura maña,
de mañana.



Ricardo Zelarayán
Argentino (1922 – 2010)



De: “Ahora o nunca” – Poesía reunida
Ed. Argonauta – 2009



  Roberto Malatesta

10 de agosto de 2014




Mi hija sube a la escalera


Subida  a la escalera ella proclama:
¡Estoy en la cima del mundo!
Y uno quisiera estar
junto a ella encaramado,
entonces, desde el llano, manifiesta:
¡Es cierto, es cierto, es cierto!
Y el resto se lo calla.
¿El resto qué diría, si decir se pudiera?
Saludos de mi parte al nudo de los vientos,
a la inocencia, al horno de las nubes,
al sitio en donde caen las estrellas,
a los ángeles,
y a todo lo que ves y yo no veo.
Y a todo lo que ves y yo veía.




Roberto Malatesta 
Argentino – 1961



De: "La estrella roja y otros poemas"  -  Ed. leviatán – 2014

Imagen extraída de: Wikipedia.es


  Graciela Maturo

5 de agosto de 2014



Ardo despacio


Ardo despacio y puedo
contemplar mi llama.
Mis manos de rara estirpe que entrelazan las flores
y dibujan las cifras.
Mi exacta piel, mis ojos
que recogen la luz para inventar las formas.
Ardo despacio
lumbre de amor de sangre de misterio
Este es mi valle nocturno.
La jaula de hechizos desde donde creo
que alguien sueña por mí.




Tumbas


El tiempo se detuvo entre las piedras
que custodian el sueño de los muertos
hiedras tenaces, obstinadas
entrecruzan sus ramos verdes como el amor.
Entre terrones se desmoronan
entre los cuerpos que se desmoronan
siguen su lento recorrido
las hormigas.



Graciela Maturo
Argentina – 1928

De: Antología poética - Fondo Nacional de las Artes – 2008

Nació en Santa Fe. Es poeta, escritora y ensayista.
Publicó: Un viento hecho de pájaros (1958); El Rostro (1961); El mar que en mí resuena (1965); Habita entre nosotros (1968); Canto de Eurídice (1982); El mar se llama ahora con tu nombre (1993); Orfeo canta (1995); Cantos de Orfeo y Eurídice (1996); Nacer en la palabra (1997); Memoria del trasmundo (1994) y Navegación de altura (2004).

Foto extraída de: correveidile.com.ar