Estación Quilmes: 03/01/2015 - 04/01/2015

  Raúl O. Artola

26 de marzo de 2015



      ENSAYO GENERAL  


Dos conferencistas andaban de gira por ciudades patagónicas con una modalidad novedosa.
Cuando ella se disponía a exponer sus conclusiones se apoyaba en la mesa con los codos y anunciaba que él sería su auxiliar expresivo. Luego se levantaba ligeramente la pollerita escocesa y él la penetraba more ferarum. Las conclusiones, así, alcanzaban inesperadas temperaturas para un público habitualmente frío.
Esta variante no fué confirmada por ninguna crónica de la prensa. Tal vez porque en esa época la censura gubernamental era muy estricta con los editores.


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El viejo escribe en su nikki la impresiones del día. Su amiga en Obaru se ha roto una pierna y el hijo la ayuda como puede.
El viejo quema unas hojas en el jardín agrega flores secas de cerezo y ruega para que su ofrenda llegue hasta Obaru. Las nubes parpadean cuando sube el humo perfumado. El viejo entiende que su amiga ha recibido la intención.


(a Yolanda I. Garrafa)



Raúl O. Artola
De "Registros de hora prima"   -   Ediciones La Carta de Oliver  (2014)

Fotografía: http://article.wn.com
Intervención fotográfica: Estación Quilmes

  Hamlet Lima Quintana

24 de marzo de 2015







Cielo blanco


No veo el cielo madre, sólo un pañuelo blanco
no sé si aquella noche yo en ti estaba pensando
o si un perfil de sombras me acunaba en sus brazos
pero entré en otra historia con el cielo cambiado.

No me duele la carne que se fue desgarrando
me duele haber perdido las alas de mi canto
las posibilidades de estar en el milagro
y recoger las flores que caen de tu llanto.

No quiero que me llores, mírame a tu costado
mi sangre está en la sangre de un pueblo castigado
mi voz está en las voces de los iluminados
que caminan contigo por la ronda de Mayo.

No quiero que me llores ahora que te hablo
mi corazón te crece cuando extiendes las manos
y acaricias las cosas que siempre hemos amado
la libertad y el alma de todos los hermanos.

No sé si aquella noche amanecí llorando
o si alguna paloma se me murió de espanto
la vida que ha esperado tanto
es el cielo que crece sobre tu pañuelo blanco.




Hamlet Lima Quintana
Argentino (1923 – 2002)

De: La tierra canta  - Selección de poesía popular argentina
Ed. Planeta – 1999 – Selección a cargo de Omar Cerasuolo.

Poeta, autor de más de cuatrocientas canciones, entre ellas la muy popular “Zamba para no morir”. Entre 1940 y 1960, Lima Quintana fue músico y cantor primero en la compañía de Ariel Ramírez y luego con los grupos Los musiqueros y Los mandingas.
Desde Buenos Aires, Hamlet Lima Quintana componía canciones que acompañaron al movimiento artístico y cultural denominado Nuevo Cancionero (1962), que integraban también el poeta mendocino Armando Tejada Gómez y el músico Oscar Matus. Artistas de la talla de Mercedes Sosa y Horacio Guarany interpretaron sus composiciones.
Además de su actividad artística, trabajó en las redacciones de la agencia de noticias United Press y de la sección Política del diario Clarín. También se desempeñó como cobrador, vendedor de la editorial Sudamericana y empleado del Instituto Nacional de Cinematografía.


Obra: Hamlet Lima Quintana de Manuel Oliveira (argentino – 1927)

  Giuseppe Ungaretti

19 de marzo de 2015




Los recuerdos


Los recuerdos, un infinito inútil,
Pero solos y unidos contra el mar,
Intacto entre estertores infinitos...

El mar, la voz de una grandeza libre,
Pero inocencia cruel en los recuerdos,
Veloz para borrar las dulces huellas
De un pensamiento fiel...

El mar, y sus caricias indolentes,
Tan feroces y tan, tan esperadas,
Y en su agonía,
Presente siempre, renovada siempre,
En la mente, que veía, la agonía...

Los recuerdos, el renovarse vano
De arena que se mueve
Leve sobre la arena,
Ecos breves que aún vibran,
Ecos sin voz de los adioses
A minutos que creíamos felices...


Giuseppe Ungaretti

De "El Dolor" - Alción Editora 2009
Nació el 8 de febrero de 1888 en Alejandría (Egipto). Murió en Milán el 2 de junio de 1970.

Obra: Desnudo y torso  - Juan Carlos Boveri

  Raúl Gustavo Aguirre

12 de marzo de 2015




Nosotros


Y por último, un día nos decidimos a partir.

Tenemos equipajes y algún papel en el bolsillo con
anotaciones minúsculas;
un número de teléfono al que no llamaremos jamás,
el nombre de unas píldoras para dormir o no dormir,
el relámpago muerto de algún poema.

Tenemos equipajes con ropa y máquina de afeitar y algunos de nosotros
botellas de coñac o perfume o aceite para el sol
y libros sagrados y de álgebra y de ciencia ficción,
tenemos treinta años y padecemos todos, cada uno según su necesidad,
humo y amor y redes y violencias, sed de verdad, insomnio
[y desesperación,
y hemos sacado algunas conclusiones.

(En la ciudad inmensa cada uno cavó su guarida,
acumuló sus propiedades, sus olvidos, su oposición a la muerte.
Cada uno disfrutó de derrumbes y papeles en blanco,
lloró de rabia ante las cajas fuertes del tiempo,
firmó con mil imágenes de Dios pactos después desconocidos,
creyó en todo,
abrió sus brazos, tomó vino, contó dinero, acarició, supuso
librarse bien, salvarse, haber hallado cómplices para la gran reunión
[en la sala principal de la cueva
para el acuerdo universal del que saldría limpio e inocente.
Pero no hubo al fin más que carozos y cenizas y botellas vacías.

Queda la noche, sin embargo,
la noche abierta a los pequeños ensayos de fuga ya los
[pequeños abismos,
el fondo de la noche donde tampoco habrá solución
porque igualmente se lo habrán montado, se lo habrán repartido
[sin concederle siquiera que tuvo algo que ver,
que él puso algo de su parte también;
algo de buena voluntad, de asombro, de inocencia
y no tan sólo su cara de extraño.

En la comisaría lo apalean por gritar en la calle
que el suyo es un horrible país, y en el casino
le prohíben la entrada porque ven en sus ojos
el fuego inconfundible de los videntes.

La mañana está lejos, de cualquier manera:
puede durar un poco más esta frágil tregua nocturna
antes del sol y el ruido de las máquinas y la pobreza mental.

Entra en el bar y mira aquella mesa:
ella por fin ha vuelto.
Afuera ha comenzado la lluvia,
y melancólicamente
los dos conversan de su amor de diez años atrás.

Después se encuentra solo en el filo despiadado del amanecer.

En la puerta de un sótano la música de Charlie Parker
lo atropella en su fuga hacia las estrellas afiebradas
y siente que ya sabe hasta su última mentira.


En su cabeza brilla una bella ecuación
pero a los camaradas no les sirve
para cambiar el mundo.
Los bares del olvido están cerrados para siempre,
no tiene donde estar y la lucidez se paga sabiéndolo.)

Todos perdidos en la noche y roídos por innumerables agravios,
todos equivocados y autores de desastres irreparables,
todos dementes y llagados y llenos de bichos y de confusión,
ustedes, yo, nosotros, mis amigos difíciles, cazadores de lejanos poemas
sobre la gran llanura marcada por el rayo.




Raúl Gustavo Aguirre
Argentino ( 1927 – 1983)

En: La Rosa y el poeta y otros poemas y aforismos.
Ceal – Fascículo LOS grandes POETAS Nº 42 - 1988

Foto extraída de: degollandocardenales.blogspot.com

Poeta adscrito al grupo del invencionismo, mostró una cierta influencia surrealista. Traductor celebrado de Apollinaire. Obras principales: Cuerpo del horizonte (1951), Antología de una poesía nueva (1952), La danza nupcial (1954), Alguna memoria (1960) y Señales de vida (1962). Creó y dirigió la revista "Poesía Buenos Aires", con treinta números editados entre 1950 y 1960.


  Marcos Silber

9 de marzo de 2015





Salud Pública

(para decir con ritmo de marcha)


Era hora no? lleva todo el tiempo
del tiempo la mala noticia la enfermadora;
claro, con vestidito negro.
Son las 6.15 A M, el sol amaga y sonríe
destellos festivos, de manantial!, de natalicio.
Era hora!..
En la cocina invisible del suceso -historia lo llaman-
hierven amargos dulces y dulces amargos.
No sorprende -o si- el jubiloso estallido
que todo lo barulla y contenta.
Era hora no? De sacudir tanta nochedad
y proclamar vivas a la vida; la de cuerpo entero,
del amanecer hasta el crepúsculo de cada cual.
Viva entonces el cieguito explorador de su amada sol;
vivan los albañiles levantados contra el andamio asesino;
vivan las afiebradas Bobary de mi barrio
viva el enano que lidia con el arbusto que no deja ascender;
viva el florista borracho gritador de
"gloria a las rosas aunque yo perezca".
viva la oscura que mató el espejo de la oscuridad;
viva el libertario y su arenga: "ricos del mundo,
atiendan su negocio, vayan ustedes a la guerra";
viva el llanero solitario, el justiciero;
vivan los bomberos donadores de fueguitos
para los desnudos;
viva el fantasma bueno que trabaja en los cuentitos;
viva la malquerida sublevada contra el inepto;
viva el río encantado que sopla Juanele;
vivan los amores que me aluvionaron
y los perfumes que los recobran;
viva la ordenadora de las tres horas de cada jueves;
viva la pelota que me besó el corazón
desde el fondo de la red;
viva la tempestad de los combatientes
bisnietos del colosal Espartaco abuelo;
viva Don Raúl que le surció las medias
a la calle de los desesperados;
vivan los 30.000 de regreso a casa;
vivan los proveedores de las aes a las zetas
para nutrir a los negados;
viva las pasionales camelias de la Dama;
viva el pan justo llegado a la justa hora;
vivan los buñuelos que la anciana hermana
fríe para mí.
viva la que me pierde y me gana
cuando me cantaguea "nostalgia" y "desencuentros";
viva el brebaje que riega en mis páramos
el Teuco hermanito.
Y que viva y reviva la vida -en buena hora-
con ventanas abiertas de par en par
y luces de tiempo completo;
con pescadores serenos y victoriosos,
mujeres firmes y dichosas,
y chicos corriéndole carreras a las nubes
sobre la manta dorada de la playa
jugando a que la vida para siempre siempre
sin cesar.



Marcos Silber
Argentino – 1934



(Inédito)

Pintura: Mujer con alegría  -  Analía Seghezza

Fotografía: http://tiempo.infonews.com/nota/68630/el-poeta-que-escribe-con-una-mano-de-piedad-y-otra-de-furia

  María Rosa Lojo

4 de marzo de 2015




Transparencia


Todos los atardeceres la mujer se sienta en el patio de la casa. Si alguien la acompañara vería como su cuerpo se vuelve transparente al compás de la sombra. Primero surge un mapa encendido de venas y vísceras, luego, más abajo, una población de huesos huecos por donde el viento corre como un golpe de música.
La mujer sonríe y levanta un brazo en la noche incipiente. Unos minutos más y se apagará el resplandor del hueso iluminado por canciones remotas y ocultará la piel el color de la sangre.
Cuando todo concluye,  ella guarda la silla bajo el alero y vuelve a la cocina, llevándose el secreto de la transparencia del mundo.



María Rosa Lojo
Argentina – 1954



Es Doctora en Letras recibida en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como directora de proyectos de investigación en el CONICET y dicta un seminario de doctorado en la Universidad del Salvador.
Contribuyó con notas y columnas en el suplemento literario ADN Cultura del diario La Nación, Revista Ñ del diario Clarín y la sección cultural del diario Crítica de la Argentina y de Página/12.
Es invitada como representante de Argentina a ferias y congresos internacionales, y además se desempeña como jurado en concursos literarios.

Obra poética: “Visiones” ; “Forma oculta del mundo”; “Esperan la mañana verde”

Colaboración de Élida Berelejis (poeta)

Imagen extraída de: cosicasdetrini.blogspot.com (s/d de autor)
Foto extraída de www.alfaguara.com