Estación Quilmes: 16 mar 2010

  Jaime Sabines

16 de marzo de 2010




Los amorosos


Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.



Jaime Sabines
(1926-1999)
uno de los más grandes poemas mejicanos, nació en Tuxtla-Gutiérrez, estado de Chiapas, el 25 de marzo de 1926. Era el tercer hijo del Mayor Jaime Sabines y de Dª Luz. Su padre, el Mayor Sabines, aunque nacido en el Estado de Tabasco era de ascendencia libanesa y se había criado en el Líbano. De mayor emigró a Cuba y de allí pasó a Chiapas, donde adquirió un pequeño rancho, se casó y nacieron sus hijos. Más tarde vendió sus posesiones y se trasladaron a Ciudad de Méjico donde Jaime Sabines acabó la enseñanza primaria.

Apenas iniciada la secundaria, la familia regresa de nuevo a Chiapas, en concreto a Tapachula, donde hace el primer año de secundaria, para regresar de nuevo a Tuxtla Gutiérrez, donde continúa su preparación llevando una vida normal para un niño de su época. Sabines confiesa haber tenido una infancia tranquila y feliz, en permanente contacto con la naturaleza y al amparo de una familia muy unida.

El joven Sabines, alentado por el padre y con un concepto un tanto romántico de la vida, se va a la capital a estudiar medicina, pero abandona al tercer año convencido de no servir para la profesión y decide estudiar Lengua y Literatura Españolas, licenciándose en esta disciplina en 1949. Más tarde realizaría estudios de postgrado en la Universidad Autónoma de Méjico. Durante un tiempo reside en la Ciudad de Méjico, donde construye sus dos primeros poemarios, "Horal" (1950) y "La señal" (1951), pero en 1952 regresa a Chiapas para dedicarse a una actividad comercial totalmente alejada de sus aspiraciones literarias. Su oficio de tendero no le impide, sin embargo, seguir escribiendo algo en sus ratos libres, esfuerzo que plasma en su libro "Adán y Eva" (1952).

En 1953 contrae matrimonio con su novia de toda la vida, Josefa "Chepita" Rodríguez Zebadúa con la que tendrá cuatro hijos. Es por entonces cuando retoma la pluma con devoción para escribir la que será una de sus obras fundamentales y más conocidas, "Tarumba" (1956).

En 1959 regresa a la metrópoli para regentar un negocio de alimento para animales y seguir escribiendo. Ese mismo año recibe el premio Chiapas que le otorga su estado natal en reconocimiento a su creación poética. Ya por entonces trabaja en la elaboración de dos obras que publicará poco después: "Diario semanario y poemas en prosa" (1961) y "Poemas sueltos" (1962).

En 1964 obtiene una beca del Centro Mejicano de Escritores y al año siguiente forma parte del jurado del premio Casa de las Américas. Sabines ya es por entonces, aunque no muy prolífico, un escritor de prestigio que encandila a mucha gente, sobre todo a los jóvenes. En lo sucesivo y de forma bastante espaciada publica "Yuria" (1967), "Maltiempo" (1972), "Algo sobre la muerte del Mayor Sabines" (1973) y "Nuevo recuento de poemas" (1977).

En 1972 obtiene el premio Xavier Villaurrutia y a partir de 1976 hace una incursión en la política nacional, resultando elegido diputado federal por Chiapas, escaño que volvería a alcanzar en 1988 por el Distrito Federal. En 1982 obtiene el premio Elías Sourasky y en 1983 el premio Nacional de las Letras.


En el año 1995 se publicó al inglés, en versión de W.S. Merwin, una recopilación de sus poemas bajo el título "Pieces of shadow: selected poems of Jaime Sabines".

Los últimos años de su vida fueron un calvario físico para el poeta, postrado en una silla de ruedas a causa de las múltiples operaciones sufridas en una pierna. En 1996, en Guadalajara, Sabines mantiene una dura pugna dialéctica e ideológica con algunos de sus amigos de toda la vida como Oscar Oliva, Eraclio Zepeda y Juan Bañuelos a los que acusa de ser manejados por líderes políticos que apoyaban al Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el conflicto armado de Chiapas, teniendo que sufrir a su vez, duras críticas de muchos detractores por su alineamiento con el partido gobernante PRI. Al final de su vida, es cuando toma conciencia de su papel intelectual y rompe con su anterior actividad política.

Su salud se deteriora progresivamente por la acción de un cáncer y fallece el 19 de marzo de 1999.