Estación Quilmes: 21 oct 2011

  Leopoldo Marechal

21 de octubre de 2011



El ingeniero de Robot se dijo:
“Hagamos a Robot a nuestra imagen
          y semejanza”.
Y compuso a Robot, cierta noche de hierro,
bajo el signo del hierro y en usinas más tristes
          que un parto mineral.
          Sobre sus pies de alambre de Electrónica,
ciñendo los laureles robados a una musa,
lo amamantó en sus pechos agrios de logaritmos.
Pienso en mi alma: “El hombre que construye a Robot
          necesita primero ser un Robot él mismo,
          vale decir podarse y desvestirse
          de todo su misterio primordial”
Robot es un imbécil atorado de fichas,
hijo de un padre zurdo y una madre sin rosas.




          Y aquí estoy, agradable de aforismos,
tal un árbol que empuja sus yemas reventonas.
          La casa de Robot está en el polo
          contrario del enigma,
y el que a Robot destruye vuelve a mirar el rostro
          perdido de la ciencia.
Yo fui un ser como todos los que nacen de vientre:
rosa más rosa menos, era igual mi niñez
          a todas las que gritan o han gritado
          junto a ríos cordiales.
Un día mis tutores, fieles a la Didáctica,
          me confiaron el arte de Robot.
Mis tutores murieron: eran santos idiotas.
Yo he regado sus tumbas con yoduro de sodio.




Leopoldo Marechal
Argentino (1900 – 1970)

De: El Poema de Robot
Ed. Tierra Firme – 1986


Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista. Fue maestro y profesor de enseñanza secundaria. Durante el período 1944-1955 ocupó cargos oficiales. Esta última circunstancia lo llevó al enfrentamiento político con antiguos compañeros de generación literaria y relegó su propia obra al olvido durante dos décadas. Las nuevas generaciones, en cambio, redescubren la obra de Leopoldo Marechal, precursora-sobre todo en la narrativa- de las búsquedas de la literatura latinoamericana. La estrecha relación vida-obra, el voluntario exilio espiritual, la firmeza de sus convicciones, deben sumarse a los datos concretos de su biografía. A los doce años escribe sus primeros versos sin dejar por eso de deambular por las calles prefigurando al poeta que, años después, descubrirá sus símbolos. Durante la década del 20 colabora en el periódico literario Martín Fierro y en la revista Proa. En 1926 viaja por primera vez a Europa, frecuenta en España a los redactores de La Gaceta Literaria y la Revista de Occidente, y se reúne en Francia, con los pintores y escultores del llamado "grupo de París": Butler, Basaldúa, Berni, Bigatti, Forner, Fioravanti, Spilimbergo. En 1929 realiza su segundo viaje a Europa. En 1930, en París, escribe los capítulos iniciales de Adán Buenosayres. Muere en 1970 en Buenos Aires.
Entre sus obras: “Cinco poemas australes” (1937); “Centauro” (1940); “Sonetos a Sofía y otros poemas” (1940); “Vida de Santa Rosa de Lima” (1943); “Cántico espiritual” (1944); “Adán Buenosayres” (1948); “Antología Poética” (1950); “Banquete de Severo Arcángelo” (1966); “Heptamerón” (1966); “Poema de Robot” (1966); “Tres caras de Venus” (1966) ; “Historia de la Calle Corrientes” (1967)