10 de agosto de 2015
La carga
Mi cuerpo estaba allí... nadie lo usaba.
Yo lo puse a sufrir... le metí un hombre.
Pero este equino triste de materia
si tiene hambre me relincha versos,
si sueña, me patea el horizonte;
lo pongo a discutir y suelta bosques,
sólo a mí se parece cuando besa...
No sé qué hacer con este cuerpo mío,
alguien me lo alquiló, yo no sé cuándo...
Me lo dieron desnudo, limpio, manso,
era inocente cuando me lo puse,
pero a ratos,
la razón me lo ensucia y lo adorable...
Yo quiero devolverlo como me lo entregaron;
sin embargo,
yo sé que es tiempo lo que a mí me dieron.
Manuel del Cabral
Rca. Dominicana (1907 – 1999)
En: Alta marea y otros poemas (Antología) - Ed. CEAL – 1983
Aunque su padre quiso verlo convertido en un abogado importante, su interés por la poesía lo alejó de las aulas universitarias cuando apenas iniciaba los estudios de Derecho. En su juventud trabajó como linotipista y como librero en su pueblo natal.
En 1931, a raíz de la publicación de su primer poemario Pilón, se trasladó a Santo Domingo. En 1938 viajó a New York en un barco de carga. Tres meses después de su arribo a dicha ciudad recibió la inesperada noticia de su nombramiento en un puesto menor en la embajada Dominicana en Washington. Así inició una exitosa carrera diplomática que se extendió por casi tres décadas.
Representó al país en Bogotá, Lima, Panamá, Chile y Argentina. Su poesía abarca temas políticos, amorosos, sociales y metafísicos. Es, junto a Luis Palés Matos, Aimé Cesaire y Nicolás Guillén, una de las voces más importantes de la poesía negrista latinoamericana. Su poesía política y social, especialmente su afamado poema "Compadre Mon", lo ha situado al lado de los grandes poetas de América Latina, entre ellos: Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Cesar Vallejo y Octavio Paz. Es el poeta dominicano más antologado y el que mayor difusión ha alcanzado en el extranjero.