Estación Quilmes: 12/01/2013 - 01/01/2014

  Julián Axat

31 de diciembre de 2013



El derecho a las estrellas para 2014


Hace pocos días visité un centro de encierro de adolescentes de la provincia de Buenos Aires, una de las actividades fue escribir en secreto, en un papel que les di, algún deseo para 2014. Antes de irme me los entregaron y los leí en voz alta, pero sin identificar a sus autores. La mayoría pidió un 2014 en libertad, otros, cosas más simples o sencillas, como “me gustaría sentir la lluvia en el cuerpo” o “poder mirar la noche estrellada más seguido”. Estos últimos deseos me llevaron a escribir lo que sigue.

No hay ningún artículo de ninguna constitución, convención, tratado o ley que establezca el derecho a contemplar el cielo estrellado dentro de las cárceles del planeta. Nuestra civilización viaja lentamente hacia la matriz de Guantánamo, confinamiento en jaulas bajo techo donde la diferencia entre noche y día se pierde. Donde el infierno se impone sobre el cielo.

Ni a Juan Bautista Alberdi ni a ningún constitucionalista de los nuestros se les hubiera pasado por la cabeza la idea de un derecho al cielo en los lugares de encierro. Es cierto que existiendo en la Argentina actual déficit de alimentación, higiene, salud, como altos niveles de violencia dentro de las cárceles, pensar el derecho a contemplar el cielo estrellado o a sentir la lluvia sobre el cuerpo puede sonar inocente, extravagante, romántico o hasta canallesco. Pero no, decimos que nada es incompatible en el contexto carcelario que sea, y para toda persona presa (aun en el dantesco infierno de todos los círculos y las crueldades), el derecho a contemplar la bóveda celeste es una necesidad humana de los encerrados, como lo es el deseo de absoluto y el rezo en la celda. Y ya no como parte del derecho a tener una abertura en la celda para proyectar la mirada, sino como parte del esparcimiento. En el cielo, la proyección de la libertad de quien está solo y espera, estar con alguien.

La eternidad a través de los astros es el libro que escribió en 1871 Louis-Auguste Blanqui, encerrado en una celda como consecuencia de su actuación en la Comuna de París. “Me refugio en los astros donde uno puede pasearse sin límites... y sentir que todo ser humano es eterno en cada uno de los segundos de su existencia. Esto que escribo en este momento en una celda del fuerte de Taureau, lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, sobre una mesa, con una pluma, con vestimentas, en circunstancias semejantes.” El amparo estelar de Blanqui es el derecho o la forma de comunicarse con lo absoluto que tienen todos los confinados. Blanqui es el padre del derecho a las estrellas.

La Convención Internacional de los Derechos del Niño de 1989, en el artículo 40, refiere al derecho al esparcimiento y a la dignidad que tiene la infancia encerrada por motivos penales. El derecho a la recreación en lugares abiertos choca de plano con los lugares con barrotes y muros que cada vez caracteriza más a los centros de encierro juvenil de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, hace poco conocí la experiencia de un conjunto de egresados de la Facultad de Astronomía de La Plata, seguramente ellos incentivaron a deseos de estrellas que yo luego recogí en mi visita. El proyecto se llama: “Derecho al cielo nocturno” y está a cargo de los docentes Mara Inés Fasciolo, María Cecilia Scalia, Federico García, Ignacio Gargiulo. Los talleres se dictaron en horario nocturno durante 2013. Una evaluación final sostiene: “...en general, las actividades realizadas durante estos siete encuentros consistieron tanto en observación del cielo nocturno a simple vista, utilizando también binoculares y telescopios, como en talleres áulicos con los que abordamos contenidos como el reconocimiento de los puntos cardinales, movimiento diurno, fases de la Luna y planetas, el origen de los meteoritos, etc. En todos los encuentros, llevamos cartas celestes que repartimos entre los jóvenes, las cuales fueron recibidas con mucho entusiasmo. Pudimos observar a los chicos muy entusiasmados en la tarea de hacer un reconocimiento del cielo a simple vista, que en su gran mayoría no habían podido ver desde antes de ingresar al Instituto, ya que las ventanas de las celdas no les permiten ver el cielo...”

En la obra de teatro de Albert Camus, Calígula, el emperador en decadencia lo tenía todo pero le faltaba algo, “quiero la luna” vociferaba. A los presos de nuestro país les falta todo o demasiado, pero aun así pueden “querer las estrellas”. El derecho al cielo es mucho más que el deseo de un preso, puede ser el de cualquier ciudadano de este país que no levanta la cabeza y sueña. En esa proyección, en ese olvido del desasosegado, el derecho a las estrellas como deseo para el año que viene.

* Defensor juvenil.


Julian Axat

(1976) La Plata

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Obra: Mujer, pájaro, estrellas  -  Joan Miró


  Emma Barrandéguy

29 de diciembre de 2013




El Cuerpo

¿Por qué no es posible el amor?,
me preguntas.
Somos viejos, respondo.
Y que pases tu mano
por mi pierna,
me da cierta vergüenza.
Tonterías, dice el amigo
y cediendo
me tiendo a su lado como cuando era joven
y lo ignoraba.
Pienso en todos los viejos
que desde un banco al sol
miran transcurrir las muchachas.
En mi padre y sus esquelas victorianas
a las niñas de los mandados.
Pienso en mi madre pulcra
cubriendo sus desnudos en un último gesto.
Pienso que los viejos son como todos
y apetecen sin pausa
si no han sido saciados.
El cuerpo gira ante sus ojos
con el gusto de lo prohibido,
como siempre.
Se los instala en la sabiduría
y no la tienen;
codician como jóvenes,
tienen pequeñas ternuras
como mi amigo,
tienen lascivas preferencias
que no les cuentan a los otros,
tienen derecho al amor
aun a costa del ridículo.
Y si pasan tomados de la mano
o se encierran en su mundo
con las persianas bajas,
tendríamos que mirarlos sin asombro
como a lentos vagabundos
o discretos amantes que renuevan caricias.




Emma Barrandéguy
Argentina (1914 – 2006)



De: Camino hecho, 1996 - En : Poesías completas, Ed. Del  Copista - 2009

  Graciela Cros

24 de diciembre de 2013




La poesía no es una declaración jurada
La poesía no se escribe en formularios


   La poesía está hecha de muerte.
Tiene prohibida la entrada en las casas bien puestas:
sucede que el jugo de sus cadáveres estropea las alfombras.
   La poesía está hecha de vida.
Tiene prohibida la entrada en los edificios:
sucede que el olor a sangre, sexo y sudor
altera el ánimo quebradizo de los señores consorcistas.
   La poesía está hecha de sueños.
Tiene prohibida la entrada en las oficinas:
sucede que su viento desordena los papeles,
su lluvia los deshace y su fuego los quema.
   La poesía no es un hobby de domingo y ni siquiera
sirve para eludir la intemperie.
   La poesía no es un juego de salón:
arruina las fiestas, los almuerzos de trabajo, las cenas íntimas.
Especialmente complica el día si se la lee al amanecer.
   Mi poesía -en particular-  es mejor que la de algunos hombres
pero debo mandarla a la tintorería a que le quiten
las manchas de menstruación.
Mi poesía -en particular-  tiene prohibidos los balcones
                         y también las cornisas:
sucede que siente atracción por el vacío y, sobre todo,
                         sucede que ama el riesgo.

   Mi poesía, en particular, se pudre en los floreros:
sucede que trabaja sin descanso en su propia destrucción.
                         Se niega a ser adorno.
                         Mi poesía me hace quedar mal.
                         Es agresiva. Es contradictoria.
                         Mi poesía no está sana.
Respira, cruje. Hace ruidos molestos.
Sabe hablar de la duda y sus tropiezos.
Mi poesía miente porque miente la vida.
Mi poesía sufre desilusión. Mi poesía está desesperada.
Porque está hecha de preguntas y no encuentra respuestas
                         no avanza, no progresa.
                         Está desesperada.
Ha perdido la fe. Quiere ser piedra.
¡Pobre mi poesía! ¡Tanto tiembla!
                          Dice tenerme a mí
                                                       y eso
                                                               es muy poco.




Graciela Cros
Argentina - 1945 -  De: Flor azteca.  Ed. del Dock - 1991.

Nació en Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, y vive en Bariloche desde 1971. Publicó: "Pares Partes",1985; "Flor Azteca",1991; "Decimos",1992; "La escena imperfecta", 1996; "URCA", 1999; "Cordelia en Guatemala", 2001; "Libro de Boock", 2004; “La cuna de Newton”, 2007; “Hacer la de Elvis”, 2009; “Mansilla”, 2010-.Los cuentos "Sin venganza no hay madera", (comp.), 1991; y la novela "Muere más tarde", 2004. Como antóloga preparó en 1995 "Marcas en el tránsito. Antología de poetas jóvenes de Bariloche" (Selección y prólogo).


Obra: Cena navideña  -  Juan Echenique  (Perú)
Fotografía: fcp.org.ar


  Idea Vilariño

21 de diciembre de 2013




Un verano


Hago muecas a veces
para no tener cara de tristeza
para olvidarme
amor
para ahuyentar mis duros
mis crueles pensamientos.
Cómo he de hacer
amor
para vivir aún
para sufrir aún
este verano.
Pesa mucho
me pesa como si el mar pesara
con su bloque tremendo
sobre mi espalda
me hunde
en la más negra tierra del dolor
y me deja
ahí deshecha
amor
sola ahí
tu abandono.




Idea Vilariño
Uruguay (1920 – 2009)



En: Poesía Completa  - Ed. Cal y Canto – 2010

Obra: http://limacallao.olx.com.pe

  César Cantoni

17 de diciembre de 2013



22.01.06


Bajo el sol de la siesta, los muchachos
juegan al fútbol en la rambla.
Con el torso desnudo y la frente sudorosa,
corren desordenadamente de un extremo a otro.
Corren no formulan preguntas,
no sacan conclusiones, no hacen una mística de lo arcano.
Para ellos la vida es tan simple e incuestionable
como la esfera de cuero que patean.
Si hay alguna verdad, una instancia absoluta,
es el momento en que la pelota se introduce en el arco.
Eso... Y las chicas que cruzan la rambla mientras juegan
y tiran de la cuerda de sus sueños.


(Bajo el sol de la siesta)



04.02.06


La calle nos mira a través de la ventana.
Los árboles parecen centinelas en la oscuridad.
Con el aire caliente del verano,
entra la noche y se mete en la conversación.
La luna desciende hasta el mantel.
Nunca hemos sido demasiado líricos
(no sería ético que lo fuéramos),
pero a veces el mundo nos ofrece un pacto
y sentimos que todo cabe en una metáfora.
Incluso nosotros.


(La calle nos mira)



César Cantoni
De "Diario de paso"   -  Editorial Espérides  (2008)



Nació en La Plata en 1951.

  Norma Etcheverry

13 de diciembre de 2013



nunca se sabe cuándo
acaba la tormenta
el silbido de los pinos sobre el techo
el ruido
de los truenos
sobre la faz de la tierra
el olor del olvido que la madre quema
mientras afuera el vendaval
los que se acurrucan
fuera del sueño
exilio abrupto
paraíso interrumpido por el miedo
por la noche
por la madre sola bajo la tormenta
sola en la casa
sola en la vida.




de todas las formas posibles
le he declarado mi amor
y ella simplemente viene y luego se va
y cada vez que viene yo apoyo mi cabeza
en la almohada y sueño
y cada vez que se va
me levanto a maldecirla.


(a L. K.)



Norma Etcheverry
De "Aspaldiko"  - Editorial Universitaria de La Plata

Nació en Gral. Paz, Ranchos, Bs. As. 1963
Reside en La Plata


Obra:  La gente detrás de las paredes  -  Banksy

  Francisco Castellano

11 de diciembre de 2013



Bien adentro


Ahora sé
que mi camino
es único irrepetible
como los ciclos del tiempo.
Mi Dios es mío
y sus palabras
grabadas en zafiro
esperan a ser leídas
por ojos ciegos y marchitos.
Amanece.
Cronos que devora insaciable
me deja como postre preferido.




Oda a la lengua


Hay un cuerpo
dentro de otro cuerpo
en el que me pierdo,
que esta fuera de mí
y muchas veces dentro.
Cuerpo oculto
carnes movedizas,
del hondo abismo que te precede
salen margaritas y venenos.
Ese cuerpo
es el primero y el último
que camino
que recorro
que frecuento
después de las escondidas
en junglas ensabanadas.
Mové tu cuerpo rosado mujer
abrí la boca de la ceremonia
y dame tu mejor beso.



Francisco Castellano
Nació en 1984, Wilde, Avellaneda, Provincia de Buenos Aires.

Editó en forma de plaqueta su primer poemario llamado "Los otros trenes"

Obra: Birthday  -   Marc Chagall

  Juan Manuel Roca

8 de diciembre de 2013



Poética


Tras escribir en el papel la palabra coyote
Hay que vigilar que ese vocablo carnicero
No se apodere de la página,
Que no logre esconderse
Detrás de la palabra jacarandá
A esperar a que pase la palabra liebre y destrozarla.
Para evitarlo,
Para dar voces de alerta
Al momento en que el coyote
Prepara con sigilo su emboscada,
Algunos viejos maestros
Que conocen los conjuros del lenguaje
Aconsejan trazar la palabra cerilla,
Rastrillarla en la palabra piedra
Y prender la palabra hoguera
para alejarlo.
No hay coyote ni chacal, no hay hiena ni jaguar,
No hay puma ni lobo que no huyan
Cuando el fuego conversa con el aire.



Juan Manuel Roca
Colombia – 1946


En: Poesía latinoamaricana hoy. 20 Países, 50 poetas.
Ed. Fósforo / Ed Hermosillo / Ed. Arandurá / Poesía Barataria
Argentina – México – Paraguay – 2011


Fotografía: http://www.ecocorneyana.com/la-noche-de-san-juan/hoguera/

  Edwin Madrid

4 de diciembre de 2013



Se habla español


Mi mujer,
es loca,
loquísima, no se anda por las ramas.
va directo por media vía del árbol;
y nunca se detiene a mirar el bosque
devastado que deja a su paso.
Pero también es una preciosa
que me mata de risa,
cuando se pasea por el dormitorio
hablándome en argentino:
Che, no seas pelotudo, fijate en la mina que tenés,
o en mexicano: Órale güey, que no estaré aquí para
acompañarte toda tu pinche vida.
Preciosa, linda, bella mi mujer;
sacando su personaje español:
Joder tío, joder que no te das cuenta de la moza que tenés alao.
Yo me río de su recorrido por la lengua chilena, brasileña.
Mi mujer: fuckiu condenado Edwin, te sacaste la lotería.
Y es verdad.




Postal urbana de Quito con yo en el fondo


Montañas irrumpiendo en el cielo de la noche, calles locas que suben
y bajan, campanarios, más campanarios, autos que patinan
al doblar la esquina, jóvenes que se dirigen a las discotecas
pateando latas de cerveza, parejas que se besan mientras los
semáforos cambian. Música fugándose entre las piernas de
una minifalda y los tacones obscenos de un muchacho que
da los primeros pasos en su verdadero mundo. Niñas
de fantasía perdiéndose sobre el rechinar de la motos.
Y allí voy yo, casi sin poder pararme, abrazado de una
mujer que como bandera me agita por los bares y hoteluchos.



Edwin Madrid
Ecuador – 1961

En: Poesía latinoamaricana hoy. 20 Países, 50 poetas.
Ed. Fósforo / Ed Hermosillo / Ed. Arandurá / Poesía Barataria
Argentina – México – Paraguay – 2011