Estación Quilmes: 03/01/2016 - 04/01/2016

  Gustavo Caso Rosendi

28 de marzo de 2016


  Vicente Feliú

24 de marzo de 2016






Créeme


Créeme,
cuando te diga que el amor me espanta,
que me derrumbo ante un "te quiero" dulce,
que soy feliz abriendo una trinchera.

Créeme,
cuando me vaya y te nombre en la tarde
viajando en una nube de tus horas,
cuando te incluya entre mis monumentos.

Créeme,
cuando te diga que me voy al viento
de una razón que no permite espera,
cuando te diga: no soy primavera,
si no una tabla sobre un mar violento.

Créeme,
si no me ves y no te digo nada,
si un día me pierdo y no regreso nunca.
Créeme,
que quiero ser machete en plena zafra,
bala feroz al centro del combate.

Créeme,
que mis palomas tienen de arco iris,
lo que mis manos de canciones finas.

Créeme, créeme,
porque así soy
y así no soy de nadie.




Vicente Feliú
Cuba - 1947

Intérprete: Santiago Feliú (1962 – 2014)


Comienza a componer en 1964, de manera intuitiva y necesaria, cuando cursaba la segunda enseñanza. Por aquellos años otros jóvenes en diferentes puntos de Cuba descubrían a la vez las experiencias sociales y la canción, y años más tarde, en 1972, conformarían lo que se dio a conocer como el Movimiento de la Nueva Trova.

  Konstantino Kavafis

15 de marzo de 2016




Esperando a los bárbaros


-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.





Konstantino Kavafis
Grecia (1863 – 1933)



s/d de traductor-

Obra: de Ippolito Caffi  (Italia 1809 – 1866)











  Patricio Emilio Torne

8 de marzo de 2016




LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA


La primera mujer que parí se llamó Agustina
y nació al borde del cansancio.
Hacía muchos hermanos que venían pariéndola.
En ese tráfago de hogar a los empujones
pudo cargar su corazón
para que la brutalidad no sea inútil
a la hora de ayudarnos a crecer.
Ella no salió revolucionaria intelectual
o ecónoma, apenas si aprendió
los rudimentos para ser severa
y una artista de la coquetería,
con eso bastó para desplegar el poder
de una verdadera dama sin instrucción primaria.
Aunque para los otros fue una más
de las mujeres que pasan por el mundo,
como Teseo yo le hice caso y llevé
su hilo hasta el centro del laberinto
donde maté la bestia y me hice libre.
Con ese amor a cuesta me fui por el mundo.
Cuando los días del gran dolor levanté altares
con su nombre en la carne rota
y a la hora de la felicidad no dudé
en tomarla de la cintura para bailar
incestuosamente celebrando la música.
Aun lejanos nunca la castidad
impidió que compartiéramos la dicha.
La última mujer que tuve se hizo niña en mis brazos.
Después con los días se fue volviendo pequeñita
hasta ser un recuerdo con exageradas virtudes
que cada tanto reclama eso que antes
nada nunca nadie le había obsequiado:
un ramo de flores coloridas igual
que los vestidos con los que me gustaba verla.




Patricio Emilio Torne
Argentino - 1956

Poema inédito


Nació en Helvecia, Sta Fe y desde 1985 reside en Villa Mercedes - San Luis.
Dirige los talleres literarios de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de San Luis en Villa Mercedes.
Libros editados: Orbita de Endriago (Editorial Filofalsía -1990);  helvecia y otros tópicos (Editorial “Todos Bailan” -1990); Donde Muere la Lógica  (Editorial “Último Reino” -1992); Anacrónica (Ediciones de la nada – 2000); Perros (Editorial Revistas Callejeras – 2010); Materialismo Dialéctico (Editorial deacá -2013).


Foto extraída de: bariloche2000.com


  Gabriel Francini

3 de marzo de 2016





LAS PÁLIDAS NEGRURAS



1

     Voy a crear la vibración que resucite mi ráfaga desorientada, y navegar cielos de miel: una pasión que me rompa, despierte un corazón de lluvia, regrese al cielo sus latidos.
     Rodando la luna como yo, cayendo adentro de un alud, veré infinitamente dulce la puerta que me arranque de acá y traspase los contornos sagrados de la naturaleza.
     Morderé la negación del viento que hace mi alma, para torcer hacia la luz las semillas clavadas en barro, aunque la pena me abrace como si fuera de arena galáctica, de profunda pesadilla, de inútil sueño.
     Me duele todo en tu lugar, aire de una soledad nocturna, que me hacés creer que voy a transmigrar o manar la sangre cuyo temblor se precipita sobre ninguna luna.



2

     Y el mar ácido secreto de una desnudez, oh naufragio rompiente, y los labios de tu lluvia ardiendo como una constelación, derrumban en quietud orbes que se anegan de sí mismos.
     Y atrás de un eco, callando el manantial o alba sola, el aire de otro no lugar es el único instante en que ningún tiempo hace más olas que girando sobre mí.
     Ya caen unos números disonantes donde bulle la desolación, entre soles enredados de distancia, espejos enlodados de luna.
     ¡Oh naufragio iridiscente relampagueando hacia la bruma de un más allá nevado de locura! Vivís mi vida con muerte de alga, volás al oro gimiente de un cielo en la garganta, errás la tierra mientras el polvo refleja mi mente ignorada.



3

     Quiero encandilarme de un sueño inventado con tinieblas rotas, cuando el corazón se rebela contra el viento fluyendo aire en lugar de mi sangre envenenada. Y morir como se va la primavera, dejándose volar.
     Quiero destruir yo, cortar la cadena que termina en sombra, cantar la fuente que el mar atesora. O diluir otro espíritu encajado en el unísono imperfecto de tanto abismo alrededor.
     Este deseo, alteración esencial de la sustancia, me oye gemir afuera de mí los vórtices voraces y precipitaciones de tierra, si sueño confusamente con un rostro de brillo al que le nievan mis ojos.
     Oh nieve iluminada que me droga la quietud, ansia desequilibrando mi locura, a vomitar luz celeste vas ahora sinfín sin tiempo, óxido embriagado de manchas de savia.


 


Gabriel Francini
Nació en Buenos Aires en 1982. Publicó “Canciones” (Tantalia, 2005) y “Nadir de Ardora” (Huesos de Jibia, 2014).




Obra: La noche del cazador - Daniel Torrent (Barcelona- España)