25 de enero de 2015
Delirio del dios
Ven, dulce amiga, ven…
E.E.
Perséfone divina,
rompé, vení, brotá,
señora del infierno.
Mi barba es una manta
viva
para nuestros piojos.
¿O no dijiste vuelvo
pronto, y desde anoche
no volviste, cariño?
La llama de la fe
vacila así, dietética
señora, caradura.
Desde el último sorbo
cada soplo que doy
me pesa como un ancla,
sin contar los juanetes.
Vení, brotá, rompé,
si todo joven
(incluso del noventa)
exige tu delicia:
¡cuánto más esta ruina!
No mires, no me mires.
sabé que ya no puedo,
sabé que ya no importa:
miráme, concedéme.
Yo sé besar querida,
aún figurado y pocho,
uvita chinche mía,
cartoncito de ensueño.
Vocecita, mi cielo,
vení, rompé, brotá,
turrita de tinieblas.
Javier Adúriz
De: Canción del Samurai - Ed. del Dock – 2004.
Argentino (1948 – 2011)
Obra: The Family Yeti - Travis A. Louie
Imagen de autor: www.escritosenlacalle.com
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