Estación Quilmes: 08/01/2010 - 09/01/2010

  Yanelys Encinosa Cabrera

31 de agosto de 2010




La culpa


Adán la vio primero
incitó
                insistió

a la llegada de Dios no quise culparlo
pensé que en el último momento
de ser preciso
él diría la verdad
le miré a los ojos
cuando Dios lanzó la pregunta
                                                            intuí el peligro
                                                            me sentí desnuda
el índice de Adán se levantó contra mí
Dios no es tonto
y conoce muy bien a sus hijos
pero siempre nos ha dejado elegir

nos miró con tristeza
e impartió justicia

al final
fue mejor así
él no hubiera soportado.


Yanelys Encinosa Cabrera
De “ Del diario de Eva y otras prehistorias”
Premio David de Poesía 2007

Nació en Cuba, Pinar del Río, 27 de diciembre de 1983. Licenciada en Letras en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Actualmente trabaja en el departamento de creación literaria del centro Dulce María Loynaz. Reseñas suyas han sido publicadas en revistas como La Letra del Escriba y Cuba Literaria. Mereció el Premio Cauce de Ensayo 2006 con el trabajo “La rueda de la fortuna o el infortunio del círculo”. El poemario “Del diario de Eva y otras prehistorias” fue merecedor del Premio David de Poesía 2007.

  Nos tienen miedo



Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe



Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos
porque no tenemos
porque no tenemos miedo.

Están atrás
van para atrás,
piensan atrás,
son el atrás,
están detrás de su armadura militar.

Nos ven reír,
nos ven luchar,
nos ven amar,
nos ven jugar,
nos ven detrás de su armadura militar.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.

Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
Nos tienen miedo porque no tenemos
porque no tenemos
porque no tenemos miedo.

¡NO TENEMOS MIEDO!
¡NO TENEMOS MIEDO!
¡NO TENEMOS MIEDO!
¡NO TENEMOS MIEDO!
¡NO TENEMOS MIEDO!



“Gracias a la Iglesia Católica Apostólica Romana, soy atea”
Por Mariana Carbajal


Liliana Felipe está conmovida. La poeta, pianista y cantante cordobesa que vive en México desde los años de plomo acaba de llegar a su casa después de correr con sus dos perros salchichas por las calles del barrio colonial de Coyoacán, al sur del Distrito Federal, donde vive y abre la intimidad de su hogar, un sábado por la tarde, para recibir a Página/12 y adelantar los temas de su próximo disco. Todavía en jogging, transpirada por el ejercicio, cuenta, emocionada, lo que le sucedió unos minutos atrás: “Venía entrando por un callejón, por acá y pasa un auto rojo con una señora manejando con jóvenes adentro. El auto se para. Medio me asusté. Se abren las puertas y todos empezaron a aplaudirme fuerte y un chico, de no más de 14 años, con voz bien de adolescente, me dice: ‘Nos tienen miedo porque no tenemos miedo’”, repite ella, imitando la voz desafinada del muchachito, que acababa de cantarle el estribillo de la canción que compuso con Jesusa Rodríguez, su compañera de la vida y el arte, apenas unos meses atrás y que se ha convertido en México en el himno de la resistencia civil contra el gobierno federal de Felipe Calderón, del PAN, quien llegó a la presidencia en 2006 de la mano de un escandaloso fraude electoral, que le arrebató la primera magistratura a la izquierda. “¿No te hace feliz que te reconozcan?”, le dice su esposa, la actriz y directora de teatro Jesusa Rodríguez, que está terminado de almorzar en el comedor. La tarde es gris, húmeda, cada tanto cae una llovizna liviana y el verano se despide.

El living explota de colores. Entra luz por varias ventanas. Una pared roja, sillones azules con mantas con motivos indígenas muy alegres. En ese reducto, sigue la charla. “No sabés lo que jodí con esa canción. Es de hace poquito. ¿Cuándo la grabamos, Jesu? –le pregunta. Jesusa se asoma desde el comedor y recuerda que fue el 24 de febrero, el día de la bandera en México. Lo que más la conmovió de la anécdota callejera, dice Liliana Felipe, es que haya sido justamente un adolescente el que repitiera las estrofas, porque “el movimiento de la resistencia está formado por viejitos, no jovencitos”.

  Carta Abierta a la Patria

Julio Cortázar



Carta Abierta a la Patria
en la voz: Miguel Ángel Solá



Esta tierra sobre los ojos, este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles, esta noche contínua, esta distancia. Te quiero, país, tirado abajo del mar, pez panza arriba, pobre sombra de país, lleno de vientos, de monumentos, de esperpentos, de orgullo sin objeto, sujeto de asaltos, estúpido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas, repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando de babas y estupor canchas de fútbol y ring sides. Pobres negros. Te estás quemando a fuego lento y donde el fuego, donde el que come los asados y tira los huesos, malandras, cajetillas, señores y cafishios, diputados, tilingas de apellido compuesto, gordas tejiendo a dos agujas, maestras normales, curas, escribanos, centrofowards livianos, Fangio solo, tenientes primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos, bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos, secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco, contraflor al resto.
Y qué carajo si la casita era un sueño, si lo mataron en pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva, liquidación forzosa, se remata hasta lo último. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía.
Te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña envuelto en una bandera que nos legó Belgrano, mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate con su verde consuelo, lotería de pobre.
En cada piso hay alguien que nació haciendo discurso para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos. Pobres negros que untan las ganas de ser blancos, pobres blancos que viven en un carnaval de negros. Qué quiniela, hermanito, en Boedo, en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera, en los ranchos que paran la mugre de la pampa, en las casas blanqueadas del silencio del Norte, en las chapas de zinc donde el frío se frota, en la Plaza de Mayo, donde ronda la muerte trajeada de mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga: tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas, tango, coraje, puño, viveza y elegancia. Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga, no te metás, que vachaché, dale que va, paciencia. La tierra, entre los dedos, la basura en los ojos, es estar triste, ser argentino es estar lejos, y no decir mañana porque ya basta con ser flojo ahora.
Tapándome la cara, me acuerdo de una estrella en pleno campo, me acuerdo de un amanecer de Puna, de Tilcara de tarde, de Paraná fragante, de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos quemando un horizonte de bañados.
Te quiero país, pañuelo sucio, con sus calles cubiertas de carteles peronistas, te quiero sin esperanzas y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, nada más que de lejos y amargado. Y de noche.


Julio Cortázar

  La mala reputación

Georges Brassens



En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me pudo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla doy al señor
Y he aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a correr
Salvo los cojos, es de creer.

Ya sé con mucha precisión
Como acabará la función
No les falta más que el garrote
Pa’ matarme como un coyote
A pesar de que no arme ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Que a le gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Tras de mí todos a ladrar
Salvo los mudos es de pensar.




Georges Brassens
Interpretado por: Paco Ibáñez

  Mónica Cussotti

30 de agosto de 2010




“Otra vieja, vieja palabra de esas que hay que lavar a fondo”
Julio Cortázar


A esas palabras viejas...

A esas palabra viejas,
sentenciosas
voy a lavarles la boca bien a fondo
para lograr que callen

No les daré el derecho a que me digan
cómo hacer ciertas cosas

Sin otorgar franquicias
sin abrir sucursales...

Si obtengo el monopolio de mi vida
podré ejercer al fin
mi total desgobierno.


Mónica Cussotti
Quilmes - Argentina

Escribo, por el simple motivo de estar hecha de palabras.
Carlos Patiño, me enseñó el modo y lo que pude, aprendí.
Lo demás: Magia, magia, magia…

  Germán Arens

29 de agosto de 2010




Vecinos

Ayer…
(no daré datos precisos en relación a Waimann,
dejo situado el ayer en algún lugar de mi tiempo)
ví a Waimann
esperando
a la muerte
en su puerta
de calle.

Lo sé
muerto
desde hace
cuatro meses,
predestinación
de su médico.

Ayer
ví a Waimann
esperando
a la muerte…
y hoy
Waimann
está muerto
está muerto
está muerto.

Ayer…
además de
a Waimann
esperando
a la muerte
en su puerta
de calle
ví a Alberto…
volvía satisfecho
del gimnasio…
y ayer,
además de
a Waimann
en su puerta
de calle
esperando
a la muerte,
al momento
en que Alberto
satisfecho
volvía del gimnasio...
pude vera la mujer
de Kandia
y en sus manos,
de la cooperativa obrera
cinco bolsas.

Todos ellos
(mis vecinos)
me han visto,
aunque no tienen
el deseo irrelevante
de escribirme.


Nosotros

Fuman
cuatro nosotros
en un encierro sin decírnoslos.

Detrás de Rojitas ventanas rojas
una rata de uvas blancas ratera
columpia el ni se mueven habitual
de yertos culos nuestros.

Se hace pocosa la noche
cuando hay que volver
al ni se sabe
después de salidos de donde
para martes vernos.

Devolvámonos a la palabra
que el silencio se hartazgó de ellas.



Germán Arens
Argentino
Extraído del Blog personal del autor “El cosmosurero.blogspot.com”

Poeta, músico, fotógrafo y pintor-
Publicó dos libros de poesía: "Pueblada" Ediciones en Danza(2008) y "Versos de Gabino" El Suri Porfiado"(2009). Y lleva adelante además el blog www.poetasaltuntun.blogspot.com donde difunde la obra de poetas argentinos.

  Mabel Stricker

28 de agosto de 2010



Poeta
a Marcos Silber

Danza
gira cae
y otra vez

danza
se eleva
y volutas otra vez
la palabra del poeta
compone su tango
con la eterna

gira y cae
cae y se levanta
desgrana gotas
y dice

dice de ocultas voces
tan claro
al viento
dice de humedad
lujuria
dice de tiempos nietos
dice el poeta

casca su voz
que danza contra los muros

hondo resuena
donde ninguna
dejara de oírlo

salpica el poeta su espuma
tan con otros ojos

los que se van lo llevan
abrazado

así su voz sigue
danza
gira
se eleva
sobre los adoquines

y amanece



Mabel Stricker
Argentina

Nacida en Ciudad de Bs. As. en un 7 de septiembre .
Estudió Psicología y Publicidad en los #70. Actualmente cursa la licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad de Quilmes.
Desde 1995 participo en sucesivos talleres literarios a cargo de maestros como Carlos Patiño, Alicia Grinbak, Marcos Silber, Patricia Aliberti, etc.
Obtuvo numerosos premios por su labor literaria, tanto en narrativa como en poesía y dramaturgia( Circulo Médico de Quilmes, Biblioteca Moreno de Bernal, Feria del libro de Gáiman, Municipalidad de Alte. Brown, Circulo Médico de Lomas de Zamora, etc.)
Publicó en diversas antologías en Montevideo, y Brasil (Bilingüe). Y otras de gestión propia “Siete de Mente” en Montevideo, “Caras Máscaras y Caretas”, “De pasos , escalones y fantasmas”, en poesía y “Delirios y otros Síntomas”(cuentos).
Participó en diversos encuentros de escritores en Uruguay, Gualeguaychú, Gaiman, Bernal, etc.

  Eugenia Cabral

27 de agosto de 2010




AIRE


ROSA MISTICA, Torre de David,
jugando con piedrecitas sobre baldosas
recalentadas por la siesta,
el gran frescor del jazminero es hondonada
secreta,
el barco mueve las aguas del horizonte,
pero sigue aquí, cabeza baja,
el juego transita por la cólera a causa
del barco- que no cesa de mover el
horizonte-;
no has venido a mí (más malvado que
Dios, el que siempre está mirando)



Eugenia Cabral
Córdoba 1954

Dirigió la revista IMAGINERA - desde 1991 a 1993.
Ha coordinado el Taller Literario para la Tercera Edad, con cargo docente, en la Facultad Regional Córdoba de la Universidad Tecnológica Nacional 1994. Colaboró en el suplemento literario de la voz del Interior del 1993 al 2000. Ha publicado en antologías nacionales y en publicaciones de América Latina


“El buscador de soles”, poemas, Editorial Municipal de Córdoba (1986), “Poesía
actual de Córdoba- Los años ‘80”. Selección y prólogo. Publicado con auspicio del
Fondo Nacional de las Artes. Ediciones Mediterráneas(1988), “Iras y Fuegos – Al
margen de los tiempos”. Poemas en prosa. Ediciones Último Reino. Buenos Aires,
(1996), “La almohada que no duerme”. Relatos. Ediciones Del Boulevard. Córdoba,
(1999) y “Cielos y barbaries”, Poemas. Alción Editora. Córdoba. (2004).


Obra: "In Search of Sea" Rob Gonsalves - 1959 Toronto

  Cristina Peri Rossi

26 de agosto de 2010




R.I.P.


Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado fenecido
finiquitado
occiso perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
¿porqué late todavía?


de "Inmovilidad de los barcos" 1997



La invenciòn del lenguaje


Ebrias de lenguaje
como antiguas bacantes
borrachas de palabras
que endulzan o hieren

pronunciamos las palabras amadas
-carne, voluptuosidad, éxtasis-
en lenguas diversas –joie, gioia, happiness
y evocamos el goce y la dulzura
de las antiguas madres
cuando balbucearon
por primera vez
los nombres más queridos

Las madres
que bautizaron los ríos
los árboles las plantas
las estrellas y los vientos

que dijeron ultramar
y lontananza


Las madres que inventaron nombres
para sus hijas y sus hijos

para los animales que domesticaron

y para las enfermedades de los niños

que llamaron cuchara a la cuchara
y agua al líquido de la lluvia

dolor a la punzada de la ausencia

y melancolía a la soledad


Las madres que nombraron fuego
a las llamas
y tormenta a la tempestad


Ellas abrieron sus carnes para parir
sonidos que encadenados formaron palabras
la palabra cadena
y la palabra niebla

la palabra amor
y la palabra olvido

Saben
desde el comienzo
que el lenguaje
es grito de la voz que se hace
pensamiento
pero nace, siempre,
de la emoción
y del sentimiento.




Cristina Peri Rossi
De Habitación de hotel (Plaza&Janés, 2007)

Nació en Montevideo, Uruguay el 12 de noviembre de 1941 y durante la dictadura en su país, al igual que muchos intelectuales se vio obligada a exiliarse. Vive en España desde 1972.

Estudió música y biología y se graduó en Literatura Comparada. De su obra poética destacan “Evohé” (1971), “Descripción de un naufragio” (1974), “Diáspora” (1976), “Europa después de la lluvia” (1987), “Babel bárbara” (1991), “Otra vez Eros” (1994), y “Aquella noche” (1996). Ha sido merecedora de numerosos premios, entre ellos el Loewe de poesía en 2008 por su libro “Play Station”, el Ciudad de Torrevieja en 2007, el Rafael Alberti en 2003, y muchísimos más por lo que es considerada como una de las mayores autoras uruguayas del siglo XX.

  Jorge Campero

25 de agosto de 2010




Adorado perro
Perro mío
El de las enormes preguntas
Esta noche
Uno de los dos va a llorar
Ojalá no sea yo


De "Jaguar Azul" 2002

* * *


Dama de mi catre
Carne de mi tigre
Ud. ud. y solamente ud.
Por la que me relamo
Los bigotes
No sé qué hago asoleando
el desteñido añil


De "Musa en Jeans Descolorido" 2001

* * *


Piedra fría sin respuesta
Tú eras
la que daba de beber
agua a los bueyes
o apagaba las luces
a los caracoles
o dabas de comer
guayabas a los papagayos


De “Árbol Eventual" 1984


Jorge Campero
Nació en Bolivia en el año 1947, recibió dos veces el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bredegal, por sus libros Musa en Jeans Descolorido, en 2001, y Jaguar Azul, en 2002, reeditado este año por la editorial argentina Alción.

  Ricardo Zelarayán

24 de agosto de 2010




La piedad por "Esas imbéciles moscas"
a Oscar Masotta


No es por decir,
pero el Papa,
sí, el Papa,
es una Batata.
Mejor dicho era una Batata
porque más bien era un topo,
un topo topológicamente ubicado en el ombligo del mundo.
Al ombligo del mundo le creció un hongo,
enorme y blanco,
que cuando el agua le sube al cuello
hace glu! glu!
y sonríe,
sonríe como Hawai,
como Samoa,
y como todas las islas felices perdidas en este mundo.
El Papa topo (o ex topo)
no es la vizcacha que se escapa de la topadora
o la lombriz cortada con la pala
que sigue vivita y coleando.
El Papa añora los yuyos del Vaticano,
pero ahora se va pal lao del monte
con el diario doblado en cuatro bajo el brazo,
el diario que doña Remigia
busca desesperada para prender el fuego.
"No hay fuego doña Remigia
sin diario doblado en cuatro
bajo el brazo del Papa que se fue al monte."
Doña Remigia patea la radio
con sus zapatos amarillos.
La radio no larga prenda...
"Doña Remigia yo sé
que después de pelar una naranja
no hay nada mejor que pelar un canguro
australiano y papal,
o un yacaré recién salido del agua
y bien atajado.
Rapidito que hay que hacerse tiempo
pa patear la radio!"
Qué quiere que le diga,
dice doña Remigia,
la Lucinda tiene la lumbriz,
la Rosa la hurmiga
y la radio no anda...
¿Qué le parece?
"Doña Remigia,
la vida pende de un hilo del corazón...
Usted se quedó sin fuego.
El fuego siempre tiene la última palabra...
insondable, acariciada,
pero hay que hacer cola.
La cola del pobre yacaré
pelado y colgado."
El Papa vuelve con los ojos hundidos.
El Papa vio pasar la última liebre pero no la corrió.
El Papa se mete en la cocina sin fuego,
sin el diario
y con la radio pateada en el suelo.
¿Y la Remigia?
Doña Remigia anda por ahí
con los zapatos amarillos
subida en un burro
corriendo un sapo.
El sapo se agiganta,
la vieja se asusta.
(no tanto como el burro).
El sapo ve crecer los hongos y respira...
Ha comenzado la lluvia.
La lluvia cae sobre la vieja sin fuego,
sobre el burro empacado
y sobre los zapatos amarillos que patearon la radio.
Justo por ahí,
donde está el burro empacado,
anduvo hace rato la Rosa,
la de la hurmiga...
que no hay que confundir
con la hormiga y la rosa
ni con la topadora y la vizcacha
ni con la tierra y la lluvia...
!Que llueva, que llueva...
la vieja no está en la cueva!
Y la pajarita Rosa voló
y ahora canta...
La ciudad en el crepúsculo comienza a encender sus mil ojos llovidos.
Los grandes cristales chorrean mansamente
y los autos acarician las calles mojadas.
Rosa voladora y cantora,
Rosa con la hurmiga.
La hurmiga que canta al oído
como la lluvia del cielo.
La canción me la guardo para otra ocasión.
La hora se sumerge como tiburón en las negras profundidades,
y no hay tiempo para la canción
ni para la discusión,
ni para el fuego que hubo que dejar para mañana.
Las uñas crecen como las moscas
y las moscas vuelan sobre la vida.



Ricardo Zelarayán
De: “La obsesión del espacio” (Poesía, 1973, reeditado en 1997)

Nació en Entre Ríos en 1940
Libros publicados: “La obsesión del espacio” (Poesía, 1973, reeditado en 1997); “Traveseando” (Cuentos Infantiles, 1984); “La piel de caballo” (Novela, 1986, reeditada en 1999 por Adriana Hidalgo); “Roña criolla” (Poesía, 1991); “Lata peinada y otros escritos” (Ed. Argonauta. 2008); “Ahora o nunca” (Poesía Reunida. Ed. Argonauta 2009)

  Rodolfo Fogwill

23 de agosto de 2010



En el bosque de pinos de las máquinas
a Ricardo Zelarayán (1997)


Máquinas vastas, máquinas fastuosas, máquinas enamoradas de su trivial reiteración cíclicas, lineales o iterativas: igual, indiferentes a la finalidad que les reclaman
órganos imantados por una sobrecarga de fines, medios, causas y condiciones que nadie imputaría
a la voluntad sus creadores

ni a la subordinación de los últimos que creyeron en ellas
sumisión temblorosa a ritos, voluntad sostenida a gritos, voluntad de unas máquinas tenisas por expresión mas alta del amor en un tiempo mecánicamente acariciado
en estos tiempos que pocas veces terminan de vislumbrar -en sueños- los creadores que las
sirven


Máquinas superadas, despojos solitarios que en lo obsoleto -su modo de morir- recuperan las
marcas de su nacimiento

La voluntad de sus agentes
la voluntad de los que crean dispositivos a semejanza de las imágenes de su pasión
la voluntad de quienes los operan mientras esperan un destino mejor
la voluntad de servir sirviéndose cada cual a su turno del azar ordenado y el cálculo
la voluntad de la monotonía y de las sucesiones del azar
y el cambio

El cambio
el cambio y su repetición
los reflejos

Hay máquinas pulidas que reflejan la luz deliberadamente para evocar esa iluminación que no
deben referir sus manuales
empecinadas, opacadas, fresadas, empavonadas, tibias, pavas, apabullantes
máquinas relegadas a contener la ebullición
o a detener el mundo en el instante en que incandece la materia
Máquinas mudas, que callan o que, encalladas en los baldíos que rodeaba el zanjón, parecen a
punto de gritar
fósiles demasiado recientes: metas fraguadas en metal, tempranamente desaparecidas

Máquinas irisadas, máquinas de contar y máquinas que cuentan con tu pasión, o que descuentan
el tiempo remanente de un juego
juego de los poetas, o de los chicos, o de hombres grandes que apuestan a los números, o a los
caballos numerados o a códigos binarios que representan el resultado de cotejar grupos de
once y once hombres parecidos
máquinas de once sílabas medidas
falsa arbitrariedad de la medida de las formas

Máquinas indecisas que nunca se detienen
máquinas divididas que se montan en aniversarios y catástrofes y devuelven por unos días a la
memoria el viejo tema de la verdad
catequistas, instructores de vuelo, profesores de filosofía: partes del todo remuneradas para atenuar
el miedo
colaboradores de la prensa: remunerados para testimoniar las virtudes del fraude y no se entiende bien qué tipo de goce vinculado al fraude

colaboradores de Clarín: captados por las cámaras para documentar una alegría de servir,
aggiornatti

Poetas y tantas otras máquinas multiplicadas por los efectos de su mismo operar
maquinitas sumadas a un inventario de reserva: del edificio, de la fábrica, del casco de la estancia,
de la sociedad anónima que administra el taller
prudentes máquinas sociales que restan magnitudes que no convienen al mejor curso de las cosas
máquinas de porquería de precios irrisorios y diseño imperfecto que circulan por la cadena
invisible del comercio, funcionan solo para provocar mas intercambio aún y son un
complemento, un comentario agregado al mundo que bien pudo no estar, o ser otro y que
siempre puede sustituirse por otro sin que nadie lo advierta

Máquinas irremplazables, apañadas por lo peor
cosas dispuestas para cambiar estados de la materia, que exprimen, condensan, extienden, muelen, licúan, hacen un jugo de colores, secan, succionan, llevan, acercan, traen desde lejosÖ
bien: máquinas de mover, o de permanecer y detener,
o de procesar constantemente variaciones ínfimas

Inalcanzable e incansable máquina humeante humana
solo ella, por ser ella, revela lo peor: su entidad acotada contrastando con la finalidad
incomprensible, las metas invisibles, la consigna inaudible y borrada de sus orígenes
siempre lo peor de estas máquinas fue su ser acotado y ahora lo mejor y lo mayor de su destino es
la ininteligibilidad tramposa del poema
y la de tantas otras máquinas que llevan pensar en máquinas y haciendo creer en un mundo que
vibraría ensamblado agrupan el terror a lo ausente, el temor a lo imprevisto y súbito y el
temblor ante todo lo que pueda excluir un destino común, concertado y fácil


¡Ffahhh! ¡Ella sí es un máquina! Mujer imaginada, maquina de repetir unos espejos que la
componen como materia en el espacio

Las cosmetólogas prometen simulacros de armonía cósmica a la única cosa -lo humano-
que pudo imaginarla y hasta burlara durante el ínfimo intervalo de eternidad concedido a su especie
las manicuras curan los efectos de máquinas creadas sin prever un contacto frecuente con la
piel femenina: superficie por y para el placer
las parteras procuran y cantan a su faena aún cuando, mudas, se van plegando al control de una
reproducción que la máquina médica que alienta el berretín de no morir ha vuelto
inconveniente


Los maquinistas en los trenes miden sus penes con cintas métricas de acero ultraflexible: otra
aleación de materiales, que, como ellos, nadie previó y ha terminado por parecer
indispensable, natural
mientras los paralelos rieles quedando atrás, a un mismo tiempo permanecen debajo y ceden a la
presión de las ruedas acantonadas, ellos se inclinan sobre el tablero y vuelven a medirse y
cotejan parámetros y magnitudes, rito de sumisión a las pasiones de la curiosidad y de la
utilidad del número
el maquinista ha oído antes y piensa ahora que todo ínfimo cuerpo crece con la velocidad
al cotejar la presión del vapor en las turbinas, el torque de los émbolos y la puntualidad de los
servicios de carga y pasajeros, semidesnudo, por un instante es dios, y es máquina y
obrero, y hasta puede llegar a ser un capitán o un mártir sin perder su condición de
maquinista, testigo y padre, ni olvidar las imágenes de acero que tallaron en su alma día y
noches de exposición a los reclamos de la publicidad


A veces, al librarse del guante de amianto y hebras de acero prescrito en el convenio, descubre
que durante la mitad del turno permaneció guardada ahí esa mano demasiado humana,
imperfecta y frágil en contraste con las tuberías de bronce, las bielas de acero y los bujes
de diamante de los indicadores de precisión del tablero
entonces se figura enfrentado a un enigma, una contradicción o quizá una paradoja: ya es tarde y
no viene a su mente la palabra que mejor calificaría la visión de esa mano contradiciendo el
mundo
por eso deja que el enigma y su figura queden flotando allí, indecisos, a punto de volver a
representarse o de concluir disipándose como todas las cosas mentales

El maquinista sabe que algo suyo aguarda en la curva inminente y que antes o después -da
igual- la señal de vía libre anticipando la próxima estación lo volverá a la rutinas de su
oficio: él también es uno entre tantos únicos que esperan
mira su mano, se dice "espero" y se pregunta: "si la mano es mía y el brazo mío, y este hombro,
el pecho, el torso, el otro brazo, tal como mis dos piernas y la cabeza y el lugar que todas
estas partes ocupan en mi cabina, son míos, entonces: ¿ quién seré? ¿ también yo seré
mío? Y si soy mío: ¿qué es esto que me tiene? ¿que este mí que me hace suyo..?"


"Piensa" es una manera de decir, igual que "se pregunta" : no es que él piense o se pregunte ni
que descuide su deber para ubicar mentales signos de interrogación al comienzo y al final
de sus dudas
son sus pensamientos, máquinas en libertad montadas en tantos turnos de vigilar tableros
iguales, quienes como los turnos, se siguen repitiendo al abrigo del aire tibio, sostenidas
por la paciencia templada en años de jamás pronunciarse
pocos maquinistas son capaces de tolerar que la duda, el asombro y los enigmas reiterados, se
conserven intactos, flotando en el aire viciado de la cabina y permanezcan ahí sin mas
apoyo que la confianza en un perfecto ensamble de máquinas que velan por la seguridad de
la circulación de máquinas

Recién este año aparecieron en el pueblo la nuevas máquinas de revelar: automáticamente, y sin
la intervención del personal, alcanzan los mas altos standard de calidad, precisión en el
registro de brillos y contrastes y fidelidad a todos los colores integrando complejos niveles
de ejecución

físicos
químicos
mecánicos
informáticos

como si en Japón las hubieran dotado de ese ideal griego de justos medios que cuatro esdrújulas
crecientes y enigmáticas, acaban de venir a evocar
son máquinas que no se venden y en las que ni el emprendedor mas optimista se atrevería
arriesgar su dinero
hay un representante que concede los derechos de uso a cambio de un compromiso de compra de
insumos químicos y papel de ampliación respaldado por una suma que se deposita a cuenta
de los pagos de royalties y contribuciones impuestas por el régimen de "franchising" que
encuadra el negocio

Son máquinas concebidas para funcionar sin interrupción durante años cumpliendo los standards
de calidad verificados en el acto de entrega
pero recién alcanzan sus standard de productividad y rentabilidad cuando en cierto ámbito
confluye su perfección mecánica con el auge del hábito de reflejar el mundo: un hábito de
las familias que la oferta de revelado mejor a menor precio y las campañas de publicidad
previstas en el proyecto aspiran a precipitar
son máquinas llamativas, que funcionando en las vidrieras de comercios y galerías predican
con insistencia mecánica el carácter visual del mundo y el privilegio de quienes consiguen
arrancar una imagen al arrasante tiempo

Esta no es una ciudad: la cabecera del partido es un pueblito de provincia
hoy, aquí , una de estas nuevas máquinas japonesas consiguió reveló en menos de media hora
cuarenta y seis rollos con millares de imágenes del viaje de los egresados del industrial a
un centro turístico de las sierras, dos rollos que registran obsesivamente el juego amoroso
representado frente al espejo del hotel de la ruta por una pareja que las vendedoras de la
galería identificaron como un matrimonio de odontólogos, tres rollos con ciento dieciocho
tomas de las mejoras técnicas que el nuevo arrendatario incorporó en el campo de
Urquillo y uno con treinta fotos sobrexpuestas y seis bastantes claras tomadas minutos
después del descarrilamiento en la curva de Lamadrid
esas imágenes reflejan mas la precipitación de un amateur que la desesperación de los
sobrevivientes de la tragedia
ni la verdadera magnitud de esa escena -dantesca- ni la frialdad con que sobrevivientes y testigos
saquearon y desnudaron cadáveres y heridos, serían advertidas por un extranjero que viese
las fotos sin saber la verdad, o por cualquier vecino que, volviendo de un tour a Disney
World, haya pasado la semana sin ver diarios argentinos ni noticieros de T.V.

Tal vez alguna de las grandes editoriales de Capital se decida a comprar estas tomas imperfectas
pero de indudable valor periodístico: hoy todos por aquí andan preguntándose cuánto serán
capaces de ofertar por estos negativos
cualquiera sea la suma, no paga el tiempo del veterinario Repsing, que hacia mas de un mes que
tenía esa cámara en la guantera del Land Rover porque nunca le llegaba el momento de
devolvérsela al amigo de su hija
el muchacho la había dejado en la butaca trasera a volver de un bautismo
las pocas veces que Repsing recordó la cámara, andaba por la otra punta del pueblo, lejos de la
chacrita del amigo de la hija; durante semanas, cada vez que pasaba por el lugar venía
apurado, o andaba "con la cabeza en otra cosa"

Volvió a pensar en la cámara, como si le encendiera una lámpara, recién esta mañana, cuando
tuvo la suerte de bajar a la ruta por la curva de Lamadrid cuando el rápido descarrilaba y la
locomotora parecía levantar vuelo empujada por un ruido enorme que parecía venir de mas
allá del cañadón del otro lado de la vía
sacó todas las fotos en menos de cinco minutos y cada vez mas preocupado con la idea de que la
máquina podía tenía el rollo mal puesto o que el calor de los últimos dias pudo haber
estropeado el rollo o los propios mecanismos de ese aparato que manejaba por primera vez


Ahora confirma que la cámara y el rollo estaban bien, que él hizo lo mejor que pudo, y que lo
único de lamentar era ese tipo de película ultrasensible que le recomendaron al amigo de su
hija para las fotos del bautismo
el chico habia pedido que le dieran un rollo especial porque el bautismo se hacíaen una capilla
de mala muerte donde ni el cura alcanza a leer las letras grandes del misal por la poca luz
que sale de las lamparitas, allá arriba, en la punta de esos caños de cemento chorreado de
cera que dan impresión de ser grandes cirios o velones a los que miran desde lejos


Si alguien llega a comprar esas fotos, pague lo que pague, no cubrirá el valor del recuerdo que en
el momento de tomarlas Repsing se grabó para toda la vida, ni el precio irrisorio del
revelado de las fotos
pagan la suerte y el privilegio quien, a tiempo, pudo disputarle una imagen al tiempo
esa máquina de arrasar todo que ojalá ya mismo vuelva a caer en el olvido porque de lo contrario
no podré recordar

Olvidémoslo ahora que el principal de turno del destacamento toma declaración al imputado por
la catástrofe, y vuelve a pedirle al señalero que repita sus dichos porque su máquina de
escribir, una Olivetti de los años cincuenta, tiene unas tabulaciones que traban el carro
cuando llega a la mitad de cada renglón y no apareció nadie se anime a tratar de arreglarla
desde el mediodía está tecleando dichos de los testigos que vieron al hombre a veinte o treinta
metros su puesto -la casilla del curvón- agachado, en el pasto, ocupado en lavar, o arreglar
o revisar algo de la parte inferior de una máquina de fumigar acoplada a su autito amarillo

El imputado repite que la gasificadora no es suya y que nunca la vio y que mal pudo haberla
acoplado a ese Citroen que ni fuerza tiene para repechar la barranquita de la Shell,
que medio mundo sabe que siempre para cargar nafta sube a pata a la Shell
que el encargado siemnpre tiene que prestarle un bidón para que baje a la banquina, llene el
tanque, y que si no pasa si no pasa un conocido en tractor o en auto, vuelva subir a pata
la barranca para dejar el bidón vacío en la garita del surtidor
insiste reclamando que llamen a los playeros de la Shell o al mecánico y que pregunten si falta a
la verdad
a gritos reclama que manden a buscar a los que dijeron que el Citroen estaba a treinta metros de la
casilla y que se lo repitan en la cara
que llamen a todos lo que pueden tener fumigadoras con trailer y les pregunten donde estaba
guardado esa mañana y que averigüen en todos los boliches y en el supermercado si alguna
vez lo vieron tomar o coprar botellas que no sean de aceite o pepsi cola o de cosas para el
baño
vuelve a hablar de la democracia y pide que hagan venir a técnicos de la jefatura de policía y
que le hagan pruebas a ver si en las manos encuentran huellas de grasa o de cualquier cosa
que pruebe que estuvo arreglando máquinas
que hagan traer de Buenos Aires un detector de mentiras y peritos que entiendan de ferrocarriles y
que traten de revisar los antecedentes y el prontuario de los testigos que inventaron la
historia de la fumigadora acoplada al Citröen|

Como una máquina indiferente, la mujer del poema viene del gabinete de su manicura y no
sabe ni debe saber que el silencio que descubre al llegar es el sonido del esa maquina de
arrasar todo cuya existencia ignora, y que, para ella, han traducido al girar de dos agujas
en la pulsera de oro y titanio que rodea su muñeca
actuando como supiera, en una decisión calculada cotejando horarios y planificando cada uno de
los actos que debe ejecutar después, opera el control remoto del televisor
ni mira la pantalla: solo intentaba dar noticias de su llegada y que la sala y la planta baja se
llenen con voces y efectos musicales que representan con bastante fidelidad el registro de
los micrófonos de estudio de un programa de entretenimientos de la Capital

Sin escuchar las voces y esos aplausos y griterios grabados que agregan par aque el publico
parezca mas numeroso, o mas comprometido, la mujer enumera mentalmente las rutinas
previas al baño y todo lo que debe preparar para la fiesta
no sabe que durante las próximas horas, mas de la mitad de sus cuidados se aplicarán a la
conservación de los efectos del trabajo de peluquera, manicura, y cosmetóloga y que
destinará menos de la tercera parte de su energía al las rutinas de bañarse, vestirse, terminar
de pintarse y maquillarse que componen ese plan en el que se supone totalmente
concentrada
mas tarde tendrá que derivar buena parte de esa energía al control de los arreglos de su vestido y
de la expresiones de su cara y al permanente chequeo de los efectos que de tantas
superficies sobre los invitados que después lo transmitirán al fondo la vida social del
pueblo

El hombre, sorprendido por los diálogos de la televisión, la estuvo mirando, -quizás creandola-,
y piensa que también ella es una maquina,


Se dice que sí, que ella sí es una maquina, pero una maquina fastuosa, equivalente a un
automóvil que consume la mitad del combustible solo para para magnificar el control de la
presión de aire en uno de los neumáticos traseros
piensa que eso es lo bueno de los humanos: su irregularidad, su asimetría, la desmesura de
consumir fuera de cualquier propósito de equilibrio, fuera cualquier pretensión de armonía
entre las cosas

Piensa eso, pero allí donde el que escribe elegiría las expresiones "automóvil", "neumático", y
"trasero" se representa las palabras "auto", "ruedas" , "de atrás" mientras ve imágenes que
refieren cada nombre como en el curso de una sucesión de relámpagos, flashes, fotografías
sobrexpuestas tomadas al azar por un aficionado
ve manos, ve un tren, rieles, ruedas acantonadas que chispean girando sobre los rieles, después
ve un solo riel fijado a los durmientes de quebracho con clavijas de hierro dulce, y
después el perfil de otro riel que cede y se curva levemente bajo el peso de las ruedas
y ve matas de pelo a coloreado -teñido-, un estampado búlgaro sobre una superficie de seda gris,
el brillo de la seda, la forma de un auto con un solo neumático fuera de escala
sobresaliendo del guardabarros y el vestido de seda revelando las curvas del cuerpo de la
mujer en un solo lugar: la cadera
evoca el ruido de la seda al frotarse y casi llega a componerse mentalmente, bajo la seda, la
imagen de la cadera desnuda de la mujer cuando una nueva sucesión de sirenas, en la ruta,
le recuerda el accidente y el ir y venir de camilleros, médicos y periodistas en el hospital
vecino, que mostró el noticiero del mediodía locutado desde un estudio de Capital, a mas
de cuatrocientos quilómetros del pueblo

Alguna vez, el maquinista debió haberse masturbado en su cabina representádose una cadera
semejante, bajo un ruido mucho mas intenso, pero menos perturbador
parte blanca de la mujer: maquina erigida como vacilación entre el nacimiento del muslo y la
piel tensa y delicada que cubre la cadera y revela la dureza del hueso apenas unos pocos
milímetros debajo
"tierra de nadie entre piernas y vientres", piensa, "nada impediría que me masturbe ahora
pensando en ella bajo el atronador murmullo de la seda, imaginándome a la vez el ruido de
la seda y el improbable sueño erótico de un maquinistas y el silencio espectral de mundo
que potencia el horror estas sirenas desafinadas"
pero piensa que no debe distraerse, que debe permanecer enfrentando al sentido que pocas veces le
parece tan claro, para afirmarlo y evitar que como tantas veces, se disipe hasta confundirse
con el aire de la trivialidad
imagina un conjuro: una danza pautada, cuya ejecución desplazaría su cuerpo por la casa
ubicando en cada espacio la palabra correspondiente
la música respondería no a las palabras, sino a algo que ellas aun no terminan de referir

Y escucha, se oye:

"fijando la atención en un punto
de esta tierra de nadie
de la mujer, de la provincia, o de la historia
-cadera, etapa o pueblo: cualquier detalle da lo mismo -
identifico el punto y alcanzo al mismo tiempo las palabras

"neumático"
"cadera"
"estilo", "señal"
"barrera",
"pueblo",
"maquinista" y "justo"

cada una de ellas se apropia de un tramo de mi conciencia,
y la serie que forman, todas
las presenta una a una
y una a una las devuelve a esa nada
que eran

Pero,
si contemplo ese cuerpo
desnudo, y puedo
conservar la conciencia
también desnuda de palabras
y eludo la tensión
que me exige ya, ya
identificar lo que veo
ya, yo
sigo consciente de mi ver
y solo de mi ver
de mi ver sin objeto,
de este ver tan vacío como nosotros
dos horas antes de la fiesta
donde mas, aún, mas que antes
mi conciencia también
desaparecerá

"¿Si?" " "¿Contemplo", "¿Yo? ", "¿Qué?" se pregunta, y agrega las preguntas a eso escrito
que alguna vez volverá a leer como un mecánico amateur que revisa el dispositivo que
improvisó con restos de otras máquinas dispares, y que, milagrosamente, parece a punto de
funcionar
y se piensa preguntándose: ¿Debo dejar estas imágenes suspendidas bajo la eternidad y en la nada,
en el mismo aire donde flotaron los pensamientos de maquinista, en este aire hogareño,
que como el aire imaginario de la cabina solo existe por una concesión, un pacto, una
exigencia narrativa?
¿O debo permitir que vuelva mi voluntad bajo la forma del deseo que provoca esta imagen y,
sin ceder a una satisfacción que lo disolvería, fundirme a él como una duda que nio debe
disiparse en el tiempo?
¿Actuar para satisfacer este deseo no equivaldría a alcanzar por mera precipitación las palabras
que refiere una imagen que, por nombrada, desaparece?
¿Podrá el poema ser la figura de un relato?
O: ¿Podrá otro hacer las veces de una máquina, como un deseo ajeno y lector, y reflejar solamente el resultado de su máquina invisible de regular, el peso de la convención, lo invariable?



Rodolfo Fogwill

Licenciado en sociología de la UBA donde se desempeñó como profesor titular. Ha escrito poemas, cuentos, novelas, ensayos sobre temas relacionados con la comunicación, literatura y política.. En 1980 su cuento Muchacha Punk obtuvo un importante premio patrocinado por la empresa Coca Cola, que le permitió dedicarse a escribir.
Algunos de sus textos integran diversas antologías publicadas en Estados Unidos, Cuba, México y España.
Su obra: “El efecto de realidad”, 1979 (poesía); “Las horas de citas”, 1980 (poesía); “Mis muertos punk”, 1980 (cuentos);“Música japonesa”, 1982 (cuentos);“Los Pichiciegos”, 1983 (novela); “Ejércitos imaginarios”, 1983 (cuentos); “Pájaros de la cabeza”, 1985 (cuentos); “Partes del todo”, 1990 (poesía); “La buena nueva”, 1990 (novela); “Una pálida historia de amor”, 1991 (novela); “Muchacha punk”, 1992 (cuentos); “Restos diurnos”, 1993 (cuentos); “Cantos de marineros en las pampas”, 1998; “Vivir Afuera”, 1998 (novela); “La experiencia sensible”, 2001 (novela); “Lo dado”, 2001 (poesía); “En otro orden de cosas”, 2002 (novela); “Urbana”, 2003(novela); 1; “Runa”, 2003 (novela); “Canción de paz”, 2003 (poesía); “Últimos movimientos”, 2004 (poesía).

  Delia Pasini

22 de agosto de 2010




Septiembre


Nada es para siempre, dice, mirando las
grietas de la casa. Porque ella la había
pensado indestructible, como si sólo los
seres murieran con el tiempo.
La humedad cala las hechuras y esas manos,
ah, esas manos siempre taciturnas también
palpan los fragmentos desprendidos.

Comprende. Por desgracia sabe ver.
Algunos la pensarán suspicaz y otros malsana.
Si la grandeza se refleja en la mirada
los ojos verdes de la gata chispean de amor e
inteligencia. Brasa fría en la noche, arrebujada.

Trae el viento un aliento dulzón, incipiente y
tímido a flores preanunciadas. No la calma bochornosa
del verano sino el bramido de la tierra en eclosión.
Aunque los tiempos deterioran el clima y las costumbres
todavía es posible sembrar y retoñarse.

Esos árboles jóvenes, otros los verán elevarse
hacia la luz. Si quedaran las voces, si quedara
la música, si quedaran las telas encendidas,
resumirían en un haz el milagro del génesis.

Por siempre renovado, en tanto alguien enseñe
a un niño a descifrar su nombre y el camino



Delia Pasini
Nació en Buenos Aires. Publicó: “Un decir se repite entre mujeres” (Calidón, 1979); “Los peces de ceniza” (Sudamericana, 1984); “Adiós en el original” (Xul, 1985); “Títere sin cabeza” (Último Reino, 1991) y “De artes y oficios” (El Jabalí, 1997). Es traductora de literatura inglesa, su versión del Teatro completo de Oscar Wilde (Losada, 2002), mereció el premio Teatro del Mundo 2002-2003, otorgado por la UBA. En 2005 su libro De artes y oficios recibió Mención Especial del Jurado del Premio Nacional de Poesía correspondiente al período 1996-1998.


Fotografía tomada del sitio web: de Carlos Martian

  Niní Bernardello

21 de agosto de 2010




Aspiró este aire cobrizo de orín
y lluvia. Volvió al lugar de la tristeza.
Porque si hurgó en sus bolsillos
y encontró una nota de Vallejo
el de Santiago de Chuco
marcado en rojo al costado.
Estaba escrito así:
Hay ganas de no haber tenido corazón.


de “Puente Aéreo”



Caída de la luz, mancha negra
del disgusto, el año sangra
transmite el tránsito de la soledad
y el remate afónico de la crecida
de un río similar a la destreza
de vivir chapoteando a la deriva
de la luz, ahí cerca, acá
donde se hundieron los sueños.




Niní Bernardello

Pintora y poeta, nació en Cosquín, provincia de Córdoba en 1940. Reside en Río Grande desde 1981. Publicó: “Espejos de papel” (Ed. Sirirí, 1980)); “Malfario” (Ed. Último Reino, 1986); “Copia y transformaciones” (Ed. de Tierra Firme, 1990); “Puente aéreo” (Libros de Tierra Firme, 2001); “Salmos y azahares” (Ed. Argos, 2005). La Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco editó su trabajo antológico: Cantando en la casa del viento. Poetas de Tierra del fuego, en el 2001. Integra el libro “200 años de poesía Argentina”- Ed. Alfaguara.


Obra: Retrato en Río Grande - Niní Bernardello

  Olga Orozco

20 de agosto de 2010




XIII


Se descolgó el silencio,
sus atroces membranas desplegadas como las de un
            murciélago anterior al diluvio,
su canto como el cuervo de la negación.
Tu boca ya no acierta su alimento.
Se te desencajaron las mandíbulas
igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar
            la almendra del destino.
Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.
Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de
            rostros.
Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces
            modelos de este mundo.
Son apenas dos pozos de opalina hasta el fin donde se
            ahoga el tiempo.
Tu cuerpo es una rígida armadura sin nadie,
sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja en
            lágrimas.
Tus uñas desasidas de la inasible salvación
recogen desagarradoramente el reverso impensable,
el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.
Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa
            la estera de los días.
Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se
            arranca
y después ya no estabas.
Te desertó la tarde;
te arrojó como escoria a la otra orilla,
debajo de una mesa innominada, muda, extrañamente
            impenetrable,
allí, junto a los desamparados desperdicios,
los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el
            poniente,
que oscila, que se cae,
que se convierte en nube.




Olga Orozco
Argentina (1920 -1999)

De “Cantos a Berenice (1977)
En Obra Poética – Ed. Corregidor- 2007

  Francisco Madariaga

19 de agosto de 2010




Rasgada de topacio

A Olga Orozco, 1991


Le dije que se pusiera su sombrero
y dejara deslizar una arboleda de sol
      por la orilla del mar.
Había tanta sonrisa en su boca sonora
y a veces frecuentaban sus labios los
      bares del coral.
Su memoria barría los barrotes de todas
      las prisiones.
Era la hija del sombrerero de dios que pasaba
      en un celeste y rojo carruaje,
ardiendo de amor al regreso de los reales
      horizontes,
y en el olor a su carrera de ayudante
      salida del polvo de las hadas,
su tránsito real ardía ahogado por la
      sangre de pleamar.
Ayudante rasgada de topacio en el
      corazón de la inmortalidad.



Francisco Madariaga
Argentino (1927- 2000)

De “País Garza Real” - 1997
Nació el 9 de septiembre de 1927. Algunos de sus poemas han sido publicados en antologías del exterior, traducidos al alemán, sueco, inglés, portugués e italiano. Colaboró desde joven en revistas de su país y del exterior (como Clarín y La Nación, de Buenos Aires, y diarios del interior), en revistas del exterior (como Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, Eco, Bogotá, Zona Franca, Caracas, Periódico de Poesía de la Universidad Nacional Autónoma de México), en los diarios El Universal y El Nacional de Caracas, El Espectador de Bogotá, Presencia de Bolivia, etc.). Libros publicados: “El Pequeño Patíbulo” (Ed. Letra y Línea – 1954); “Las jaulas del sol” (Ed. A partir de Cero- 1959/60); 1963 “El delito natal” (Ed. Sudamericana- 1963); “Los terrores de la suerte” (Ed. Biblioteca, Rosario - 1967); “El asaltante veraniego” (ED. del Mediodía - 1968); “Tembladerales de oro” (Ed. Interlínea, 1973). Reeditado con introducción de Víctor Redondo por El Buho Ediciones, Rosario, 1985; “Aguatrino” (Ed. Edición del Poeta - 1976); “Llegada de un jaguar a la tranquera” ( Ed. Botella al Mar- 1980); “Poemas” (Autoselección, publicada por Ed. Fundarte- Caracas – Venezuela – 1983); “La balsa mariposa” (Primera Obra Reunida, editada por la Municipalidad de la ciudad de Corrientes - 1982); “Una acuarela móvil” (Ed. El imaginero, Buenos Aires - 1985); “Resplandor de mis bárbaras” (Ed. Tierra Firme -1985); “El tren casi fluvial” (Obra Reunida, editada por el Fondo de Cultura Económica de México en Buenos Aires - 1988); “País Garza Real2 (Ed. Argonauta – 1997); “Aroma de apariciones” (Ed. Último Reino - 1998).

  Leopoldo Castilla

18 de agosto de 2010



Mimetismo

A Francisco Madariaga


Un pájaro ocupado por una rama
una hoja por un pez
un león por un prado
¿quién ha entrado en quién?

La imagen nos salva
entre la cara y el semblante
se defrauda un ídolo
lo sabe
el ojo del hipopótamo
que ya ha visto a Dios
demasiadas veces.
No hay semejanza
lo sabe
el gato de la astucia
el alacrán de la cólera
la rata de tu fuga

eres
una polifonía lacrada
por una sola bestia.

Te arrancaste tu don

no escucharás tu nombre
pronunciado por ellos.





Leopoldo “Teuco” Castilla
Nació en Salta, Argentina en 1947. En el año 1976 fue perseguido por la Dictadura Militar, y debió exiliarse en España.
Ha publicado los siguientes libros de poemas: “El espejo de fuego” (Salta, edición del autor, 1968); “La lámpara en la lluvia” (Salta, edición del autor, 1971); “Generación terrestre” (Salta, edición de la Dirección de Cultura, 1974); “Versión de la materia” (Madrid, Editorial Estaciones, 1982); “Campo de prueba” (Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1985); “Teorema Natural” (Madrid, Editorial Hiperión, 1991); “Baniano” (Madrid, Editorial Verbum, 1995), “Nunca” (Ultimo Reino, 2001), “Libro de Egipto” (Ultimo Reino, 2002); “Línea de Fuga” (Buenos Aires, Ediciones del Mono Armado, 2004), “Bambú “(Ed. del Mono Armado, 2004) y “El Amanecido” (Ed. del Mono Armado, 2005). Reediciones: El Amanecido ( Caracas, Venezuela, El Perro y la Rana, 2007) y Teorema Natural (Colección poesía, Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela, 2008)
En el año 2001 fue publicada una Antología del autor por el Fondo Nacional de las Artes de Argentina y en el año 2008 fue publicada una Antología Poética en Caracas, Venezuela, Monte Ávila Ediciones.
Recibió premios nacionales e internacionales. Poesía suya fue traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso. Sobre su cuento La redada se filmó el largometraje homónimo dirigido por Rolando Pardo.
Por su libro Nunca recibió el Primer Premio de Poesía Año 2000 del Fondo Nacional de las Artes.
Recibió el Premio Municipal de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires 1998-1999.

  Marta Goddio

17 de agosto de 2010




Sucesos Mínimos
(Fragmentos)

III

Una legión de libélulas invade los parques
Presagio de tormentas.
Una rana gime por un auxilio inútil
presa de las fauces de una culebra
que la arrastra impiadosa
a la oscuridad del túnel de la alcantarilla.
Mientras tanto,
un hombre acomoda sus harapos
una estrella fugaz cae en una almohada
de sueños mendigos de ternuras
Se quema un nombre y deja en la frente
sus cenizas.
Mientras tanto,
un helecho resurge reliquia entre los escombros
un colibrí tornasola el aire en estela esmeralda
Y desde los balcones grises de los enigmas
los dioses olvidados barajan y reparten
los naipes signados de nuestro destino.



VI

Urgencias


Urge atender el testimonio
de este cielo de infancias en flor
bajando en río caudaloso de miserias
inundando las calles y las plazas
socavando los murallones de esta ciudad ciega

Urge posar la mirada
en los desordenados ramilletes silvestres
creciendo guachos de abrazos
avanzando en oleajes de ojos que nos buscan
sin encontrarnos
hartos ya de promesas y de esperas

Urge ser gota de estas aguas
ser creciente en este cauce y en esta causa
de cascada blanca de risas sin dientes
de marionetas desnutridas
de infancias heridas.



Marta Goddio
(1962, Llambi Cambell, Santa Fe.)
Poeta, escritora, educadora por el arte y conductora de un programa en la emisora local.

  Dana Gelinas

16 de agosto de 2010





ES EL INFIERNO,
le dije,
sí, esto es el infierno.
Que Dios le conceda
una semana como obrero de los Hornos.

No, señora,
usted que escribe
no haga bromas con Dios.

La fundición es un trabajo honrado.
No huele bien,
se irritan los ojos,
y, si se descuida uno,
puede morir ese día.

Perdón, le pedí perdón
porque me pareció lo único decente.

Sin ira en el pecho,
dijo de nueva cuenta:

Es un trabajo honrado.

Y en ese momento jaló una cadena con fragor suficiente
para volcar dos toneladas de magma de acero.



Dana Gelinas
(Coahuila, México, 1962). Actualmente reside en la Ciudad de México. Ha publicado: Bajo un cielo de cal (Fondo Editorial Tierra Adentro, 1991), Poliéster (VIII Premio Nacional de Poesía Tijuana, 2004), Altos Hornos (Editorial Praxis, 2006) y Boxers (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Joaquín Mortiz, 2006).

  Elsa Borneman

15 de agosto de 2010




¡Ufa con el lunes!

Falta a la semana
el octavo día;
¡Qué bello domingo
yo le sumaría!

Un nuevo domingo
en cada almanaque
(porque al feo lunes
ya no hay quien lo saque).

Con mis dos domingos
endomingaría
toda la semana
de paz y alegría.

Y así, endomingado,
podría- yo creo-
soportar los lunes
tal como deseo.

Lunes. a la escuela
lunes: al deber.
Mi alma dominguera
sueña sin querer.



Elsa Borneman
Argentina – 1952

Es maestra nacional, se recibió de Profesora en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, se doctoró y obtuvo varios diplomas de estudio en idioma inglés, alemán, italiano, latín y griego clásico.
Durante la última dictadura militar que gobernó Argentina, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, su libro "Un elefante ocupa mucho espacio" fue censurado y pasó a integrar la lista de autores prohibidos. Ese mismo cuento fue galardonado con la Lista de Honor del Premio Internacional Hans Christian Andersen otorgado por IBBY (International Board on Books for Young People) por primera vez para un escritor argentino, al considerárselo un ejemplo de la literatura de importancia internacional.
Obra editada: Un elefante ocupa mucho espacio; La edad del pavo; El libro de los chicos enamorados; Queridos monstruos; Los desmaravilladores; Disparatario; Los Grendelines; Sol de noche; Corazonadas; No hagan olas; ¡Socorro 1! doce cuentos para caerse de miedo y muchísimos más

  Jaime Sabines

14 de agosto de 2010




La luna


La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.



Jaime Sabines
México (1926 – 1999)

De “Uno es el poeta” Antología
Visor de Poesía - 2001

  Nicanor Parra

13 de agosto de 2010



La sonrisa del Papa nos preocupa


nadie tiene derecho a sonreír
en un mundo podrido como éste
salvo que tenga pacto con el Diablo
S.S. debiera llorar a mares
y mesarse los pelos que le quedan
ante las cámaras de televisión
en vez de sonreír a diestra y siniestra
como si en Chile no ocurriera nada
¡Sospechoso señoras y señores!
S.S. debiera condenar
al Dictador en vez de hacer la vista gorda
S.S. debiera preguntar
x sus ovejas desaparecidas
S.S. debiera pensar un poquito
fue para eso que los Cardenales
lo coronaron Rey de los Judíos
no para andar de farra con el lobo
que se ría de la Santa Madre si le parece
pero que no se burle de nosotros.



Nicanor Parra
Chile – 1914

de “Parranda Larga”
Ed. Alfaguara - 2010

  Luis Jorge Boone

12 de agosto de 2010




Animal Planet

-
Sucedió que, a fuerza de observarme y observarlos,
ella empezó a encontrarme parecido a otras especies.


La primera adivinanza de aquel libro
que leía mi madre
era ésta:

-
¿Cuál es el animal que se arrastra por la hierba
y hace ruido?
La respuesta era Yo:
gateando en el jardín,
papá meciéndose en el porche,
siguiendo el ritmo de mi sonaja
en una casa que ya no existe.
-


¿Cuál es el animal
que es feliz bajo el agua y sólo emerge a respirar?
Yo: recostado en el fondo de un estanque
en medio del desierto.
-


¿Cuál es el animal que tiene alas
y nunca se separa de la tierra?
¿Cuál el que carga a sus crías sobre los pies
y camina con ellas los primeros 3,000 pasos?
¿Cuál, el capaz de quebrar un tronco con los dientes
y besar una pequeña boca sin herirla?
-


Nagual de mi infancia en una jaula,
animalito protector del álbum de estampas,
de mi libro de adivinanzas, ya no aguardes mi respuesta.
Esa silueta que recorre el horizonte
soy yo:
soy yo
que cabalgo hacia el sol sobre mi propio lomo.
-


Luis Jorge Boone
México – 1977

Nació en Coahuila el 30 de julio de 1977. Actualmente radica en la ciudad de México y se desempeña como escritor y crítico literario. Su primer poemario publicado fue “Legión”, editado por el Instituto Coahuilense de Cultura. Luego le seguiría “Galería de armas rotas” (Fondo Editorial Tierra Adentro).
Además de otros importantes premios en su país en 2007 recibe el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino por su obra “Traducción a lengua extraña”.

  Humberto Costantini

11 de agosto de 2010




Suele suceder

Suelo morirme a las mañanas.
justamente a la hora
de guardar El escarabajo de Oro en el portafolios,
cuando en el andén de Constitución
recibe los últimos boqueos de mi subterráneo,
y el reumatismo, que ya me perdió el respeto,
me palmea confianzudamente la rodilla
al levantarme.
Suelo morirme a las mañanas,
casi sin odio le digo que no va más
a tanta cosa ardiente que me brota ¿de donde?
y un dos, un dos, un dos,
el viejo embozalarse en molinetes,
el viejo insomnio trepando pasamanos,
un dos, un dos, un dos,
un poco de fatiga y la bufanda
y la piel de aguantar
hasta el dedo del jefe en mis papeles.
Y me muero.
Acudo al Equanil, recuerdo deudas,
me grito pobre tipo,
y ya me estoy tocando la calvicie,
y ya salgo a buscar bicarbonato,
me doy un tironcito a la mortaja,
y chau, me quedo muerto.

Pero ocurre que a veces,
a veces porque sí,
por primavera,
por cuento por salir,
o por muchacha,
me vuelvo inteligente, solidario,
sé de pronto quién soy
y donde piso.
Se me viene un pasado a la memoria
y me nace un futuro en la garganta,
crezco en el tiempo,
y me circulo entero.
y ya me nace la palabra hombre
y el prodigio de ser hasta el zapato
de puro estar cambiando el universo,
creyéndome y creyendo.

Creyéndome y creyendo
cuando le planto un no como una casa
al jefe, al comisario, a jesucristo,
cuando me doy en cacho para siempre,
haciendo lo que hago, cosas, cuentos,
pateando la tristeza,
alborotando,
dando mi piel caliente,
mis dos manos,
éste soy yo venga una copa y cante,
qué tanto fin de mes ni tanta cuenta
si el hermanito zeus
me hace señas del as
y voy matando.

Y voy matando sombras
degollando
muñecos de aserrín que dicen dónde
dónde nos lleva este sufrir sufriendo
y hasta cuándo.

Hasta cuando me saquen a tirones
de esta ciudad que es hembra
y me responde

Que todo el aire es canto
y voy cantando

Y entonces sí,
entonces sí compadre, resucito,
siento mis pies que pisan y prometen,
se me va el reuma, el hígado, el resfrío,
ando de costantini hasta los pelos,
digo gran puta y lo que soy viviendo,
le aprieto la cintura a buenos aires,
le hago un hijo de sangre, canto y cuento,
y salgo a caminar con tanta vida,
con tanta cosa ardiente aquí en el pecho.


Humberto Costantini
Argentino (1924 – 1987)

De “Cuestiones con Costantini”
Ed. Los cuatro indiecitos - 2007

  Carlos Patiño

10 de agosto de 2010




Atrás, atrás


Buscaremos el modo de borrar la tristeza
de convertirla en música y en cantos/
de acorralarla al menos/ o volverla chiquita y obediente.
La tristeza es una neblina misteriosa que segrega la vida
cuando mueren los sueños, los amores, los jóvenes, los niños
y los pájaros. Anda bajo la piel, te vuelve loco,
te obliga a rascarte el corazón
a no mirar de frente, a caminar pegado a las paredes.
La tristeza hace aullar a los perros
porque huele distinto y les molesta.
Ya sé que no es muy fácil derrotarla
que tiene fabricantes en todos los despachos/
pero debemos hallar el modo
de acorralarla al menos/ o volverla chiquita y obediente.
¿Cuántas veces lo hicimos?
Cada vez que paseamos nuestras manos por el cuerpo querido
cada vez que nos dicen “yo te amo”
cada vez que un niño se embadurna la boca en chocolate
cada vez que la gente reclama sus derechos
que una abuela sonríe
o que un soldado tira sus armas al armario y se pone a mirar la televisión.
Muchas veces lo hicimos. Muchas veces lo hacemos.
Por eso no podemos permitir que esta vez
en que sus cómplices y socios aportantes
emprendedores, serios, entusiastas,
trabajan duramente para subirla al trono de todas las cabezas
puedan llegar a hacerlo.
Buscaremos el modo de borrar la tristeza
de convertirla en música y en cantos/
de acorralarla al menos/ o volverla chiquita y obediente



Carlos Patiño
Argentina – 1934

De “Buscados (pero no hay recompensa)”
Ed. El ojo de la ballena - 2005

  Jorge Boccanera

9 de agosto de 2010




El rock de la cárcel


Ella pone la radio a todo volumen cuando intento
escribir
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.
Baja las escaleras con fuerte zapateo,
sus hijos lloran,
sus perros ladran.
Todo el santo día hay personas que tocan a mi
puerta y por toda disculpa dice: me
equivoqué de puerta.
Ahora sube las escaleras corriendo, da un portazo
en su cuarto y discute a los gritos.
Sus hijos ladran,
sus perros lloran.
Con ella el vecindario es mucho más que una
riña de gallos en el techo,
mucho peor que una explosión adentro de la
almohada.
Un día respiré profundo, subí las escaleras,
- me atendió un hombre que estaba agonizando -
dije tímidamente: me equivoqué de puerta,
mis hijos lloran,
mis perros ladran.
Ella tiene la radio a todo volumen cuando intento
escribir
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.
Hace años que mi único deseo es cruzarme con
ella en la escalera,
y decirle a la cara ¡me voy!
y rociarla con nafta,
y apagar mi cigarro en su vestido rojo.



Jorge Boccanera
Argentina - 1952
De “Marimba” Antología personal - Ed. Colihue - 2006

Nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1952. Poeta y periodista.
Vivió parte de su exilio en México y Costa Rica. En su quehacer literario ha publicado además textos de crónica y de ensayo. En 1976 obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba y un año después el Premio Nacional de Poesía Joven de México.

  José Agustín Goytisolo

8 de agosto de 2010




El lobito bueno
en la voz: Paco Ibáñez



Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.



José Agustín Goytisolo
España (1928 – 1999)


Nacido en Barcelona el 13 de abril de 1928, de familia burguesa , que se vio brutalmente sacudida por la muerte de la madre -Julia Gay- víctima de un bombardeo del bando nacional sobre la ciudad en 1938. El hecho dramático afectó a todos los hijos, pero especialmente a José Agustín, que puso a su hija el nombre de la madre perdida, y que en Palabras para Julia, uno de sus más célebres poemas une voluntariamente, en amor y deseo, a las dos mujeres. Sus muchas depresiones le llevaron a suicidarse el 19 de marzo de 1999.

  Alberto Szpunberg

7 de agosto de 2010




Merkell, el matemático, desmonta las matemáticas

Un hombre, el más solo de los solos, ¿es sólo el más
          solo de los solos? ¿es sólo un hombre solo?
en la boca del hambriento, por ejemplo, un día + otro
          día no son dos días sino una eternidad
          menos un bosque, aunque bajo la lluvia, sobre
          todo en otoño, cale hasta los huesos la tristeza
una lluvia + los charcos entre las hojas + el camino de
          tierra que lleva hacia otros pueblos no son tres
          sino el mismo otoño del que hablaba
          cosecha,
cinco son los libros pero son uno y caben en una sola
          mano cuando ésta se abre como un libro
la raíz cuadrada de un roble padece por cada hoja
          arrancada y se abraza a la tierra desesperadamente
          hasta engendrar nuevos robles donde ya se oyen
          cantar los pájaros que se van siempre por las
          ramas,
no es lo mismo restar horas que la última hora o
          dividir de un solo golpe los pocos dientes que aún
          sonríen
dividir para gobernar no es dividir ni gobernar
          cuando amar es crecer y multiplicarse
¿qué receta es la distancia más corta entre un pájaro y
          un suspiro, entre una vocal y una consonante,
          entre mañana y lo que vendrá?
nunca alcanzan los dedos para contar ni un solo
          segundo de sufrimiento
pero hasta el mismo infinito siente envidia de un
          corazón que ríe.



Alberto Szpunberg
Argentino - 1940

De “La Academia de Piatock” - 1997

Obra: "Chamuyando" Molina Campos

  Damián Ríos

6 de agosto de 2010



La misma luz en todas partes

"a Marina, Julia, Germán y Mariano"



Empecé otro
sobre bichitos de luz, aviones
y ruidos de gente sola que se conecta
a cualquier hora o
llama por teléfono y todo se mezcla
con el pedo de mi viejo un verano
a las tres de la tarde,
cuando no es mi viejo todavía,
es mi papá,
y falta un rato para que empiece a entender,
tengo los pies metidos en el barro.

O las luces de los aviones
o las de los bichitos de luz,
o las que se reflejan en las caras de los
que hacen fuerza con los dedos,
los codos, los hombros y teclean:
serán las tres?
Son las tres o las diez,
hay sol, en algunas partes soy el uno
que se ceba un mate en un pe hache
en planta baja, arriba duermen ellas,
se dan vuelta, me tropiezo con un zapato,
pateo una caja de pastillas,
está oscuro.


Ay, cómo me duele la nuca
de tanto mirar de los aviones las luces
de los bichitos que andan al ras del piso
y se apagan, allá está, no, está allá, está:
el movimiento
para agarrar un bichito
de luz debe ser armónico
y calculado,
inclinando apenas los hombros y pensando vas a ver
bichito, vas a ver.
Después, cerrar las manos como un cuenco para estudiarlo.
Si se prende es porque está asustado,
si se apaga es porque está buscando novia
y piensa que para buscar novia
hay que ser medio canuto.


Ay, esa rama de sauce que una tarde mete
y saca del agua mi viejo, hace calor,
sigue sentado con el agua hasta
las rodillas al lado del titi,
su mejor amigo, me acerco y los miro.

¿Están en pedo?
Sí, están en pedo.

Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.

Ayyy, cómo me duele la nuca
de tanto mirar aviones, luces, no es verano,
es primavera y el cielo está más negro
que nunca las estrellas esplenden porque la luna
se ve entera exactamente al otro
lado del mundo, o no, donde un joven maestro
chino la mira brillar y piensa con desdén
en los que están de este lado,
tengo los pies en el barro frío
y de abajo brota un olor húmedo y verde,
quiero fumar para secarme la boca.


El piloto, el copiloto y la azafata
cruzan el cielo manejando
y ven apenas un manchoncito de luz
que viene a ser el pueblito dónde mamá me dice que
qué ando haciendo en el bajo a esta hora,
cazando bichitos enamorados, mami,
los tripulantes me miran desde la cabina
y soy esta sombra buscándole la vuelta a esto,
se me va de la cabeza,
mi viejo no deja de sorprenderse
mientras mete y saca la rama del agua,
le pone el ojo, digamos, y después
lo mira al titi que asiente y mi primo me codea
(están en pedo, dice)
y a mí me gustaría poder contar
ahora una historia, sólo para ser bueno,
sólo para salvarme,
que tiene a una chica apenas iluminada
por el resplandor de su pantalla
a las tres de la mañana,
el pelo negro. Le gustaría estar durmiendo
para responder al otro día: estoy bien.

En una casa que no es su casa,
se mueve, va a su cuarto de dormir sola,
¿hay una escalera?,
corre algunos libros y abajo la pantalla se
apaga, pac, automática.


Y mi viejo que vuelve
a sacar la rama del agua, está en cuero,
el titi tiene la camisa desabrochada
medio flameando, al contrario de
sus rulos, firmes, ¿se quedará pelado
en alguna parte de esto
que va, viene y no sabe
para donde agarrar?


El uno baja al chino a comprar
cigarrillos y con la primera pitada
se empieza a llenar toda su casa de luz,
es decir que los dientes, los pulmones, el corazón
del uno brillan en la oscuridad
y le hace señas de luces al piloto diciendo
ey, entregá la azafata que acá abajo,
nunca, dice el piloto, acá estamos iluminados
por las luces del tablero.


La chica de nuevo baja las escaleras
haciendo el ruido
de la noche. El ruido de la noche es
igual y distinto en todas partes:
es el ruido del teclado,
de las ranas, de las puertas,
del ventilador de la cpu,
de la respiración pesada de los que duermen bien,
de la liviana de los que duermen mal,
de los ojos bien abiertos de
los que no pueden dormir y
agarran un cigarrillo con la mano izquierda
y con la derecha el encendedor,
e inclinan apenas las cabezas
que ahora también resplandecen, débiles.

Buenos Aires es un panal
de bichitos en el horizonte.

Que lo parió, dice mi papá,
y me mira. Se apaga
el sol, la siesta entera queda
a oscuras, y sólo mi papá y yo,
iluminados, empezamos a explicarnos
con los pantalones arremangados,
y una rama en la mano
que entra y sale de lo oscuro
por la que sube un caminito de hormigas
que después de estar un rato
abajo del agua sin respirar, no se ahogan.
No se ahogan. No se mueren.
¡Es raro!

¿Entendés?



todos merecemos estar en pedo

todos el uno el miguel la guadalupe la chichita la cecilia la cecilia la cecilia la cecilia lupe eleonora el chichí el puto elías el todos taco julia gaby fernanda josé silvia ilona todos ilu uli merecemos marina todos merecemos germán mariano nico estar julia marianino juancito ariel en pedo todos merecemos papá estar todos merecemos estar mamá en pedo

Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
estar en pedo
estar en pedo




Damián Ríos
Nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, en agosto de 1969.

Desde 1991 vive en la ciudad de Buenos Aires. El número 8 de poesia.com recogió sus primero poemas. Ha publicado poemas en las revistas Diario de poesía y Los amigos de los ajeno. Publicó: La pasión del novelista (poemas, Deldiego, 1998), Habrá que poner la luz (novela, Deldiego, 1999; Eloísa cartonera, 2003), De costado (poemas, Deldiego, 2000), Poemas perros (poemas, Belleza y felicidad, 2001) y El perro del poema (poemas, Vox, 2005). Polvo (Voy a salir y si me hiere un rayo, 2004), una antología en cd room, reúne algunos de sus poemas. Y en 2005 ha sido traducido al alemán: http://www.lyrikline.org/de/ShowPoem.aspx?authorId=dr00&poemId=2704En 2002 cofundó Interzona editora, sello en el que se desempeña como Director editorial desde septiembre de 2003