Estación Quilmes: 06/01/2019 - 07/01/2019

  Jamila Medina Ríos

29 de junio de 2019


EMIGRO.


Hay algo ahí con la desposesión:
raíces sin tener dónde agarrar.
Mi padre vuelve a La Vana.
La sometía a los 19 sobre un jeep
(la lid de los rebeldes frente a los inadaptados
los soldados contra el francotirador).
Mi madre viene después
como saliendo de un túnel de ventanas:
a su espalda veo Holguín luminosa
a sus espaldas, más allá, Baguaní abandonado
alzado en casas de pilotes
madera americana bien cortada
para dejar correr el aire.

Mi padre y mi madre.
Vienen descoronados.
Por ver si pongo un huevo
apretujo mis raíces en un hueco de araña y
asegurándolas con caca y con saliva
les prometo crecer.
Padre maneja lentamente recordando los semáforos
de noche no porque no tiene luz el carro
de noche no porque no veo bien
(sólo me preocupa el destello de La Vana 60
la de noche en todavía mediodía
en su ojo azul
el todavía poderoso).
Madre pregunta si en el Habana Libre vive alguien
todo el tiempo
puntualiza
mientras mi padre    sin paciencia    asiente:   que sí  que una    propiedad lineal.

En el Ministerio del Trabajo ofrecen plaza al emigrante
en las enormes oficinas del Ministerio de Vivienda
los empleados mueven rítmicamente la cabeza
diciendo NO
política de desarrollo de ciudad
política de desarrollo de un país.

Padres
hasta aquí hemos venido...... prométanme que sólo a pernoctar:
Irak aniquilada, las ondulandes avenidas de la noche de Egipto
Canadá escurriéndoseme como nieve entre las manos
Madrid, Checoslovaquia, Rusias de mi cabeza
no pueden haber sido sólo puertas ilusorias
que conducían hastaquí.

De parque en parque vagamos                   al comprar algo
buscando dónde sentárnoslo a comer
como las personas                              dice mi padre con seguridad.

Báguanos parpadea
parpadean Las Villas
el club de béisbol las fiestas de disfraces
donde ganaban invariablemente mis abuelos
la mata de cerezas y el aljibe del patio
el columpio debajo de la guayaba y de las uvas
mi cara com(o) un lirio asomada a un ventanal
parpadea El Infierno
mi padre nació desnudo y en el infierno          por variar

las chimeneas
del central
relumbran
(las dos               no este muñón)
juntando                el bagacillo
para la ropa blanca del sábado

relumbra al sol la casa de mi abuelo Luis
levantada frente a un árbol del que nadie puede recordar el nombre
y al cruzar:
la vacada calmosa
parpadea Sancti Spíritus;
tras la casa de mi abuela Victoria
–mi padre dobla con un giro suave–
anidan el cine y el parque municipal de Baguaní
con el invariable monumento a la madre         cívico/pulcro homenaje de la masonería
veo las casas de pilotes alzándose de nuevo
derruidas
para dejar correr mejor el aire
por la avenida viene llegando viene subiendo el carnaval
yo vuelvo
a huir del bambolear del muñecón
y dejo de mirar a los ojos de mi madre
cuando comienza a desfilar Holguín
(la escalinata y el valle respirando tranquilo, ajedrezado
fiestas de mayo y de noviembre y de enero
el barro frío del piso del Parque San José
y la distinta sombra de las plazas a las distintas horas).

Padres
los he traído a la Vana
traigo también la cabeza descubierta
la postal de esta ciudad
pegada con caca y con saliva
no se va a sostener dentro de mí
allá está el oro de mis pies
recuerdos nítidos que puedo sin equivocarme repasar
como al collar de caracoles de un día en el lago de Fayoum
(IrakEgiptoBaguaníSanctispíritusCanadáMadridChecoslovaquiaHolguín    Rusias de mi cabeza).
Parpadeo
cierro los ojos       enrollada      en mis raíces como     en un velo denso
para dormir y regresar.



del libro Primaveras cortadas, 2012




LANGUSTIA


Textos textos textos
tejeduras
lanzaderas
te (a)saltan sus gritos sobre la cabeza
te brotan de ella como pétalos
y de pronto: tienes toda la testa coronada
espinada de palabras

no es saludable (pare)ser un girasol
–dios no amanece
y húrtante el sitio de mirar
camino
desolado–
no es saludable la cabeza laureada
se deshoja después
como rama segada desde el invernadero
y los cristales que habían crecido en ella
quiébranse callados
apáganse: de velas
chisporrotean hacia dentro oh llama
demasiado arrimada al ventanal
abrupto
abierto

dejarse crecer la cabeza hacia dentro
–anahidrópica–
cierra todas las bocas que te hablan al oído
las venas muerdan(te)
huye de las compuertas los poros el encaje
cuida retrato de ti

si continuas dejando que te bailen
esos textos textos sobre la cabeza
que no te acabas de cortar
de hacer una sangría para extraer lo otro
si dejas se te prendan
ataduras al cuello
hilos que te indican pasadizos afuera (out of out of)
carne haciafuera de ti
si dejas que se aten cada uno a tu mano al pie
la mejilla (ofrecida):
repicarás en cien pedazos disgregado
–carnero
partícipe–
ojos colgando carafuera

es lasfixia lo que debes construir
hacia ti has de inclinar tu frente tuya
desdoblarte hacia ese espejo que has dejado empañar
enlutado (harto de barro)
la boca abierta la mirada
como lapa al cristal
–observante del otro–

ta(r)jas ta(r)jas ta(r)jas
taxidermia de ti
sembrarse un sitio y zambúllete en tu boca:
gargantabajo para siempre.

no quiero ver(te) burbujas
barbotear borbotear desde tu labio
desesperado hálito
nostálgico del otro
palabras sueltas que pretendan (ll)amar
–aludan–
referente
reflejo

respiradentro
tala tala tala
ten el pulcro civismo de presentar al aire:
una cabeza (por fin) descoronada.



del libro Huecos de araña, 2010



Jamila Medina Ríos
(Holguín, 1981 - Cuba)

Poeta, narradora y ensayista.

  Hakushu Kitahara

5 de junio de 2019




Sen Rikyu *


Sen Rikyu amaba el té
porque le complacía el espíritu del té.
Alma tranquila y noble del amanecer y del atardecer.
El humo era más amado aún que el té.
Mantener la sutileza en la apariencia
equivale a purificar el alma con sutileza.
Por eso Rikyu permanecía sentado
y le sonreía al sol tenue bajo el pabellón de té.




Palma de la mano


En la palma de mi mano reluciente
está un Buda de Oro.
De mi alma reluciente
desapareció el Buda en un parpadeo.
Volteando la palma de mi mano reluciente
busqué al Buda todo el día.




Impresión del crepúsculo


Delicia de los besos... murmullos...
Mas la sangre invisible gotea en el cielo
como el rugido de una bestia herida y agonizante.
¿Por qué duele tanto?



* Sen Rikyu: Fundador de la escuela Urasen-ke de la ceremonia del té.



Hakushu Kitahara
(1885-1942)

Nació en una familia tradicional de vinicultores de la Provincia Fukuoka,
al sur del Japón. Empezó a escribir poemas al estilo japonés (tanka) a los
dieciocho años. Cuando tenía veinte años se traslada a la capital, Tokio,
donde entra al departamento de letras inglesas de la Universidad de
Waseda, pero abandona los estudios. Poco después se hace miembro del
grupo literario Shin-shi-sha (Grupo de la poesía nueva), colaborando
para su revista Myodyo (El Lucero). Es uno de los primeros poetas japoneses
que escribieron bajo la influencia baudelairiana. En 1909 publica
su primer libro de poesía, Dyashumon (La herejía), en el que expresa su
marcada inclinación hacia el erotismo decadente y exotismo simbolistas.