Estación Quilmes

  Macky Corbalán

2 de septiembre de 2011




Frutas e insectos


1
Muerdo el aire en que estuvo
tu boca, el vacío me devuelve
el aliento zumbón de los
muebles que miran, piadosos,
el abrazo asfixiante
del rechazo, esta otra piel
que arde sin sol que la toque.

2
¿Te dije o imaginé
decirte: abrime, horadame,
grabá tu nombre en
el revés de la piel?
¿Te dije o soñé decirte:
sé mi hormiga particular,
mi obsesivo insecto,
mi fruta firme, ácida
manzanita?

3
Esperé de vos y de mí
ser una. Contra todos
los augurios y consejos,
que la vida y la muerte
nos tejiera con hilos
de transparente,
indisoluble unidad.

Únicas. Una. Ambas.

No éstas, dos que cruzan la
calle para no saludar.



Macky Corbalán
Argentina - 1963


De: “Como mil flores”
Ed. Hipólita – 2007


Obra: Qi Baishi: Insectos y arroz

  María del Carmen Colombo

31 de agosto de 2011




“No entender no entender”


“No entender no entender” así dice mi hermano.
Emperrado, con la tirria a cuestas, niega que niega, olvida
aquellos nuestros ideales. No digas esas cosas le digo yo,
por bien, mientras el río de mi sangre se revuelca y vuelvo,
tajante como soy: ¿qué nos queda si un oriental se
desorienta?
Asqueado por semejante deshonor, recuerdo cuando altos y
veloces y bellos montábamos en Cólera, nuestro caballo
favorito. Almas de jefes bravos contra el viento, solíamos
galopar por el amplio territorio de la Manchuria. Rabia
contra la agonía siento yo, y golpea mi puño la mesita de
laca; saltan los tazones por el aire como nosotros los
cercados por el tiempo. La cara de ceniza de mi hermano
se fuga hacia el exilio, convertido en piltrafa, en pálido
excremento de cordero.
A veces, desesperado, desenrollo en su oído la seda de un
murmullo trabajada por gran copista chino, verdadero
maestro oriental: el pueblo aprendió que estaba solo
- susurro yo-, y que pelear debía por sí mismo, y de su
entraña propia sacaría los medios: silencio, astucias, fuerza.
Hermano sólo mira con extrañamiento, como si un bosque
nocturno viera florecer en medio de esta pieza. Y somos
dos, lo reconozco, los que guiados por esa inmensa noche
volvemos a perder.
Primero ocultarse, luego cambiar el nombre, y más tarde
pasar por otro. Pero antes, necesario es repetir muchas veces
frente a la claridad de algún espejo yo es otro – yo es otro,
hasta convencerse totalmente, y después, en efecto, como se
desmigajan ciertos cuerpos ante el roce del viento, regando
con sus pequeños granos el camino, letra por letra
abandonar el nombre, otras pertenencias y desaparecer.
Este arte muy fácil de aprender cuando una vida se juega,
mala costumbre traída de la patria en exilio se acentuó. Y
en mi hermano no queda ni siquiera el hilito de furia que
me mantiene a mí. Algunas veces cuando lo abrazo recupera
la memoria y dice: ni olvido ni perdón.


María del Carmen Colombo



Argentina – 1950

De: “La familia china” (1999) En : “otro río que pasa”
Un siglo de poesía argentina contemporánea
Ed. Bajo la luna - 2010


Ilustración: Kent Williams

  Roberto Díaz

29 de agosto de 2011




VII Memoria de un patio

A Reynaldo Martín, hermano de canciones



Hay infinitas formas de recrear el patio,
atraer la memoria a la infancia.
Un niño abstraído, en medio de la tarde,
juega solo, habla solo, inventa y hasta sueña.
El patio está en silencio, escuchándole.

Ahora, ese patio sale a contar aquello
y describe la mirada del niño
que quedó suspendida entre las macetas.

El patio es el gran narrador, el protagonista
principal, el orador elocuente
mientras el niño se empequeñece,
se va haciendo viejo, se diluye
entre las múltiples baldosas.

El patio no existe más; sin embargo,
resucita de la mano de ese hombre que,
inevitablemente, quiere acordarse,
quiere verse jugar de nuevo.

Sólo la muerte podrá concluir
con esta terca visión
de un patio que ya no existe
y de un niño que tampoco está;
sólo en la memoria, ambigua, confusa,
de alguien que está abrazando el adiós.


Roberto Díaz
Argentino (1938 – 2011)



De: “Oscuro labio de la noche”
Ed. Andrómeda - 2004

  Rosa María Pargas

27 de agosto de 2011





Con esa cara de zapato que te falta
con manos en los bolsillos omitidos
amorfas de un pan que se demora
pateando tu recreo largo sin colegio
silbando la pobreza de tus días
perdido entre el murmullo silencioso
de piernas apuradas
jugando al amigo con los árboles
a ordenarle a la pared que no se mueva
a pintarle camino a las baldosas
a dibujar tu aliento en las vidrieras
y a tantas otras cosas
vas esperando el mediodía
a que el sol se saque la modorra
y toque la campana de tu tiempo
a que las letras se metan
al menos por tu ombligo
y tus uñas se transformen en acentos
tu grito no se escucha todavía
pero anda creciendo.



Rosa María Pargas
Argentina (1949 – 1977)


De: “hubiera querido”
Ed. Libros de la talita dorada
Colección Los detectives salvajes - 2011-07-30



Nació en Gualeguaychú, Entre Ríos. A los 20 años viaja a La Plata y luego a Bs. As. a estudiar Sociología. Participa de diversas agrupaciones políticas. En 1972 es detenida y trasladada al penal de Rawson. Allí conoce a su compañero Alberto Miguel Camps, uno de los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew. Trasladada a Devoto es liberada tras la amnistía del gobierno de Cámpora. En 1974 se exilian y luego regresan al país clandestinamente y continúan su militancia en Montoneros. El 16 de agosto de 1977 Alberto es asesinado en un operativo parapolicial y Rosa María secuestrada, Al día de hoy permanece desaparecida, siendo vista por última vez, en el CCD “El Vesubio”.

  Ida Vitale

26 de agosto de 2011




Brauneriana

Das also was des Pudels kern
Goethe


Ya te quieras acuática,
te compruebes terrestre,
siempre estará el tapiz de lo viscoso
afelpando alaridos,
provocando derrumbes al invadir
los círculos
donde la magia se obra.
Estás donde se empolla la estocada,
verdes brumas donde podrían también
                                                                           hallarse
amuleto,
                  divisa,
                                anillo o cabalística.
Salta, salta
que viene el perro mesa,
                                             el desorden,
el monstruo monocular,
                                             cíclope mínimo.
Tú con nacer tienes derecho al miedo.


Ida Vitale



Uruguay – 1923


De: “Poetas americanas”
Colección Poesía Mayor
Ed. Leviatan – 1998

Poeta y crítica uruguaya, nacida en 1923. Considerada integrante de la Generación del 45 con otros escritores como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi o Idea Vilariño. Colaboradora del semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario Época. Fue codirectora de la revista Clinamen, integró la dirección de la revista Maldoror.
Se exilió a México en 1974 y fue parte del comité asesor de la revista Vuelta, además de participar en la fundación del semanario Uno más Uno.
Actualmente vive en Austin, Texas.
Fue galardonada con el IX Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo en 2009. Editó en Poesía: “La luz de esta memoria”,1949; “Palabra dada”, 1953; “Cada uno en su noche”, 1960; “Oidor andante”, 1972; “Fieles” (antología),1977; “Jardín de sílice”, 1978; “Elegías en otoño”, 1982; “Fieles”, 1982; “Entresaca”, 1984; “Sueños de la constancia”, 1988 (Antología); “Procura lo imposible”, 1988; “Serie del sinsonte”, 1992; “Paz por dos”, 1994 (en colaboración con Enrique Fierro); “Donde vuela el camaleón”, 1996; “Reducción del infinito”, 2002; “Plantas y animales”, 2003; “El ABC de Byobu”, 2005.

Obra de Antonio Berni

  Ariel Schettini

23 de agosto de 2011




El autito


Ahora me auto transporto con el auto por el que
Peleamos como si fuéramos parte de la burguesía
Como si no hubiéramos sido jamás
un mal chiste para la especie.

Me transporto y me llevo a otra parte,
Porque peleamos por el auto en un combate
Que involucró parientes, abogados y amigos.
Como si no hubiéramos sido para la clase
Una caricatura de institución burguesa.
La batalla, que no pasó de escaramuzas de las partes
y de dictámenes judiciales,
No incluyó sangre.
Pero yo hubiera denunciado
Destrucción total.

El decreto de Unión Civil era suficiente y
oportuno para demolernos.
Pero hicimos abstracción del cuerpo: forcejeamos por una cosa
como pelean los que tienen algo y los que tienen repuesto.
Y gané, claro, con dinero, préstamos y humillaciones.
Gané como los que siempre ganan:
sometiéndome.
Gané como se gana adentro de la civilización;
pidiendo clemencia y por favor
Y cumpliendo formas.

Ahora me llevo y me transporto en el botín de guerra típico
de la conyugalidad, del laberinto amoroso
Y de las demandas de divorcio.
Hey... alguna vez ese móvil fue una propiedad en común
¿te acordás?
Insostenible y evasivo, como el amor pactado.
Porque el desvío de ese matrimonio estaba inscripto
En el Registro Automotor.
Y solo, en la recta autopista, mientras escucho música,
entiendo que lo compramos
para escapar de nosotros.



Ariel Schettini



Nació en Quilmes, es autor de: "Guerra civil", "Estados Unidos" y
"El tesoro de la lengua"

Obra: Ibeyis - Alexei Serrano

  Idea Vilariño

21 de agosto de 2011




La canción


Hoy que el tiempo ya pasó,
hoy que ya pasó la vida,
hoy que me río si pienso,
hoy que olvidé aquellos días,
no sé por qué me despierto
algunas noches vacías
oyendo una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería,
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…

Algunas noches de paz,
–si es que las hay todavía–
pasando como sin mí
por esas calles vacías,
entre la sombra acechante
y un triste olor de glicinas,
escucho una voz que canta
y que, tal vez, es la mía.

Quisiera morir –ahora– de amor,
para que supieras
cómo y cuánto te quería;
quisiera morir, quisiera… de amor,
para que supieras…


(1972)

Idea Vilariño
Uruguay, Montevideo (1920-2009)

Nota: Alfredo leyó el poema de Idea Vilariño llamado "La canción", se sintió tan conmovido que tomó su guitarra y no solo la hizo milonga... también escribió una estrofa. Cuentan también, que cuando Idea la escuchó en vivo, se conmovió tanto que le pidió a Alfredo que la grabara con el nombre de "La canción y el poema".

Música e interpretación: Alfredo Zitarrosa