Estación Quilmes

  Gonzalo Rojas

12 de julio de 2010




¿Qué se ama cuando se ama?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: ¿amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.



Gonzalo Rojas
(Lebu, Arauco, 1917): Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Fue profesor de Estética Literaria y Jefe del Departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Ejerció la docencia en Utah, EE.UU., Alemania y Venezuela. Organizó a partir de 1958 los famosos Congresos de Escritores en Concepción, reuniendo lo más selecto de la literatura latinoamericana. Fue diplomático en China y Cuba. Perteneció al grupo surrealista reunido en torno a la Revista Mandrágora, 1938 - 1943. Ha recibido numerosos premios internacionales entre los que se cuentan: Premio Sociedad de Escritores de Chile por «Poesía Inédita» 1946, Premio Reina Sofía de poesía de España, Premio Octavio Paz de México y José Hernández de Argentina, además del Premio Nacional de Literatura de Chile en 1992 y del Premio Cervantes de Literatura 2003. Entre sus libros se cuentan: “La miseria del hombre” (1949); “Contra la muerte” (1964), “Oscuro” (1977), “Transtierro” (1979), “El alumbrado” (1986), “Materia de testamento” (1988), “Desocupado lector” (1990) y “Río turbio” (1998).

  Elikura Chihuailaf Nahuelpan

11 de julio de 2010



El silencio de los bosques

Mi padre y yo solemos charlar
          hasta la madrugada
bebiendo del vino de la pena
y la esperanza
¿Alguien puede evitar el otoño
          del oeste?, me dice
los ríos van perdiendo su
          profundidad
el caudal de la sabiduría
y comienzan a añorar el silencio
          de sus bosques
Nosotros pensamos en el hijo
el hermano, aún en el exilio
Hablamos de luchar, mientras
          los zorros
cruzan gritando nuestros campos
Mi padre y yo, envejecidos
ahora nos miramos entre lágrimas.



Elikura Chihuailaf Nahuelpan
Nacido en Quechurewe, Temuco, el año 1952, es médico obstetra de profesión y escritor por vocación. Algunos de sus libros son: “En el país de la memoria” (1988); “El invierno su imagen y otros poemas azules” (1991); “De sueños azules y contrasueños” (1995). Ha obtenido numerosos galardones, entre ellos el Premio Municipal de Literatura de Santiago, Premio Consejo del Libro y la Lectura y la Beca Fundación Andes. Su obra se encuentra además en numerosas revistas y antologías.

  Carolina Schmidt Pérez

10 de julio de 2010




Invitación desde mi lógica histérica

Dejémonos de pavadas
ven acá
Engánchate a mi cintura
Sin preguntas
No más palabras
Desplómate entre mis piernas
Desenrollemos mis ovillos
y los tuyos
Saquémonos los piojos
y las garrapatas
Saquémonos jugo
Gocemos
Deja que me desplome entre tus piernas
Hazme una trenza
Rasguña mi espalda
A dos manos agárrame el culo
( y dile culo)
Conóceme de este lado
Nada que perder
Algo que gozar
Si estás cansado
Entra en mi tina
Que te lavo de otras mujeres
Que te jabono el orgullo,
Relájate
Vamos que te seco los pies
y te beso la culpa
Sin exigencias
Encuentra un acomodo entre mis pliegues
Rómpete el cráneo en mi piso
no pensemos más
Mejor
desdibújame la cara con tu lengua
Comamos algo
Fumemos algo



Carolina Schmidt Pérez
(Santiago, 1977): Historiadora y poeta. Ha trabajado en distintas actividades: profesora de historia, secretaria, vendedora, artesana viajera, etcétera. Hoy lo hace como guía de turismo. En el 2005 publica “Eronías” su primer libro, al cual pertenece la siguiente muestra.

  Carla Faesler

9 de julio de 2010




La casa del investigador

Había en el florero un ramillete de brazos.

Mi amigo me había hablado
de un busto de cadáver sobre el piano,
que tenía una peluca.

Guardaba el anfitrión, para los niños,
en una estancia alegre y llena de color,
fetitos momificados con ropa de muñeca.

Noté algunas piernas de señorita
al pie de las puertas para impedir chiflones
y en su gran biblioteca, una pálida lengua
había sido adaptada como control de tele.

Varias nalgas servían de cojines en los amplios sillones de la sala.

Durante la comida, le pedí una cuchara
y abrió un largo cajón del trinchador
lleno de pies dispuestos, uno después del otro,
en cuyos muchos dedos se ordenaban, de plata, los cubiertos.

Tomamos el café en la terraza,
la sombrilla tenía color de pergamino.

Un intestino grueso servía como manguera
y una mano sin uñas hacía de rehilete sobre el pasto.

Para espantar las moscas,
en el techo giraban unos ventiladores
hechos con cuatro fémures y cueros cabelludos.

Como adorno en el baño,
ojos de mil colores bajo el agua,
en un bibelot de cristal cortado.

Estaba pensando en donar mi cuerpo,
cuando muera, a la ciencia.

Pero sería más útil dar mi computadora.



Carla Faesler
(Ciudad de México, 1967) ha obtenido el Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen”, es autora del libro de poesía Anábasis Maqueta, y de la plaquette Ríos sagrados que la herejía navega; su obra también ha sido publicada en diversas revistas y periódicos como Letras libres, Voz otra, La Jornada, y Reforma, entre otros.

  Arcipreste de Hita

8 de julio de 2010


Aristóteles


Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por conseguir unión con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.



Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
(Alcalá de Henares?, actual España, 1283 1350
Escritor castellano. Escribió la obra más importante en lengua española de la época, el Libro de Buen Amor, considerada también como una de las obras literarias más relevantes de la Europa medieval. De este poema se han extraído todos los datos biográficos disponibles sobre el Arcipreste: su nombre, su lugar de nacimiento y la ciudad en que estudió, Toledo, punto de encuentro de las civilizaciones musulmana, judía y cristiana. Fue clérigo y ejerció de arcipreste en Hita, actual provincia de Guadalajara .

  Fabián Casas

7 de julio de 2010



Me pregunto

Definitivamente este es mi rostro de hoy.
Ojeras marcadas, pelo desparejo;
los labios hinchados. Nada más.
Me pregunto, porque puedo hacerlo,
cómo será tu rostro de hoy;
mientras tu corazón late al revés,
hace ya cuatro años
bajo la tierra.



A mitad de la noche

Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.
Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.
Estoy desnudo en el medio del patio
y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.
Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
El viaje del Salmón
en una época dura.
Pienso esto y abro la heladera:
un poco de luz desde las cosas
que se mantienen frías.



Fabián Casas
Nació el 7 de abril de 1965 en el barrio de Boedo. Licenciado en Filosofía, periodista, poeta. Gana la beca Fullbrigth y se va a los EE.UU durante seis meses, en la ciudad de Iowa. Durante esa estadía escribe Los Lemmings y parte de los poemas que van a parar a ODA.Es autor de los libros de poemas "Tuca", "El salmón", "Pogo", "Oda" y "El spleen de Boedo" y el ensayo "Matas de pasto". Publicó también las novelas "Ocio" y "Veteranos del pánico" y el libro de cuentos "Los Lemmings y otros".

  Li Po

6 de julio de 2010



Mientras bebo, solo, a la luz de la luna.

Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero al luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava,
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro extraño festín inanimado,
para encontarnos al fin en el Río de las Nubes!


Li Po
China (701 – 762)
Junto con Tu Fu es el más grande de los poetas chinos. Es también una de las figuras más excepcionales de la historia de la literatura china, por su carácter, su estilo de vida, su espíritu libre y su genio poético. Cuando el poeta Chin-chang lo conoció, lo llamó "Un Inmortal exiliado en la tierra". Nativo de Szechwan, a los veintisiete años dejó su provincia natal, y viajó por el país. Estudió y entrenó con varios maestros taoístas, y llegó a ser un gran adepto. Su dedicación al Taoísmo aumentó aún más su espíritu de libertad. Llegó a ser también un gran maestro en el arte de la espada, y viajó por China como caballero errante, durante largo tiempo
Fue un gran bebedor, y se jactaba de "comer como un tigre, y beber trescientas copas en una sentada. Si bien una leyenda dice que murió en una noche de borrachera tratando de abrazar la luna en el río Yangtze, la fecha de su muerte es incierta. De cualquier modo, en China no se lo considera como a un humano, sino como a alguien que alcanzó el estado de inmortal.