4 de diciembre de 2014
El cosmonauta
El cosmonauta, sin saberlo,
arruina el negocio del mito
de Dios sentado atento y fijo
en un butacón inmenso.
¿Qué se han hecho los Tronos y Potencias?
¿Dónde están los Castigos y Obediencias?
¿Y san Crescencio y san Bitongo?
¿Y san Cirilo Zangandongo?
¿Y el fumazo del incienso?
¿Y la fulígine de la mirra?
¿Y las estrellitas pegadas
al cristal ahumado nocturno?
¿Y los arcángeles y los ángeles,
y los serafines y los querubines,
y las Dominaciones en sus escuadrones
y las vírgenes,
y todos los demás animales afines?
El cosmonauta
sigue su pauta.
Sube sube sube
sube sube sube
sube sube sube
sube sube sube
sube.
Deja atrás la última nube.
Rompe el último velo.
El Cielo. ¿El Cielo?
Frío.
El vasto cielo frío.
Hay en efecto un butacón,
pero está vacío.
Nicolás Guillén
Cuba (1902 – 1989)
En: “La rueda dentada” - 1972
Imagen extraída de: cosmonautasdelviento.blogspot.com
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