31 de julio de 2014
Una Carta
estimado César:
nada nuevo
sigue cayendo ese sonido desgranado
que ya antes de morirse moja
casi más que tiempo
soledad
llueve
y para mí
es como si no lloviera
si en esta carta fracasada tantas veces
no puedo hablarle
como si tuviera algo así como un hambre
por lo que dijera todo el adentro del agua que hubiera querido escribirle
aunque se ensombre una idea con la otra
una verdad con la tensión
con la obviedad
o con la soberbia
así que desde el vamos
sé que tendría que haberle llegado exacto
en punto al agua que pasó y todavía está pasando tan cerca
de mi expectativa
sigue lloviendo
y mientras en la mesa
se dibujan los golpes derramados de la lluvia
me parece sentir que el agua de la carta
puede ser más desesperante todavía si no moja lo que escribo
que si yo fuese de verdad una carta a la que no le lluevo
la verdad es que no sé cómo escucharme ni siquiera
la suerte fracasada de un poeta escribiendo la lluvia
que si lo real del agua no es nada de lo que le escribo
todo lo que siento va a seguir yéndose y quedándose
nada más que como una consecuencia que se precipita
se aligera y sigue su camino por nada
o para que yo de cuando en cuando deje de escribirle
me asome y busque si es cierto cómo estoy
algunas veces
tieso de diluvio
porque el agua que suspiro
llega y corre como un peso
que se rompe sin ningún milagro
y cuando vuelvo al silencio de esta carta
puedo ver que sobre el progreso de la hora
en el reloj de mi cocina
la tormenta fogonea las sombras deshilachadas del agua
que se van alargando como venas o lágrimas grises
y entonces ya voy atrasado de nuevo César
porque el agua de la carta que trabajo con la lluvia
parece un reflejo de alegría desmejorada
y siento que estoy leve
o quizás también furioso pero igual de agua cayendo cayendo
desatadamente mal escrito
por una y otra ráfaga mal dicha
que empiezan y terminan siendo nada del ahora
por ejemplo que hayan sido estas mismas palabras
que le estoy escribiendo
todo porque del fracaso
que hablo con el agua
queda también un color doloroso en el aire
como el de un espejo que se nuble reflejando
el fuego de un cielo mal escuchado
entonces para mí como ahora mismo
el agua de esta carta de vez en cuando también arde César
se lo juraría
por más escrito de diluvio que me sienta
me parece que todo lo que vivo por dentro queda calcinado
en el último gesto con el que termino cada letra
por la ansiedad y el apuro con que escribo
alimentándome con la agonía incendiada de la luz
para que todo lo que siga diciéndole
por lo menos empiece y termine como era
subiendo
subiendo
por un calor aunque más no sea mal oído
mal esperado y nada
acentos y acentos de esta harina transparente que pasan y se pierden
y duele repetirme lo que oigo que me digo mientras bajo y subo la mano
como si estuviera haciendo llover a cada sonido que dejo en el papel
si hoy no le lluevo bien al dolor
hoy no le lluevo bien a casi nada
cayendo
cayendo
en palabras a lo mejor hasta demasiado vacías
y que de mi parte dejan nada más que un gusto a hiel de hambre escrita
hacia donde no habría valido la pena haber soñado
envuelto y desenvuelto en la avaricia de escribirle
como no quise hacerlo
sin haber escuchado lo preciso como tendría que haberlo logrado
mientras la lluvia baja
me ensordece
y como ya le dije
paro
y pienso
y espero
y de repente también tengo visiones que me nombra la ventana
y apenas humedezco de nuevo lo sentido
y lo derramo mal y tarde en las palabras
esta carta de golpe ahora ya es el Perú por ejemplo
como ya había sido en otros fracasos
con un cielo que amenaza con sus nubes como piedras intensas
y ahora ya es París el agua
helándome los huesos con un comienzo de calor casi filoso y suave
y de repente el vértigo caído vuelve a ser
alguna que otra foto suya aligerada que desaparece
mientras la lluvia vuelve a ser una carta que viaja envuelta y desenvuelta
por el agua que se trenza y se destrenza sobre mi patio
y que ahora por ejemplo fue París de nuevo y está lloviendo
o jueves otra vez para nada
o de repente no alcanzo a entender que querría avisarme el futuro
girando en la rabia lluviosa
llevándose tan rápido sus rumores de vara que suenan como enojados
mientras golpean de barrida los vidrios
o el cuerpo del aire está como sordo
o el agua sigue siendo un presente mojado para nada
o de nuevo usted está y no está
aparece y desaparece
y todo termina siendo nada
siempre por mi culpa
pan sin vida
fuego confundido
y nada
Néstor Tellechea
"Una carta" es un fragmento del poema y que pertenece al libro "César", que permanece inédito.
Quilmes, Buenos Aires, 1962. Publicó: “Poemas”, (1995, libro artesanal); “El Emperador de la Oscuridad ”(1997,plaqueta); “La Brisa” (1998, plaqueta);“Las incorporaciones del ya"( 2001,plaqueta); “La luz y la rima”( 2001, plaqueta); “Hospital versus hospital”, (2001,plaqueta); “Olga” ( 2004, plaqueta); “Montale, esquina Ungaretti”(2005, edición postal); “Cerca. Lejos” (2005, plaqueta (diseño e impresión: Hilda Paz); “Pasaje Molinari”(2006 edición postal); "Balance"( 2009, edición postal) y"Cuatro Momentos", 2012.
Imagen extraída: http://dialogos.ca/2013/11/cesar-vallejo-2/
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