20 de junio de 2014
Mamá era finísima y altísima; su vestido granate llegaba al suelo; no se sabía cómo cabía adentro de la casa, pues, era mucho más alta que la casa.
La mitad de su cabeza – casi hasta la nariz – de pedrería.
Sobre esos rubíes, esa nuez, iba una corona, un canastito, donde portaba las golosinas y regalos.
¿La amábamos? ¿No la amábamos?
La diviso en pie junto a la mesa o marchando con nosotras a la escuela; daba miedo y perfume y un murmullo, como si estuvieses hecha de papeles de maíz y de claveles.
Y se volvía, de súbito, a matarnos.
Marosa di Giorgio
Uruguay (1932 – 2004)
De: “Mi vestido se hunde en la bromelias y más allá no hay nada”
En: Los papeles salvajes II – Ed. Adriana Hidalgo – 2000
Imagen extraída de: pendientedemigracion.ucm.es
0 comentarios :
Publicar un comentario