21 de agosto de 2013
Blanco sobre blanco
“me fui, como quien se desangra”
Ricardo Güiraldes
Poder mirar una palmera en Colonia
Cuauhtémoc
mientras ruedan los truenos anunciando la
lluvia
es una de las diferencias entre la lucha por
la libertad
y la lucha por tu supervivencia.
Poder dormir toda una noche
despreocupado de las sirenas policiales
y de los automóviles que se detienen ante tu
puerta
es otra.
Y otra más es ésta que te permite
enlazar indómitas palabras
salvajemente hurañadas en la pradera del
idioma
y arrastrarlas contra su voluntad
a que formen en las huestes de tus poemas
con resultado incierto y que a pocos
importa:
pero poder hacerlo con todos los sentidos
sin atender los pasos ni los gritos de
afuera
porque estás persuadido que no traman tu
muerte
tu
tortura
tu
encierro
esa es la diferencia
Y hay otras todavía: sentarte en una plaza,
decirle cosas dulces a muchachas que pasan,
doblar por una esquina, así, sencillamente
doblar
por
una
esquina
decir vivo en tal lado y aquí está mi teléfono
convenir con cualquiera que almorzaremos
juntos
mañana o el domingo
ir al cine o al campo, al mar o a la
montaña,
solo o acompañado, en ómnibus o a pie
y regresar tranquilo, la llave en el
bolsillo
sabiendo que tu casa sólo esconde el
silencio.
Todas estas sencillas ceremonias
pan de lo cotidiano
puro jugo de vida entrañable y serena
saltan hechas pedazos
cuando los tanques entran a las casas
derribando las puertas,
cuando el odio y la sangre granizan sobre un
pueblo:
ya el sueño no es el sueño
la calle no es la calle
la vida no es la vida sino velar la muerte
y en esas circunstancias fallecen las
palabras
Lito
Valencia cae. Leonardo leyes cae.
Rodolfo
ametrallado palpándose la muerte.
Apresan
a Joaquín. Llevan a Alberto Costa.
Haroldo
secuestrado. A Roberto Santoro
que lo
devuelvan
ya.
¿Dónde
Dardo y Enrique? ¿Dónde Oscar y Lucina?
¿Dónde
tantos y tantos?
Y
ellos siguen buscando sedientos y cebados
y no
hay dónde decir
y no
hay dónde acusar
y no
hay dónde vivir
sólo
botas y cárcel
aullido
y cementerio
sólo
ciénaga y ciénaga.
Pero están los que avanzan
los que portan banderas
los que llevan el sol entre las manos
los que tienen el tiempo por delante
y
las ganas
y
el pecho;
para ellos no hay palmeras
para ellos no hay esquinas
ni
almuerzos
ni
teléfonos
ni
cine
ni
montañas.
(Sólo, a veces, la muerte)
Esta es la diferencia entre aquellos que
luchan
por
la libertad
y entre aquellos que luchan por su
supervivencia.
Uno
hace lo que puede. Uno hizo lo que pudo.
Tuvo
suerte, sostienen. Se colgó de un avión
por un
milagro. Tal vez,
tal
vez fuera lo único: cuando ametralladoras
te
eligieron de blanco y te husmearon la huella
sólo
ametralladoras establecen un diálogo
con
algo de sentido.
Pero elegiste huir poniendo tierra en medio
y de algún modo has muerto aunque sigas
viviendo
esa es la diferencia.
Mirar una palmera en Colonia Cuauhtémoc
mientras ruedan los truenos anunciando la
lluvia,
dormir toda una noche
esa es la diferencia.
Enlazar las palabras y lanzarlas al viento
nombrando tus hermanos, reviviendo los
muertos,
viéndolos que caminan, que se han echado a
andar
por entre tus palabras, tus (pequeñas)
palabras,
esa es la diferencia.
Es volver a decir, y gritar, y gritarles;
que el mundo entero sepa, que el mundo
entero sepa,
esa es la diferencia: tu granito de arena.
Pero al irte te has ido, de algún modo te
han muerto.
Uno
anda de rodillas
acusando
y mostrando
denunciando
escribiendo
dando vueltas al grito de victoria
almorzando
paseando.
Uno anda de rodillas: esa es la diferencia.
Carlos
Patiño
Argentino (1934 – 2013)
De: ceremonias (y otros desórdenes)
Ed. Delegación Venustiano Carranza
Subdelegación de Cultura – México - 1983
Obra: de la serie Manos Anónimas - Carlos Alonso
Recordamos al amigo Carlitos, en el día de su nacimiento (21-8-1934)
2 comentarios :
Gracias por recordar al maestro en su día ... y con este poema que tanto lo define.
besos, la maría.
gracias la María. Usted sabe compañera, Carlitos un gran amigo y maestro. Y por sobre todo, coherencia de vida y accionar. Para usted un fuerte abrazo de sus compañeros y amigos.
La Vale y el Fer
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