13 de octubre de 2011
Antes, me refiero a la época en que el libro era un
proyecto embrionario, creía en la trascendencia me-
diante el amor, más concretamente a través del acto
amoroso. Imaginaba que aquellos primeros poemas
decían eso: que podíamos burlar el tiempo y ser una
forma viva de la eternidad.
Hoy me parece insuficiente. Quiero decir que no
me extraña, a esta altura, que semejante proyecto
haya sido un fracaso. Por eso el libro, una vez ter-
minado, se destruye a sí mismo, deshace lo que yo
soñaba como unidad sumamente poética.
Prisionero de su libertad, el libro no supo ser ilegi-
ble. Ahora, desafortunado, busca la misteriosa coin-
cidencia de un lector. Pero sólo le queda el acto,
la obsesiva dicción de su propio poder, apenas la
sombra de un sueño.
Y eso también es insuficiente: que la poesía sea su
desmesurado énfasis.
Javier Adúriz
Argentino (1948 – 2011)
De: “En sombra de elegía”
Ed. Losada – 1979
Foto: Tecnópolis
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