Eugenio Mandrini : Estación Quilmes Estación Quilmes:   Eugenio Mandrini

  Eugenio Mandrini

22 de septiembre de 2010




Una palabra que empieza con A

Esos que de noche ven demasiado con el oído: los asustados
Esos que por órdenes, por fracasos, por hastío, agachan
        la cabeza cada vez más, y uno se pregunta ¿querrán
        morderse el corazón?
Esos que pueden vivir sin mí del mismo modo que yo
        (a veces) no puedo vivir sin sus muertes
Esos que se acuestan con una servilleta al cuello para soñar
        con la Primera Cena: los desmigajados, los convidados a nunca
Esos que mudan los paquetes de la sangre a un carro y se
        golpean los huesos con las coces de un caballo, para que arren
Esos que llevan los roperos al mar y regresan desnudos: los
        ilusos vírgenes
Esos que no pueden dormir porque al despertar oyen relojes
        atrasados: tic-crac tic-crac
Esos que miran caer los contoneos de una hoja de otoño
        y piensan en la devoradora tristeza antes que en los
        bosques del amor
Esos que leyeron el poema de Eluard, juzgaron que faltaba
        oscuridad de aljibe o chillido de desesperación allí, y
        se ponen a nombrar la libertad con un dedo de fuego
        sobre una mole de hielo
Esos que han gastado su último manjar de tabaco y elaboran
        sus propios humos con polvo de diente rechinado
Esos que a pedacitos se cortan las arrugas con tijeras
        porque han visto su respiración perder velocidad
        en los azotes del espejo
Esos que cierran las ventanas temerosos de morir ahogados
        por el polvo que levantan las banderas cuando soplan
        en las calles, y después, arrepentidos, se muerden
        las lágrimas
Esos que dan sus puños solo frente a un momólogo, pero
        secretamente cuentan los abrazos que guardan
Esos que no sobornan a la poesía para que cante como un
        fantasma de oro, sino que la sumergen en lava para que
        explote y aturda con sus silencios al reino de los
        sordos; los mismos que la llevan a que espante a las
        fieras congregadas en las fiestas dominicales y asalte
        los candados que guardan a la inhallable mujer de Dios
Esos que se echan a vivir, sin equipaje, en andenes
        desolados, para saber si después del último tren, bajo
        la noche lustrada por las viejas y empecinadas estrellas,
        volverá a pasar la lluvia con sus latidos de añorado
        corazón: los melancólicos, los del hollín en un ojo,
        los boquiabiertos que tejen la paciencia con sus barbas
Esos que bañan sus lenguas en jugos de pólvora y las
        caricias en océanos de lija, y luego salen a cortejar
        a la muerte, a demorarla
En fin, los trapecistas que hacen reir a los pájaros,
        los suicidas que mueren centenarios en la cama
Para ellos los tesoros
        desenterrados por los locos que cavan en el aire,
        mi almohada de cuero de mortero que hace de pesadillas
        polvo, y en especial una palabra que empieza con A.



Eugenio Mandrini
Argentino – 1936

Poeta, ensayista y guionista de historietas. Fue fundador e integrante de La Sociedad de los Poetas Vivos y es director de la revista "Buenos Aires Tango y lo demás". En 2008 obtuvo el Primer Premio de Poesía "Olga Orozco" por su libro "Conejos en la nieve". Poemarios: "Criaturas de los bosques de papel" (que también incluye cuentos), "Antes que el viento se apague" y "Campo de apariciones".

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