15 de julio de 2010
Nuestros hijos
Nuestros hijos no saben escucharnos
no saben repetir a la perfección aquellas particularidades
si somos delicadísimas
si no queremos perpetuar la especie
nuestros hijos sabrán comprender
quisimos solamente
amarnos entre nosotros.
Entre los órganos a veces genitales,
cuando logramos entendernos en un intercambio lácteo
cuando nada de eso parece ser fluido,
el mundo se parece demasiado a mí y a nuestros hijos.
¿Entonces por qué considerar
o dejar de considerar la posibilidad?
Si alguna vez me preguntaras
no sabría cómo especificar
o dejar de especificar el terror
cuando mis hijos avanzan contra el cielo
el miedo es fatal cuando los oigo venirse
no estamos locas, sabemos diferenciarnos entre nosotras.
La distinción
se basa en un fundamento cuantitativo
reproducir la especie no responde a un simple ritual
¿coger en grupo será una solución sincera?
Si descartamos posibilidades
nuestros hijos no se acordarán de nosotros
tuvimos encanto de sobra y sin embargo
hay bichas en mi sangre ahora.
Zoo, cosmos, caos, ojetes
osos hormigueros que lamen
un nido anillado de hormigas negras en la intemperie
estamos a punto de entrar y entonces
el dolor amenaza con todo
reproducirnos entre nosotras como aquellos corceles
galopar en la tormenta cuando empiezo a fluir exactamente sobre tu espalda
¿nos confundimos de especie?
Lo más sano para la humanidad es que nos confundamos de vez en cuando
cuando amenaza un dolor intenso
nuestros hijos sabrán entender
el tiempo apremia
nos enfermamos cada tanto y cuando volvemos
nosotras nos parecemos tanto
somos los caballos
somos su más pura continuación.
Soñaste con un tremendo lobo
yo me preparo para morir todo el tiempo y sin embargo
hacemos el amor varias veces al día
nos montamos entre nosotros como alces
¿algunos de nuestros hijos podrá reconocerme?
Sabemos pertenecer a la especie, por eso
nos contagiamos repetidamente
la bichada se ha quedado entre nosotras
la reducción habrá sido eficaz si dejamos de preguntarnos
hablemos de lo que sea lo único que quiero es no quedarme en silencio ahora
miles de animales se avecinan despacio.
Adriana Kogan
Nació en Buenos Aires en 1983 y estudia Letras en la UBA. Participa de diferentes encuentros de poesía y colabora de manera estable en la sección de reseñas de Plebella.
0 comentarios :
Publicar un comentario