El tiempo es veloz, la vida escencial; el cuerpo en mis manos me ayudan a estar contigo. Quisa nadie entienda!, vos me tratás como si fuera algo mas que un ser.
Ah!, te acuerdas de ayer?, era tan normal, la vida era vida y el amor no era paz; que extraño!, ahora me siento diferente, pienso que todavía quedan tantas cosas para dar.
Lo ves que todo va, todo creciendo hacia arriba y el sol siempre saldrá mientras que a alquien le queden ganas de amar.
Perdóname amor por tanto hablar, es que quiero ayudar, al mundo cambiar que loco! si realmente se pudiera y todo el mundo se pusiera alguna vez a realizar.
Lo ves que todo va, todo creciendo hacia arriba y el sol siempre saldrá mientras que a alquien le queden ganas de amar.
Perdóname amor por tanto hablar… es que quiero ayudar, al mundo cambiar que loco!
David Lebón Nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1952. Músico y poeta.
El Tío Facundo es un largometraje que se encuentra en fase de preproducción. La película es una comedia de humor negro que está basada en el cuento homónimo del escritor argentino Isidoro Blaisten y su rodaje está programado para finales de este año en Cuba.
Como parte del desarrollo y promoción se realizó un cortometraje que actualmente está siendo presentado en festivales.
http://www.tiofacundofilm.com
EL TÍO FACUNDO (cuento)
PARA QUE SE den cuenta de cómo era mi familia antes de que matásemos al tío Facundo, mejor dicho, antes de que llegase el tío Facundo, les voy a contar lo que decía cada uno de nosotros.
Mamá decía: Los perros presienten cuando se está por morir el dueño, no hay cosa peor que operar con fiebre, la penicilina consume los glóbulos rojos, decía los chicos se deshidratan en verano, decía los varones tiran más para el lado de la madre y las nenas para el padre, decía los chicos de matrimonios separados siempre están tristes, decía los médicos israelitas son los mejores, decía siempre el peor hijo es el que la madre más quiere, decía los que más tienen son los que menos gastan y a lo mejor un pobre, decía pensar que ya tenía el cáncer adentro, decía el empapelado junta bichos, decía antes la gente se moría de gripe.
Papá decía: La natación es el deporte más completo, los alemanes perdieron la guerra en Rusia por el frío, los militares y los marinos son todos cornudos, los viajantes también, la verdad que lo mejor para afeitarse es la navaja, no hay como un buen vaso de vino tinto en invierno, y una cervecita en verano, las flacas suelen ser tremendas, el vino tinto no se toma frío, fumar negros es mucho más sano que fumar rubios, ningún médico opera a su propia señora, si al final todo lo que quiere el obrero es su churrasquito y su vaso de vino, piden limosna y tienen una cuenta en el banco, a los ladrones habría que cortarles las manos y colgarlos en Plaza de Mayo, el mejor abono es la bosta de caballo, la plata está en el campo, al asado hay que comerlo de parado, los del campo no tienen problemas: unos choclos, un par de huevos, matan un pollo y listo.
Mi hermana decía: No hay cosa más linda que ir al cine cuando llueve. Un pájaro solo se muere de tristeza. A los que son blancos el sol los pone colorados en seguida, a los morochos no, van rodando de hombre en hombre y después. Odio las películas que hacen llorar. Me encanta aprender, y aprender. No como algunas que se casan de blanco. No sé la directora para qué insiste con el método global.
Yo decía: La verdad que a la industria alemana hay que sacarle el sombrero. Los japoneses son muy traicioneros. La natación saca músculos flojos. A los tipos chinchudos la bronca se les pasa en seguida. Hasta que no me reciba, nada de novias. Yo lo que quiero es estudiar, la política fuera de la facultad.
Así era mi familia hasta que llegó el tío Facundo.
Papá trabajaba en el ferrocarril, Sección Tráfico de la estación Retiro. Se levantaba a las cinco de la mañana, tomaba mate mientras se leía el Clarín de punta a punta y después caminaba las siete cuadras hasta la estación Saavedra. Mamá cuidaba la casa, regaba las plantas y miraba televisión. Mi hermana hacía pirograbado, era maestra y estudiaba de asistente social. Yo estudiaba Ciencias Económicas y era empleado de Contaduría en Casimires Bonplart.
De chicos, recuerdo que mamá y papá hablaban en voz baja del tío Facundo. Cuando mi hermana o yo nos acercábamos, ellos interrumpían la conversación.
En verano, después de cenar, papá sacaba a la puerta el sillón de mimbre para mamá, la sillita baja para él, la silla vienesa (que yo daba vuelta) para mí, y el sillón plegadizo para mi hermana.
En esas noches, sucedía que cada vez que papá, después de comentar cómo iba la medianera, volvía a contar otra vez de cuando le publicaron su carta de los lectores en Clarín, no sé por qué, mamá siempre hablaba del tío Facundo.
El tío Facundo era el hermano de mamá y de la tía Fermina. Papá no lo conocía ni nosotros tampoco. Cuando mamá se puso de novia con papá, el tío Facundo ya había desaparecido. Cuando tuvimos edad para comprenderlo, mamá nos contó que el tío Facundo se había casado en Casilda y que su mujer había muerto misteriosamente, y que las malas lenguas y la tía Fermina decían que el tío Facundo la había matado. El tío Facundo era la oveja negra de la familia de mamá. La tía Fermina decía que para ella no existía como hermano, y que por su culpa había muerto de disgusto la abuela.
Un día recibimos un telegrama del tío Facundo: “Queridos hermanos y sobrinos: llego viernes 10. Tren internacional Posadas.» Papá no quería recibirlo, pero mamá dijo que a pesar de todo era el hermano, y que el pobre muchacho debía sentirse muy solo, y que si no quería ir a la casa de la tía Fermina y elegía nuestra casa, por algo sería. De manera que el viernes 10 a las 23.45 estábamos todos en la estación Chacarita. El tren venía como con dos horas de atraso y mientras esperábamos en la confitería se armó una discusión.
Papá decía que el tío Facundo era un vago y que si era por unos días podía estar en casa, pero que no se fuera a creer que él lo iba a mantener toda la vida. Mamá y mi hermana decían que basta que uno esté al borde de un precipicio, para que en vez de ayudarlo le pisen los dedos. Yo no decía nada. En eso vino el tren. Nos costó trabajo encontrar al tío Facundo. La única que lo conocía era mamá y nosotros le mirábamos la cara a ella. Por fin lo divisó. Estaba parado contra una columna, aferrando un paquete corno una caja de zapatos entre las manos.
Y entonces, cuando lo ví me pareció que lo conocía desde siempre, desde toda la vida. Es que el tío Facundo daba esa impresión. Y cuando estuvo junto a nosotros, alzó en el aire a mamá, la besó, a papá le dio un abrazo que lo hizo toser, a Angelita la levantó como a una novia, y a mí me apoyó una mano en el hombro sin decirme nada, mirándome como si fuera un cómplice. -¡Vengan, vamos a tomar algo! –exclamó–. Quiero mostrarles unas cosas.
Papá dijo que primero había que retirar el equipaje. Pero el tío Facundo no traía equipaje solamente la caja de zapatos.
En la confitería pidió vino blanco para todos. Mamá y papá se miraron. Salvo papá (un poquito con mucha soda), en casa nadie tomaba vino. Pero mi hermana, que estaba como en las nubes, quería ver a toda costa lo que el tío Facundo había traído y la verdad que todos estábamos intrigados y nos tomarnos todo el vino y hasta dos vueltas. Mamá estaba desconocida y se reía a carcajadas, sobre todo cuando el tío Facundo levantó la tapa de la caja y le entregó el mantón paraguayo tejido en encaje de ñandutí por las indias, era de unos colores impresionantes, hermoso, era algo que mamá había ambicionado toda la vida.
Y esa noche, el tío Facundo nos conquistó a todos, A todos nos regaló las cosas que ambicionamos toda la vida. A papá una caja de habanos. Habanos de La Habana. Los mejores, los más caros, no los apestosos charutos que Michelim le traía de Brasil. Habanos.
A mi hermana le regaló un anillo y un collar haciendo juego. Los eslabones entraban unos adentro de otro y se achicaban y se alargaban y cuando se cerraban quedaba un aguamarina colgando entre los eslabones de oro y plata. Mi hermana pegó un salto y le dio un beso.
Cuando me entregó el cuchillo creo que me sentí mal. Era una daga de hoja Solingen Arbolito, cabo y vaina de plata con incrustaciones de oro, cincelado con un trabajo como jamás volví a ver otro igual.
Nos tomarnos otra vuelta de vino. Papá pagó y nos fuimos a casa en taxi. Y esa noche, salvo el tío Facundo, nadie en casa pudo dormir.
Esa fue la primera batalla que nos ganó el tío Facundo. A veces pienso de qué le sirvió. Pero también pienso de qué nos sirvió a nosotros haberlo matado. De qué le sirvió a mamá el haberlo ahogado con la almohada, de qué le sirvió a papá el haberlo estrangulado y a mí clavarle el cuchillo que me regaló, entre el esternón y los grandes vasos, mientras mi hermana le cortaba las venas con una yilé.
De qué nos sirvió todo eso, pienso, si el tío Facundo sigue estando ahí, incrustado en la pared del patio, de costado, como un nadador, reducido quizás, o quizá quede el hueco de la carne, mientras la argamasa sigue calcinándose al sol, y el tío Facundo sigue metido adentro de la pared… Pero eso fue después, mucho después, cuando no nos quedó otro remedio que matarlo.
Al día siguiente de aquella noche memorable, el tío Facundo fue el primero en levantarse. Y esto fue también memorable, porque en todo el tiempo transcurrido hasta su muerte (y ahí precisamente) siempre fue necesario despertarlo durante largo rato.
Era sábado y el tío Facundo fue al patio y junto a la pared medianera que después iba a ser su tumba, encontró las latas vacías de brea y encontró las herramientas y con eso le construyó a mamá una especie de estantería para el sucucho, y después fue a despertarla con un mate.
Al mediodía, cuando todos nos levantarnos y vimos lo que el tío Facundo había hecho, nos quedamos maravillados de su habilidad manual y entonces recuerdo que él nos dijo que el verdadero trabajo es el que se hace con las manos, y que lo demás, los números y los papeles, son un simulacro y una cobardía.
Ese almuerzo fue una fiesta. El tío Facundo se la pasó contándonos cómo había recolectado el arroz en Entre Ríos y las anécdotas de las estancias de Corrientes donde había trabajado. Pero lo más gracioso fue cuando nos contó las cosas que había hecho cuando fue sepulturero en Casilda y mandó a mi hermana a comprar dos botellas más de vino. Después mamá, con los ojos brillantes, propuso jugar a la lotería, pero el tío Facundo dijo que mucho mejor era el póker y todos nos miramos porque nadie sabía y después estaba el problema del mazo.
Entonces mamá preguntó cómo eran las barajas y el tío Facundo le explicó y mamá fue a buscar al ropero y vino con toda una caja intacta que tenía un dominó, una perinola, dos mazos y las fichas, que había comprado en la liquidación de Gath y Chaves.
–¿Son éstas? –preguntó, mientras les sacaba el papel de celofán. Por suerte eran, y el tío Facundo nos enseñó a jugar y el póker nos resultó el juego más maravilloso y apasionante que habíamos conocido en nuestra vida, y primero las fichas no tenían valor y después les pusimos diez pesos, y después cincuenta y después cien y papá mandó a mi hermana a traer dos botellas más de vino, pero el tío Facundo dijo que mejor era traer dos de cubana, y cuando Angelita estaba por salir cayó la tía Fermina.
Cuando la tía Fermina vio lo que había sobre la mesa, casi se muere. Ni siquiera saludó al tío después de tantos años. Lo insultó, le dijo de todo. Mamá, que parecía medio borracha, salió en su defensa. Papá movía la cabeza como ausente y decía: –Haya paz. Haya paz.
Pero de pronto papá se levantó y le tiró un bofetón a mi hermana por encima de la mesa, y desparramó todo, las fichas y la plata, y gritaba como un desaforado: –¡Pero qué esperás, estúpida, traé la cubana de una vez!
Era la primera vez en mi vida que veía a papá levantarle la mano a mi hermana. Angelita salió corriendo para el almacén, y el tío Facundo se levantó y se fue al patio y se quedó fumando junto a la medianera, mirando las estrellas que ya empezaban a aparecer.
Ahora que lo pienso, parecía que el tío Facundo sintiera predilección por esa pared donde ahora está empotrado, de perfil y rodeado de ladrillos con la boca y los ojos llenos de cemento, aunque a lo mejor ahora no quede más que el aire rodeando al esqueleto… En fin, habría que golpear esa pared.
Bueno, al final la tía Fermina se fue, y al principio nadie tenía apetito, pero después, el tío Facundo empezó a contar chistes y mandó a mi hermana a buscar dos botellas más de vino y le enseñé a mamá a preparar los saltimboquis a la romana y cenamos como reyes y continuamos con el póker, nos tomamos también las dos botellas de cubana y seguimos jugando al póker hasta las seis de la mañana. Al día siguiente los vecinos se quejaron y papá, que por primera vez en su vida había faltado al trabajo, le quiso pegar a Michelini.
Y así empezó todo. Papá y el tío Facundo iban todos los sábados y domingos a las carreras. Mamá les daba sus ahorros para que jugasen. Angelita trajo a todas sus maestras amigas y el tío Facundo les enseñaba a bailar el tango y después se acostaba con ellas. Mamá era feliz como una descosida y salía todas las noches con el joven poeta, y el tío Facundo decía que eso era bueno, que era salud y era la vida, que en la vida las cosas había que matarlas viviendo, que la belleza y la pornografía debían ir juntas y que el gran problema de la gente, cuando no había guerras, era que se aburría. Por eso, decía, los vecinos se pasaban la vida en la puerta viviendo de la vida de los demás, que los chismes eran una forma del romanticismo frustrado y que la gente consumía revistas de crimen y pornografía porque lo necesitaban, porque le suplían la vida, porque la verdadera vida era un vendaval. Yo traje a los muchachos de la facultad para que lo escuchasen.
Hasta ahí todo podría haber seguido muy bien. Papá, que siempre fue un tipo incapaz de matar una mosca, le había roto el alma a casi todos los vecinos, y primero entraron por la variante de respetarlo y después se hicieron habitués y lo seguían a papá admirando sus cuadros. Papá había descubierto su “vocación dormida”, como decía el tío Facundo, y sus cuadros estaban por toda la casa, y Michelíni venía a casa y se quedaba mirándolos largas horas. A veces los ojos se le nublaban, lo palmeaba en la espalda a papá y se iba en silencio.
Yo habla cambiado, sentía que emitía un magnetismo personal. Las chicas de la facultad me adoraban y venían a casa. Todos vivíamos. No había un minuto, ni un resquicio donde tuviéramos que pensar lo que podríamos hacer. Todo estaba como aceitado de vida. Por las noches se bailaba, se jugaba al póker, se escuchaba al tío Facundo, mamá leía las últimas cosas del joven poeta, papá pintaba, leía la fija, se peleaba. Todos vivíamos.
Pero a mi hermana se le dio por hacerse la intelectual de izquierda y ahí empezó la toma de conciencia. Primero empezó con el sensualismo embrutecedor de la burguesía, y después siguió con el diálogo entre católicos y marxistas. Papá a toda costa quería pegarle. Entonces Angelita se alió con la tía Fermina. La tía Fermina vivía masticándose el odio. Desde que apareció el tío Facundo, quiso venir a casa con su prédica, dos o tres veces, pero le tenía miedo a papá, que cada vez que la veía le quería pegar. Y ésta fue su gran oportunidad. Lo primero que hizo la tía Fermina, ayudada por mi hermana, fue introducirse un domingo en casa, mientras todos dormíamos, y con la espátula destrozó todos los cuadros de papá.
Pobre papá. Parecía el retrato de Dorian Gray. Yo recuerdo su semblante cuando vio los lienzos cortajeados, los pomos vacíos, los bastidores pisoteados. No dijo nada, ni una palabra. Pero el lunes volvió a ser el mismo de antes. Se levantaba a las cinco, tomaba mate, se leía el Clarín de punta a punta y a la noche se iba a la puerta con la sillita baja, mientras adentro todos bailábamos, o jugábamos al póker, o escuchábamos las poesías del joven poeta Y entonces, papá también tomó conciencia, y se alió con mi hermana y la tía Fermina. De cualquier forma, aún antes de que la tía Fermina diera el próximo paso, antes de que me convenciera a mí (porque mamá fue la última en rendirse, aun cuando fue la que demostró más saña cuando ahogó al tío Facundo con la almohada), aún antes de que papá fuera ganado por la tía Fermina, digo, algo había comenzado a romperse, algo que le facilitó las cosas a la tía Fermina. Era el verlo a papá como un marciano, distinto, caminando entre nosotros, explicando cómo los alemanes perdieron la guerra en Rusia por el frío, mientras los que quedábamos junto al tío Facundo vivíamos. Y a la tía Fermina no le fue difícil conquistarme.
Y ya la vida comenzó a declinar. Pero mamá era irreductible. Era la amante del joven poeta (que según el tío Facundo veía en ella a la madre y a la mujer). El muchacho estaba enloquecido por mamá y le escribía unos poemas maravillosos, pero mamá estaba sola. Y entonces la tía Fermina triunfó. La agarró a mamá y le planteó el dilema: –Sos la única que queda. O matamos a Facundo o matamos al poeta.
Venció el amor. Esa noche decidimos matar al tío Facundo. Lo encontramos dormido, con una sonrisa inolvidable. Papá lo estranguló y yo le di la primera puñalada entre el esternón y los grandes vasos. Mi hermana le abrió las venas con la yilé. La tía Fermina organizaba todo. Nos costó trabajo desprender a mamá, que quería seguir ahogándolo con la almohada. Después lo pusimos de costado y levantamos la medianera alrededor de él. Y eso es todo.
Y ahora que el tío Facundo está ahí muerto, metido en esa pared para siempre, calcinándose al sol, no puedo dejar de mirarla con cierta melancolía, sobre todo en las noches de verano, cuando papá saca a la puerta el sillón de mimbre para mamá, la sillita baja para él, la silla vienesa (que yo doy vuelta) para mí, y el sillón plegadizo para mi hermana, y mamá dice: los perros presienten cuando está por morir el dueño, y papá dice: la plata está en el campo, y mi hermana dice: no sé la directora para qué insiste con un método global, y yo digo: los japoneses son muy traicioneros.
¿Y vos? ¿Oíste? ¿Estás de alumno también? ¿Vas a clases? ¿Cursas materias? ¿Entregas a tiempo tus parciales? ¿Oíste acaso el sonido del poema en un cuarto lleno de gente, en una casa llena de gente, en un aula, una mugrienta sala llena de gente, oíste acaso el sonido del poema? ¿Lo oíste? Yo lo oí. Escuché el eco formando el espacio atravesado, formando el espacio atravesado, formando el espacio, ¿Lo oíste? ¿Acaso alguna vez creíste realmente estar escribiendo en el espacio informe, el sonido del poema? ¿Lo oíste? ¿Lo escuchaste? Yo lo oí. Me mantuve con el lápiz apretado a la garganta entre silla y silla del rectángulo, creyendo observar el acto nimio de las minorías, el reservado para pocos. En tu lugar, tu mentira de cuarto intimo donde decís escribir la poesía que escribís, ¿Lo oíste? ¿Acaso oíste el sonido del poema? ¿Oíste el sonido de la palabra mordiendo la palabra? ¿Lo oíste? Yo lo oí. No fue una musa soplándome al oído, fue la soriasis literaria corriéndome por el cuerpo, la gangrena mas limpia y clara. Yo lo oí. ¿Vos lo oíste? Ahí, caminando por tu calle, que alguna vez, estuviste en tu calle, que alguna vez, pasaste por esa calle. Y te vino el ansia de escribir ese poema descriptivo sobre las aves, el cuerpo, el deseo y la perdida, ¿Realmente creíste escucharlo? ¿Lo oíste? ¿Lo oíste? Canalla ¿Lo oíste? Yo lo oí. Y fue la única posibilidad de voz. Yo lo oí. Y fue la única posibilidad de voto. ¿Lo oíste? ¿Realmente vas a decirme que lo oíste? Que tuviste el tiempo entre deporte y deporte entre postura y apostura, entre curso y discurso de cómo mejorar en el arte literario, de cómo mejorar en el arte posmoderno, de cómo mejorar, de cómo mejorar, de cómo mejorar, ¿Lo oíste? ¿Alguien te dijo que como pan debajo del brazo traías lo nuevo? ¿Tu novia te comentó acaso, lo bello que era tu poema en el que rememorabas los pixies? ¿Realmente creíste escucharlo? Desde el cable pelado de tu viejo auricular, entre dato y dato de tu wi-fi, ¿Lo oíste? Yo lo oí. Y obligó a mis manos a decir. Yo lo oí. Y me dio a entender que para decir, había que tener algo que decir. ¿Vos lo oíste? ¿Vos lo oíste? ¿Oíste el punto en el que el poema se abre de su alma codificada y señala el centro? ¿Oíste el hueco de silencio marcando la señal de partida? ¿Lo oíste? ¿Lo escuchaste corrompiendo tu carácter crépito? Yo lo oí.
Un poema inedito del poeta Sébastian Kirzner, con la colaboración del escritor y performer Diego Arbit.
Sébastian Kirzner Nació en 1985. Poeta, performer y director de Mirador Literario, Videoteca Literaria Independiente. Ha publicado los libros: Dirty Ganga (Alambrados, 2008); Levitación y sopor (Alambrados, 2008) y Axiomas nocturnos (Milena Caserola, 2008).
Como no paraba de garuar años y años quedamos mirando la vereda por habernos venido sin pilotos. Los puchos llegaban hasta el techo y el mal olor, las miradas corrosivas del mozo tensaban demasiado el ambiente. Ya no sabíamos de qué hablar: de tanto repetirlas, las historias pasaban a decir otras cosas y afuera todo era mojado y brillaba el gris en sus diversas gamas igual que cuando uno era chico y no se podía salir a jugar
Si fuera posible
Haríamos una tiendita bajo la sábana como para pasar todo el invierno acurrucados Yo emprendería cada tanto incursiones para obtener las provisiones necesarias Dispuesto incluso a enfrentar las cucarachas u otros habitantes del mundo exterior Y te relataría después la aventura mientras junto a la puerta se amontonan los diarios (que el viento al fin dispersará como a otras tantas cosas de otros) y vamos a amarnos sin apuro hasta que algún misil perfore la carpa o una de las colillas que nunca sé cómo apagar
Daniel Freidemberg Nació en 1945 en Resistencia (provincia de Chaco). Desde 1966 reside en Buenos Aires. Poeta, crítico literario y periodista. Integra el Consejo de Dirección de la revista trimestral Diario de Poesía. También ha escrito canciones con Juan "Tata" Cedrón, grabadas por el Cuarteto Cedrón. Publicó Blues del que vuelve solo a casa (Buenos Aires, 1973), Diario en la Crisis (Buenos Aires,1986), Lo espeso real (Buenos Aires,1996) y La sonatita que haga fondo al caos (antología, Santiago de Chile, 1997). Ensayo: La poesía del Cincuenta (1981), La palabra a prueba (1993).
voy en caminante en caminando reordenando los espejos donde nos miro y te especifico literatura de desborde exaltando las violáceas el porvenir eso, el porvenir cómo seré el de entonces el caminante bisel el que conjuntiva las manos un centinela lupa de esquizofrenia un libro abierto tenue bajo las palmeras cómo seré cómo seré el que conociste atiborrante e impreciso cubierto de enfermos abriles adelantados y un insomnio atroz en la corbata desfile de monogramas enfrente a tu polimórfica obsesión de candiles y resolanas y cómo seré cómo estaré siendo ahora en tu lenguaje patrimonio de asteroides circunvuelos a un trapecio desde donde cantabas tengo nidos, nidos en el alma y yo qué respiro cómo estaré siendo cómo seré el de entonces en esta desbandada de palabras vulcanitas
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fuera de tu sistema de sombras cuelga el pañuelo a la silla
la heladera se refugia en el vacío de las ollas
tu ropa trascendente se arruga cerca de los broches
ahora se discute: puedo creer en los peces pero no corretearlos, eso me da la premisa de que un gato por más inoportuno e inasible que pueda ser se revolotea realmente por los aparatejos entre el colchón entre los elefantes de adorno y eso me airifica me sustrae me da vida, no es por los peces en realidad no les temo no me incomodan y creo que por no incomodarme tampoco me inquietan y vos viste viste lo que es un gato así que no es contra el aleteo es por el misterio del felino mismo
pesco una almohada de tu lago naranja y lo demás todo lo demás sólo es encimarte
la palabra soledad suena agradable si es que pensamos en su sonido... ahora bien, yo les propongo que cierren los ojos y piensen la soledad desde los ojos cerrados a ver si pueden encerrar en una sola cesta expresiva toda esa espantosa masacre que espectra al hombre en la atadura de las vértebras y lo vence haciéndolo invisible y lo justifica en lo innecesario de su devoradura; ¿qué será la soledad para mis hijos? ¿qué soledad pensaré el día que la lengua se me aturda?
Renzo Cecenarro Nació en Catamarca. Es poeta y músico. Cursa el profesorado de letras en la Universidad Nacional de Tucumán.
La madre de mi abuela la abuela de mi madre la nada mía bailando flamenco sola en su habitación.
Golpeando los tacos contra las cintas de madera.
Atornillando sus lunares al piso como un berrinche
una y otra vez.
687 KM
Que la misma palabra en otra lengua No funcione por traducción Sino por sinónimo.
Así como dos calles de igual nombre En dos ciudades distintas Sean la misma. Y caminar por una equivalga A andar la otra.
Por ejemplo: Bajar Las Heras en Bahía Blanca, Pasar frente al hospital Materinidad del Sur Donde mi abuelo alguna vez Desahogó la doble vuelta De mi cordón umbilical, Sea igual Remontar avenida Las Heras en Buenos Aires, Con su parque, sus maratonistas, sus palos borrachos Y esas flores como fucsias estrellados En el verde - sólo color sobre color –
La matemática Sólo rige Las matemáticas.
Ni siquiera los números.
Así la poesía Se aplica por teorema Sólo a la poesía.
Ni siquiera a las palabras.
Valeria Tentoni Argentina – 1985 De: “Martingala” Semilla – 2010
Nació en Bahía Blanca en 1985. Actualmente reside en Bs. As. donde está finalizando su carrera de abogacía. Se formó en el taller literario de Alberto Laiseca. Fundó y dirigió la revista “La Quetrófila” durante 2007 y 2008. Desde 2009 junto a Natalia Molina y Diego Rosake co-edita la revista “El Monstruo de la Ría” Poemarios: “Batalla Sonora” (Ed. Manual Ediciones de Rancagua – 2009). Está a punto de publicar su próximo libro: “Ne bis in idem” por Hemisferio derecho ediciones.
Tú no sabes, mi delicada bailarina, el amargo sabor a luto que tiene la tierra donde mi corazón humea. Si alguien toca a la puerta, nunca sabes si es la vida o la muerte la que pide una limosna. Si sales a la calle, puede que nunca más regresen los pasos a cruzar el umbral de la casa donde vives. Si escribes un poema, puede que mañana te sirva de epitafio. Si el día está hermoso y ríes, puede que la noche te encuentre en una celda. Si besas a la luna, que acaricia tu hombro, puede que un cuchillo de sal nazca de madrugada en tus pupilas. Amargo sabor a luto tiene la tierra donde vivo, mi dulce bailarina. Sabes, creo que he retornado a mi país tan solo para morir. Y en verdad, no lo comprendo todavía.
Otto René Castillo Guatemala (1936 – 1967)
De: “Anillo de Silencio” Centroamérica en la poesía – Selección de Jorge Boccanera Ediciones Desde la Gente – 2009
Obtuvo el Premio Centroamericano de Poesía en 1955, compartido con Roque Dalton y el Premio internacional de Poesía en 1957. Dirigente estudiantil y avezado estudiante en universidades de su país y Europa, participa en la lucha armada. Herido en combate, fue capturado y quemado vivo. Libros publicados: “Tecún Umán” (1964) y “Vámonos patria a caminar” (1965)- “Poemas” (1971) e “Informe de una injusticia” (1975) son dos de sus antologías póstum
Cierta vez en la mañana de un país de montañas azules, miraba yo esas nubes pequeñas, que suelen quedar como prendidas de las piedras en la mitad del cerro. El aire, ausente. Mas arriba, un cielo azul, abajo, la tierra dura, y cálida. Alguien me dijo unas raras palabras refiriéndose a esas nubecitas blancas, quizá lejanas ya, que embellecían el paisaje... Eso, que usted está mirando, no son nubes, amigo. Yo creo que son vidalas olvidadas, esperando que alguien comprenda su silencio, entienda su palabra, intuya su canción. Poco tiempo después de ese momento que no se puede traducir cabalmente, porque está más allá de nuestro entendimiento, nació la vidala del silencio.
Atahualpa Yupanqui Argentino (1908 – 1992)
Héctor Roberto Chavero fue su nombre, pero el mundo lo conoce como Atahualpa Yupanqui. Cantautor argentino. Durante años actuó sin descanso en numerosas ciudades de su patria, hasta que en la década de 1940 conoció el éxito como poeta renovador de la música folclórica argentina, y en 1948 se exilió a París desde donde inició una brillante carrera internacional. Autor de más de 1.500 canciones, se hizo famoso con temas como Caminito del indio, Nostalgia tucumana, Los ejes de mi carreta, Zamba del adiós, Huajira, Viento, viento, Campo abierto o El payador perseguidor. Entre su producción lírica cabe destacar Piedra sola (1950) y Guitarra (1958). También fue un notable prosista. Muchas de sus composiciones, de hondo lirismo y crítica abierta a las condiciones sociales de América Latina, figuran en el repertorio de grandes intérpretes mundiales de la canción.
Obra: Retrato de Atahualpa Yupanqui por Guayasamin
Alguna vez dijiste: Dios nunca se enferma porque podría morir como los hombres Dios ha conservado en sus manos el poder de la Muerte para que nadie pueda sobornarla.
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Pero no dijiste: Dios es el mundo donde todas las noches el hombre se pierde en el espejo para huir del exilio.
Dios ha transferido la llave de este mundo, que acciona sin palabras para que se cumpla el poder de la Muerte.
(1993)
Juan Jacobo Bajarlía Argentino (1914 – 2005)
De: “25 poetas argentinos contemporáneos” Ed. Papiro – 2005 Fue uno de los introductores del vanguardismo en la Argentina. Entre 1948 y 1956 dirigió la revista Contemporánea y formó parte, en 1944, del Movimiento de Arte Concreto-Invención, junto con Gyula Kosice, Edgar Bayley, Carmelo Arden Quin y Tomás Maldonado, entre otros. También, en 1983, dirigió la revista Referente/el Ojo que mira. Sus primeros libros que datan de los años 40, Prohombres de la argentinidad y Romances de la guerra, fueron excluidos de su bibliografía.
Entre su vastísima obra se encuentran: “Estereopoemas” (1950); “La Gorgona” (1953); “Canto a la destrucción” (1968); “Nuevos límites del infierno” (1972); “El poeta y el exilio” (1990); Obtuvo la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores el mismo año en el que se la adjudicaron a Adolfo Bioy Casares (1962). Luego se sucedieron los grandes premios: el del Instituto del Nuevo Mundo de la Facultad de Filosofía y Humanidades de Córdoba, dirigida por Juan Larrea acerca de César Vallejo (1963), el Mystery Magazine Ellery Queen's (1964), el Konex de Platino (1984), el Premio Municipal de Teatro (1962), el Premio del Fondo Nacional de las Artes (1962), 2¼ Premio Municipal de Narrativa (1969), Premio Boris Vian (1996), Premio Leopoldo Alas ("Clarín") (1971).
Fue vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Falleció en la Ciudad de Buenos Aires el 22 de Julio de 2005, a los 91 años.
Tuve hambre todos los años; mi mediodía vino a comer; yo, temblando, me acerqué a la mesa, y probé el vino curioso.
Esto fue en mesas que vi, cuando volviendo, hambrienta, sola, miré por la ventana la riqueza que no podía esperar poseer.
Yo no conocía el pan generoso; era tan distinto de la migaja que los pájaros y yo a menudo compartimos en el comedor de la Naturaleza.
La hartura me hizo daño – era tan nueva –, me sentí mal y extraña, como baya de un árbol montañés trasplantado al camino.
Mi yo tenía hambre; así descubrí que el hambre era una manera de ser de los que están del lado de afuera de las ventanas, que los que entran llevan consigo.
Nació en 1830, en Amherst, Massachusetts, Estados Unidos. Estudió en la academia de Amherst y en el seminario femenino de Mount Holyoke. De hondo e introvertido lirismo, reflejo de una existencia sin exteriores, fue precursora del "Imaginismo". Escribió más de mil poemas breves, de rima regular y métrica simple, siempre en torno al amor, la naturaleza y la muerte. Sólo dos de sus poemas fueron publicados en vida, aunque sin su consentimiento. Su obra se editó, póstuma, a partir de 1890. En 1924 se publicaron sus Complete Poems.
Esta inesperada redondez este perder mi cintura de ánfora y hacerme tinaja, ese regresar al barro, al sol, al aguacero y entender cómo germina la semilla en la humedad caliente de mi tierra.
Espejito de mano
Después de tantos años, mi abuela Lisa regresa con sus asombrados ojos oscuros y tristones y se asoma - grácil Narciso – a su pequeño estanque de plata, a su óvalo mágico, a su luna de cristal cortado, ocupando ese rostro cada vez más suyo y menos mío.
Daisy Zamora Nicaragua – 1950
De: “Anillo de silencio” Centroamérica en la Poesía – Selección de Jorge Boccanera Ed. Desde la Gente – 2009
Premio de Poesía mariano Fiallos Gil de la Universidad Autónoma de Nicaragua en 1977. Combatiente sandinista, fue viceministro de Cultura del gobierno revolucionario de Nicaragua. Libros: “La violenta espuma” (1981); “En limpio se escribe la vida” (1988). Coordinó la antología: “la mujer nicaragüense en la poesía” (1992)
Obra: Vilma Villaverde 1º premio nacional de esc-ceramica
Creo en mi pueblo que por quinientos años ha sido explotado sin descanso creo en sus hijos concebidos en la lucha y la miseria padecieron bajo el poder de los Poncio Pilatos fueron martirizados secuestrados inmolados descendieron a los infiernos de la "Media Luna" algunos resucitaron entre los muertos se incorporaron de nuevo a la guerrilla subieron a la montaña y desde allí han de venir a juzgar a sus verdugos. Creo en la hermandad de los pueblos en la unión de Centro América en las vacas azules de Chagall en los cronopios No sé si creo en el perdón de los escuadrones de la muerte pero sí en la resurrección de los oprimidos en la iglesia del pueblo en el poder del pueblo por los siglos de los siglos. Amén.
Claribel Alegría El Salvador – 1924
De: “Anillo de silencio” Centroamérica en la Poesía – Selección: Jorge Boccanera Ediciones Desde la Gente – 2009
Nació en Nicaragua y antes del año se fue a vivir a El Salvador. Poeta, narradora, ensayista, su obra comprende: “Anillo de silencio” (1948); “Suite” (1950); “Vigilias” (1953); “Huésped de mi tiempo” (1961); “Vía única” (1965); “Aprendizaje” (1970); “Pagaré a cobrar” (1973); “Sobrevivo” (1978); “Suma y sigue” (1981); “Flores del volcán” (1982); “La mujer del río Sumpul” (1987), etc. Acaba de publicar su libro autobiográfico: “Mágica tribu” (2008).
Obra: Clamando al cielo de Ricardo G. Ibrahim Artista quilmeño radicado en España.
En la curva del salto rujo Vil cazador aún no ha nacido el rey que ha de contra mis manchas
Yo estoy dentro del bosque dentro del tiempo.
Y él afuera temiéndome sentado sobre mi piel.
Decir
Cuando recibo una palabra inesperada la retengo y vigilo sus diferentes porvenires hasta que alguno de ellos de pronto se recuerda se incorpora y no hay palabra ya sino un gran viento que me empuña.
Amelia Biagioni Argentina (1916 – 2000)
De: “Poetas americanas” Ed. Leviatán – 1998
Nació en Gálvez, provincia de Santa Fe, en 1916, y se recibió de profesora de literatura. Ejerció la docencia mientras practicaba, casi secretamente, el culto de la poesía. A instancias de José Pedroni, se dio a conocer en 1954 con el libro "Sonata de soledad", que obtuvo una faja de honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Con ese libro bajo el brazo vino a Buenos Aires y aquí se desempeñó como docente. Se jubiló siendo vicerrectora de un colegio de San Telmo. En aquella etapa aparecieron dos poemarios, "La llave" (1958) y "El humo" (1967), en los que se mostró testigo implacable de su propia aventura interior. Luego editó : "Las cacerías" (1976); "Estaciones de Van Gogh" (1984) y "Región de fugas" (1995). Falleció en el año 2000 y la editorial Adriana Hidalgo sacó su Poesía completa en 2009.
El joven poeta murmuró cerrando el libro de Apollinaire: “Este sí es un poeta...” Y Apollinaire, el soldado polaco Wilhelm Apollinaris de Kostrowitzky, enterrado hasta la cintura en el fango de la trinchera cerca de Lyon, mirando la noche estrellada del 4 de agosto de 1914, la tierra seca, florecida de estacas y alambre de púas, sembrada de minas esa noche de 1914, mirando las bengalas azules, rojas, verdes en el cielo envenenado por los gases apretó el húmedo librito de Rimbaud mientras sobre su cabeza pasaban silbando los obuses. Y Rimbaud, haciendo sus maletas en Charleville, echó junto a su ropa los versos de Villon. Y Villon, el doce veces condenado, el apócrifo, el inédito, pensó ante el patíbulo en las tres cosas que más había amado: su mujer Christine, su leyenda, la de él, la de Villon, y el borroso recuerdo de unos versos que hablaban de la noche del 711 en que Taric se apoderó de Gibraltar. Y el sombrío poeta árabe que escribió aquellos versos la calurosa noche del 711 apoyándose en la cimitarra imitaba los versos que su abuelo le leía en la lejana Argel; y el abuelo de Argel había leído a Imru-ul-Qais, al que Mahoma consideraba el primer gran poeta árabe; lo había leído una interminable jornada en el desierto de Sahara (más húmedo ahora que entonces) en la lenta marcha de los camellos y las teas encendidas. Y es probable que Imru-ul-Qais escribiera en la lengua de Alá imitaciones de Horacio. Y Horacio admiraba a Virgilio, y Virgilio aprendió en Homero, y Homero, el ciego, repetía en hexámetros los extraños poemas que se susurraban al oído los amantes en las estrechas calles de Babilonia y Susa, y en Babilonia y Susa los poetas imitaban los versos de los hititas de Bog Haz Keui y de la capital egipcia de Tell El Amarna, y los poetas del 4000 a.n.e. imitaban a los poetas del 5000 a.n.e. hasta que el hombre de Pekín, en la húmeda caverna de Chou-Tien viendo arder lentamente sobre las brasas el anca de un venado, gruñó los versos que le dictaba desde el futuro un joven poeta que murmuraba cerrando un libro de Apollinaire.
Habana, 6 III, 69
Luis Rogelio Noguera Cuba (1945 – 1985)
De: “Cuarenta años de poesía en el Premio Casa de las Américas” (1959 – 1999) Ed. Hiperión – 1998 Poeta, narrador y guionista de cine. Lic. En Letras por la Universidad de La Habana. Obtuvo el premio “David” de poesía de la UNEAC en 1967, el premio nacional de novela “Cirilo Villaverde” en 1977 y el Premio Casa de las Américas de poesía en 1981. Publicó en poesía: “Cabeza de zanahoria” (1967); “Las quince mil vidas del caminante” (1977); “Imitación de la vida” (1981); “El último caso del inspector” (1983) y los póstumos: “Nada del otro mundo” (1988); “A la hora señalada” (1988); “Hay muchos modos de jugar” (1989) y “Las palabras vuelven” (1994).
Trocitos de grandes sueños renacen en el círculo pequeño de ilusiones posibles. Como perfectos círculos matemáticos por momentos se entrelazan y se acercan a mi mano o se esfuman para luego regresar. Vuelvo a encontrarlos derrotados clamando rebeldías una vez más por este maldito día en donde ya no sueño.
En medio de la vida
A Joaquín Gianuzzi: “Por alguna razón”
Compré cerveza fría me aseguré que en la guantera la vida me esperaba. Viajé bebí y ahora estoy de vuelta.
Puse mis pies en el sobrante del asiento condenado en la noche clamé tomé salté asalté caí salí.
Podría ser otro y soy yo es toda la respuesta que me puedo ofrecer.
Sobre la cama mi sombra escupe decepciones y reclama.
Quizás nadie resuelve un destino privado
me queda tan solo eso.
Una parte de mi vida se cansó al empezar un resto que por alguna razón nunca me atreví a apurar
hasta el final perdura.
Eduardo Pocztaruk Inéditos De "en medio de la vida" de próxima edición.
Nació en Carmen de Areco en 1962, vive en Bs. As desde que vino a estudiar a la Universidad. Es Contador Público, Poeta y Murguero. Escribió dos obras para espectáculo de murga presentada en teatro Paginas Vacías (registrado en Argentores año 2004)y Sueños Personajes y Versos (registrado año 2005 en argentores). Estos poemas son inéditos y forman parte de mi primer libro de próxima edición "En medio de la vida"
Llevo puesta mi casa. Ella me ciñe hasta los pies Igual a un relámpago O a una enredadera. La llevo a todas partes Como a una piel más última O un vestido perfecto (ese que nos quitamos para morir) Sin embargo Sé que cuando me vaya, Ella quedará plantada en su sitio De este lado del viento, Temblorosa Como un perro que muerde Los lugares vacíos. (y su callar se oirá desde mi ausencia)
Dora Hoffmann Nació en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos. Publicó dos poemarios: “Los habitantes de la memoria” (1975) y “Cuaderno de viaje” (1977). Póstumamente, en marzo de 1981, apareció su libro “La casa y otras ausencias”. Desde el prólogo Emma Barrandeguy dice: “Aquí están sus motivos: la casa, el tren, la ventana, los espejos, el jardín, la nostalgia.
Obra: Xilografía de J. Eloisa Romero, ilustradora de "La casa y otras ausencias"
Un broche de aguamarina y una esterlina te regaló. Tu negro, que era muy pobre, no tuvo un cobre para el amor. Un pardo de ropa fina para tu ruina te convenció. Yo digo que una mulata, por oro y plata se enamoró.
¡Ay! Late que late, y el cuero del parche bate con manos de chocolate, el negro que la perdió; rueda que rueda, lo mismo que una moneda, con ropas de tul y seda, la negra que le mintió. Todos los cueros están doblando, Pero sus ojos están llorando, que un pardo de cuello duro fumando un puro se la llevó.
¡Ay! Siga que siga, no sufras ni la maldigas que el cielo también castiga la culpa de la ambición. La manos en la tambora mientras tu pena, llora que llora. Yo digo que es un tesoro de plata y oro tu corazón.
Tu corazón. Tu corazón.
Un broche y una esterlina fueron la ruina de una pasión. Un pardo con diez monedas forró de seda tu corazón. La plata siempre es la plata que hiere y mata sin compasión, yo digo que una mulata por oro y plata se enamoró... ay...
Homero Manzi Argentino (1907 – 1951)
Homero Nicolás Manzione Prestera fue un letrista y director de cine argentino, autor de tangos y milongas muy famosos. Fue el quinto hijo de un modesto hacendado y llegaría a tener ocho hermanos. Se crió en Añatuya, provincia de Santiago del Estero hasta los nueve años; cuando fue trasladado por su madre a Buenos Aires en tanto el padre trabajaba en Añatuya. En Buenos Aires, trabó amistad con Cátulo Castillo, quien sería otro destacado letrista de tango. Bajo su influencia, y sobre todo de su padre José González Castillo, un escritor de cierto renombre, se dedicó a la literatura. Aún adolescente se introdujo en el teatro, escribió, dirigió y actuó en producciones locales. Mientras, comenzó su actividad de letrista. El renovado contacto con los géneros folclóricos lo estimuló, junto con Sebastián Piana, a revalorizar el alicaído género de la milonga. Su Milonga del 900 (1932) marcó la renovación del género, al que aportó una complejidad poética sin precedentes; la Milonga sentimental, poco posterior, fue grabada por Carlos Gardel. Más tarde realizaría la letra de "Malena", uno de sus tangos más famosos. En 1948 fue electo presidente de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores, S.A.D.A.I.C. Ese mismo año dirigió Pobre mi madre querida, sobre guión propio. En 1950 repitió con El último payador. Para ese entonces, sin embargo, se encontraba ya gravemente enfermo de cáncer. Seguía escribiendo, colaborando sobre todo con Aníbal Troilo, para quien escribiera la letra de "Sur". Poco antes de su muerte compuso dos milongas —Milonga a Perón y Milonga a Evita— para Hugo del Carril. El 3 de mayo de 1951 falleció en Buenos Aires.
Intérprete: La Chicana (De "Ayer era hoy y mañana)
Paredes demenciales envoltorios tatuados en la piel migas de ruidos abandonadas a su suerte. Las palabras corren con sus vidas prestadas entre los restos del café. Siempre llueve sobre las pupilas.
Gorriones
- Ese pájaro sin saber donde muere habita todo el mundo - El hombre habló doblándose en los restos de la feria apoderándose de la resaca a cuestas sus harapos. - Es sabio sus nidos están en no sé dónde y cuando el frío crece difícilmente pierde sus abrigos - El hombre habló doblándose las alas seguramente herido de los golpes abatido gorrión manos abiertas caídas a los lados de la suerte.
Roberto Bianchi Uruguay – 1940
Extraído de la revista digital “Sensibles del Sur” Marzo 2003 – Nº 168
Nació en Montevideo (Uruguay) el 30 de marzo de 1940 y se debió radicar en Buenos Aires (Argentina) desde 1973 a 1995. A partir de enero de 1996 retorna a su país para quedarse. Junto a poetas, músicos y trovadores ha realizado recitales en Montevideo, (Uruguay); Buenos Aires, Rosario (Argentina); Jaguarão, Pelotas, Porto Alegre, São Paulo y Brasilia (Brasil),en La Habana (Cuba), en DF, México (México) y en Chiclayo, Lima, Perú Premio publicación en El primer siglo, muestra poética de la Municipalidad de Ceres, Santa Fe, Argentina. Primer premio del concurso literario del Circulo Médico de Quilmes, durante los años '91 y '92. Primer premio publicación de la editorial Nubla de Buenos Aires, con su libro Lugar en marcha. Entre sus títulos editados más importantes, se encuentran: Bordes (poemas 1992), Lugar en Marcha (poemas 1993), abro montevideo (antología poética, Ediciones Poramor, Colección Sur, La Habana, 1993), Esto es Cuba (poesía-ensayo, 1995), montevide-o-dios (poemas, editorial Graffiti,1997) y Los amores son arcos formidables (poesía bilingüe español-portugués, 1999.) Se desempeña como editor y es director, conjuntamente con su colega, la poeta y editora Nina Reis (Brasilia), de aBrace, movimiento coordinador para la edición, publicación, promoción y distribución de obras culturales.
"Si no hay para ti un lugar en el mundo, yo te llevare en mis ojos" (Anónimo árabe)
Cuanta materia de realidad futura -me dije- habrá en los ojos de esta niña
que no pude ver bien, parada en la arena del desierto o parada en el fondo naranja de la pantalla de CNN en español al borde de la carretera que sube desde Az Zubayr a Basora, o que baja a los infiernos de Bagdad, que ahora es un infierno, y hago aquí unos puntos suspensivos porque una vez hubo jardines en Bagdad y esta niña parada entre mujeres vestidas de negro tiene la edad de aquellos jardines y ve pasar tropas camino de Bagdad como si viera por primera vez otro mundo,ya que es el otro mundo el que ahora está pasando frente a ella parada en el resplandor dorado de las arenas de este día de la primavera boreal, mientras voy al mapa del diario de hoy : 23 de Marzo de 2003 para fijar exactamente, con precisión poética y felina el sitio exacto en que la ampara la sombra de mi dedo que ya sabe que una vez en Bagdad hubo jardines verdes y dorados y leones de mosaico, celestes y dorados, protectores de templos o de tumbas y es imposible vivir en un desierto ignorando que los leones verdaderos son celestes y dorados y esta niña en el camino de Az Zubayr a Basora, guarda en su pupila el ojo de la aguja y ve pasar camellos solamente como quien hiciera de su mirada la otra puerta de la historia.
Los leones son celestes y dorados porque cuando eran celestes y dorados en el mundo real había leones de azafrán y de canela y una niña real no puede vivir en un mundo de leones reales ni con la imágen de ejércitos pasando eternamente por su mirada, porque los leones reales nunca fueron de azafrán o de canela sino celestes y dorados y una niña tiene la mirada de una niña y una niña parada en el desierto es una niña parada en el desierto cuya mirada quiero que se conserve en este poema puesto que si esa mirada hubiese desaparecido antes de este poema nunca hubiese habido leones celestes y dorados y tampoco hubiese visto nunca a esta niña de oro parada en el desierto.
Cuanta materia de realidad -futura como toda realidad- está mirando esta niña -me dije- porque de esos ojos cegados por la luminosidad enemiga que cargan estos carros de guerra, saldrán canciones, novelas o biografías que harán del mundo este mundo y que me gustaría leer otro domingo de mañana y en la paz de mi provincia, -y que sin embargo ignoraré para siempre por una cuestión de edad- pero sabiendo contra todo pronóstico o gnoseología que los leones son celestes y dorados porque son celestes y dorados y no hay poder real que pueda derrotar la ultra realidad que pasa de tal modo en los ojos de esta niña parada en el desierto, entre mujeres de negro de la cabeza a los pies paradas en el desierto, porque la poesía ha sido siempre una niña parada en el desierto y una niña parada en el desierto es suficiente testigo de su mirada.
Miguel Ángel Federik Argentino – 1951
De: “Niña del Desierto y otros poemas” Poeta y ensayista. Nació en Villaguay, Entre Ríos. donde reside. Sus primeros versos son de los inicios de los años 70. Su libro "Una liturgia para Némesis" le valió el Premio "Fray Mocho", el mayor galardón a las letras que anualmente otorga su provincia. Otros poemarios: "La estatura de la sed", "De cuerpo impar" y "Fuegos de bien amar".
Hacían chistes con la muerte, atravesaban el mar en botes de tablas y dormían en el delta sobre las embarcaciones. Aparecían en los noticieros con mujeres de otro planeta y tenían fortuna en los negocios. Murieron de peste en sanatorios refrigerados y preferían callar las infamias: esa fue su única ética, de dudosa estirpe. Una mujer los vio, pero se perdió entre los autos. Estuvieron un tiempo imposible de calcular en los desiertos cercanos y se fueron definitivamente, la mayoría de ellos infectados, con una muerte segura a corto plazo. Se habla banalmente de los bárbaros ahora, pero el misterio de su origen es casi tan grande como el de la religión que profesaban. Tuvieron un dios: a nosotros nos quedan las gaviotas que no muestran decisión en resolver el problema.
ZEN
El maestro vio caer en el polvo sus últimas muelas. "Eran inútiles -se dijo-; con ellas no podía morder ya el freno del olvido. Ahora caerán sombras sobre las colinas de mi infancia. La noche ocupará justamente su lugar. Estoy en mi senda".
El maestro esperó que sus muelas fueran cubiertas por el polvo día tras día. "La noche llega" se dijo, "como una tormenta de tierra."
Entonces vio cuervos descendiendo sobre el camino. Oyó trenes en la aldea cercana. "Todavía me quedan los ojos, los oídos", se dijo con pena. Presa del error, cayó en la noche. "No estoy a gusto: estoy en mi senda.", dijo, antes que lo tragara el final.
Jorge Ricardo Aulicino
Nació en Buenos Aires en 1949. Publicó Vuelo Bajo (1974), la Caída de los cuerpos (1983), Paisaje con Autor (1988) en Ediciones Ultimo Reino; Hombres en un restaurante, Almas en movimiento, La poesía era un bello país (Antología) en Editorial Libros de Tierra Firme entre otros libros.
todas las aguas no son iguales si en el lago de mis lágrimas pudiese nadar un pez almizclado
*
El Viento perfora las rocas de la costa las esculpe con caprichosas formas de erizos
*
¿Qué es un pez? un llavero metalizado y la misma llave que abre la cerradura del mar
*
camino por la costa piso cauríes caracoles pequeños siento mis pies intermitentes ruidos de gaviotas en vuelo
*
respiro bailo huelo la costa me da en la cara el movimiento de aire aleteo de las garzas rosadas
*
caparazones espiralados
caracola turbante mi corazón
*
historia de las escamas peces agujas y caballitos de mar ásperos crueles con el agua
* Lenguaditos
peces planos medallones de plata se sienten un verdadero tesoro que se mueve en el reflejo
*
corrientes marinas doradas
la pluma remera señala el Sur.
*
un collar de anémonas bebés bajo el agua no cesa el movimiento y el pálpito.
*
cualquier extensión de cielo actúa como un imán lo dice la pluma remera lo dicen las turbulencias de aire.
*
la brisa me explicaba en secreto la estructura de las plumas: un mapa suave hueco que ella quería
*
la escama plumar escribe esto y se mueve en las corrientes ascendentes de noviembre.
Fernanda Maciorowski
(Inéditos) (Puerto Madryn, 1982) Licenciada en Letras, bibliotecaria y poeta. Ha publicado La superficie de Medea (Estrella Deliciosa, 2007), Acuarium (plaquette, Estrella Deliciosa, 2009), Conejo (Cartonerita Solar, 2010) y Doma Latina (Infamia Trascendental, 2010). Ha participado de los ciclos: Poesía de mujeres escrita en Patagonia (Trelew), Ciclo de poetas mujeres (Puerto Madryn); ha coordinado el taller de libros artesanales y el I Foro de Escritores Jóvenes de la Patagonia. (XXVII Encuentro de Escritores Patagónicos), ambos en Puerto Madryn. También ha sido incluida en el Proyecto Peces del desierto que reúne a artistas y poetas de la patagonia argentina. Becada por la Fundación Antorchas y por el Fondo Nacional de las Artes para capacitarse como narradora y poeta. Codirige el proyecto editorial artesanal Estrella Deliciosa Ediciones junto a Noelia González.
Era
en esos días
un tan portentoso miedo
una inquietud sin sílabas
que no sabía… no podía…
Después
la palabra “treintamil”
sonó como campana
“treintamil”
Y se sabe, padre,
que cuando algo o alguien se nombra:
nace o se rompe para siempre.
Ahora que el tiempo ha curvado su gesto
escuché a un amigo, padre,
pronunciar
“reaparecidos”
Raúl Feroglio Nació en Las Parejas, Santa Fe, en 1960, donde hoy reside.
Comienza a escribir en la década del 70, y forma parte del grupo de rock local “Fuego Fatuo”.
En 1982 funda, junto a otros escritores, en Rosario, “Barlovento”, revista alternativa, donde publica poesía y artículos periodísticos.
En 1986 publica en Rosario, en la revista “La Lombriz”.
En 1989, 90 y 91 organiza en Las Parejas, los “Encuentros de Poetas”, experiencias colectivas de creación y difusión de la poesía, con participación de escritores de diversos puntos del país. Nace allí la Cooperativa Editorial “No Muerden”, que logra editar 10 libros de poetas inéditos de Rosario y su zona.
En 1989 realiza, junto a Pablo Gavazza, la obra poético musical “Hay historia”, para difundir la historia de la ciudad de Las Parejas.
En 1990 publica el poemario “Del pájaro y la Lágrima”, en Ediciones No Muerden. Rosario.
Desde 1985 conduce, junto a Pedro Robledo y Sergio Carlachiani, “A mi gente”, programa radial semanal de cultura y música popular latinoamericana, experiencia que se desarrolla en FM Las Parejas, hasta 2001.
Su blog: http://poesiadelinteriorargentina.blogspot.com
Obra: Perros - Adriana Bonanni artista plástica quilmeña
Acostumbro a recoger para ellos nomeolvides, pequeñas flores de octubre que se prenden a la solapa como abrojos. En la piedra no hay nada que las sujete: ni el pocillo con agua donde las sumerjo, y que de ordinario se seca tras mis pasos.
Tal vez sea mejor así: que duren el instante de llevarlas, apenas la decisión de ponerlas junto a unos nombres que sólo yo deletreo hasta el final. Sí, tal vez lo importante sea sólo eso: que mantenga la promesa de llenar los vasos y no derramar el agua.
Artes
Primero, el arte de ser derrotado; luego, el arte de conversar a solas; más tarde, la serena indiferencia; por último, el arte de no ver nada aún viéndolo todo.
Cuánto tuvo que aprender esta cabeza para ser calva, enteramente calva -por dentro y por fuera-, en el camino de una nube que se aproxima despacio.
Rafael Felipe Oteriño Argentino – 1945 Poemas Inéditos. Extraídos de Cuadernos Orquestados Colección de Poesía. www.abacq.org
Nació en La Plata y vive en Mar del Palta. Obra poética: “Altas lluvias”, 1966; “Campo visual”, 1976; “rara materia”, 1980; “El príncipe de la fiesta”, 1983; “El invierno lúcido”, 1987; “La colina”, 1992; “Lengua madre”, 1995; “Antología poética”, 1997; “El orden de las olas”, 2000; “Cármenes”, 2003; “Ágora”, 2005.
Hay una linea de Verlaine que no volveré a recordar. Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos, hay un espejo que me ha visto por última vez, hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos) hay alguno que ya nunca abriré. Este verano cumpliré cincuenta años; la muerte me desgasta, incesante.
Ajedrez
I
En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Jorge Luis Borges Argentino (1899 – 1986)
Nació en Buenos Aires. Obra poética: “Fervor de Buenos Aires”, 1923; “Luna de enfrente”, 1925; “Cuaderno San Martín”, 1929; “El hacedor”, 1960; “El otro, el mismo”, 1964; “Para las seis cuerdas”, 1965; “Elogio de la sombra”, 1969; “El oro de los tigres”, 1972; “Obras completas”, 1974; “La rosa profunda”, 1975; “La moneda de hierro”, 1976; “Historia de la noche”, 1977; “La cifra”, 1981; “Los conjurados”, 1985. Murió en Suiza en 1986.
Cuando mi pensamiento va hacia ti se perfuma. Tu mirar es tan dulce que se torna profundo. Bajo tus pies desnudos aún hay blancor de espuma, y en tus labios compendias la alegría del mundo.
El amor pasajero tiene el encanto breve y ofrece un igual término para el gozo y la pena. Hace una hora que un nombre grabé sobre la nieve. Hace un minuto dije mi amor sobre la arena.
Las hojas amarillas caen en la alameda, en donde vagan tantas parejas amorosas. Y en la copa de otoño un vago vino queda en que han de deshojarse, Primavera, tus rosas.
Rubén Darío Nicaragua (1867 – 1916) Félix Rubén García Sarmiento conocido como Rubén Darío, nació el 18 de enero de 1867 en Metapa hoy Ciudad Darío (Nicaragua). Poeta, periodista y diplomático nicaragüense, considerado el fundador del modernismo. Público su primer gran libro 'Azul' en 1888 (revisado en 1890), libro que llamó la atención de la crítica. A este libro debe que sea considerado como el creador del modernismo; Otras obras famosas de Rubén Darío son Prosas Profanas y Otros Poemas (1892), Los raros (1896), y Cantos de Vida y Esperanza (1905)
Canta: Pablo Milanés En CD “Canciones del Buen Amor” 2001 – Unicornio. La Habana – Cuba.
Eres preferentemente monstruosa en tu silencio. Ya lo sé; preferible a razonar Sin otro son que el ton: de vientre para afuera, de boca para afuera, de corazón para afuera. Pero me muerde el tiempo con que allá te abanicas; armado de una pluma, entre el cachorro y la pared, desnudo hago como que juego a desangrarme cuando, entre broma y broma, me desangro. Como en la infancia pero aún más cruel que la persecución de todos contra uno o el castigo por llorar en horas de clase, este silencio, este silencio monstruoso de alguien que te hizo entrar, acariciándote, a su pequeño circo propio. Romano.
Enrique Lihn Chile (1929 – 1988)
Es uno de los poetas latinoamericanos más significativos de su generación, aunque no sólo escribió poesía sino también cuentos (su incursión más destacada en el género fue Agua de arroz, de 1964), novelas (Batman en Chile, 1971; La orquesta de cristal, 1976 y El arte de la palabra, 1981), y publicó dibujos, ensayos y críticas.
Nada se escurre (1950) y Poemas de este tiempo y de otro (1955) son sus primeros libros de poesía, en los que Lihn demuestra plenamente un enorme talento, aunque quizás sólo es en 1963, con la publicación de La pieza oscura, cuando su propuesta se emancipa de la influencia de la poesía de Pablo Neruda y Nicanor Parra.
Obtuvo premios importantes, como el Casa de las Américas (1966) y la beca Guggenheim (1978). Murió tempranamente, en 1988. En 1989, Adriana Valdés y Pedro Lastra compilaron su Diario de muerte. La influencia de Lihn en las posteriores generaciones de poetas chilenos es enorme aunque todavía no ha sido debidamente dimensionada. Bibliografía: Nada se escurre (1950); Poemas de este tiempo y de otro (1955); La pieza oscura (1963); Poesía de paso (1966); Escrito en Cuba (1969); La musiquilla de las pobres esferas (1969); La orquesta de cristal (1976); París, situación irregular (1977); A partir de Manhattan (1979); El arte de la palabra (1981); Estación de los desamparados (1982); Al bello aparecer de este lucero (1983); El paseo Ahumada (1983); Diario de muerte (1989).
Vestido del abismo... Vestido del abismo, desprendes de tu paso al ser nombrado tu brillo más oscuro. Ebrio, más que ese fondo. Terso, más que la noche en que me envuelves. Oh Tenebroso, oh Tremendo, allí te escondes. Cuando despiertas nada queda.
Y yo estoy entre mi sueño y tu despertar. Voy de mi aliento a tu párpado, estoy en juego -como las cosas otras que aniquilas cuando abres los ojos.
De "El vino de las cosas" Ediciones Era 2004
Amor el más oscuro I
Aquí comienzo a amarte, en estos muros clarísimos, en esta ciudad cálida al tiempo de las lluvias. (¿Dónde estás ahora, esta primavera tarde que pienso en ti? ¿Dónde estás, ignorándolo todo?) Aquí te descubro inalcanzable y triste. Dime qué pasos te trajeron a estas tierras, cómo abandonaste tu gracia de elegido, tu ministerio de humildad; qué suplicios te agobian desde entonces que violentan tu rostro y vierten en tu voz la nostalgia y la ira. Dime en qué forma eres vulnerable o ganas la lucidez en un momento. Qué caminos dejaste, qué expiación te vence y te despoja, qué caminos seguiste para llegar aquí, desconocido y hermoso, donde yo te amo.
De "Poemas escogidos"1965-1999 Colección Poemas y Ensayos - Universidad Autónoma de México
Elsa Cross México - 1946
Es poeta, traductora literaria y ensayista, Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente es catedrática de la misma Facultad de Filosofía y Letras. En 1990, recibió el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por "El diván de Antar"; en 1992 recibió el Premio Nacional de Poesía 'Jaime Sabines'. En 1996 recibió el homenaje Espejo al Sol Treinta años de Poesía en La Casa del Poeta. En el 2007 ganó la quinta edición del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines/Gatien Lapointe, que organizan instituciones de México y Canadá. Además, se hizo acreedora en el 2008 del Premio Xavier Villaurrutia, uno de los máximos galardones literarios de MéxicoAlgunos de sus libros de poesía editados: Naxos, (1966); Amor el más oscuro (1969); Peach Melba, Sierra Madre, Serie: Poesía en el mundo, (1970); La dama de la torre, con el título La canción de Arnaut, Joaquín Mortiz, México, (premio de poesía en el concurso nacional de la juventud 1971, 1972), (1972); Tres poemas (Colección Cuadernos de poesía), UNAM, (1981); Espejo al sol (poemas 1964-1981), Secretaría de Educación Pública, (1989); Poemas de la India, UNAM, (1993); Poemas escogidos 1965-1999, UNAM, (2000); El vino de las cosas: ditirambos, Conaculta, México, (2004)