Estación Quilmes

  Estela Figueroa

7 de mayo de 2011



Mujer


Con la menopausia engordó
y en camisón parece una matrona.
Sentada en la cama
después de la siesta
le gusta recordar.
Viejos amores
viejas lecturas.
Vive de eso
ahora que los amantes se han ido
y los libros nuevos le niegan el paso.

Recuerda consciente de que algo olvida.
“Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar”
- se dice -
O algún hermoso muchacho de veinte años
allá por los años 70
70 y tantos…
- se dice –
temblando por las pérdidas
la mujer sola que parece una matrona.


Estela Figueroa
Argentina – 1946
De: “La forastera”
Ed. Recovecos – 2007

Nacida en 1946 en Santa Fe, ciudad donde reside, ha publicado los libros de poemas “Máscaras sueltas” (1986, traducido al italiano) y “A capella” (1991). “La forastera

  Raquel Adet

5 de mayo de 2011




Cisne o maravillla

A Silvia Battistuzzi


Vengo
desde la sed
desnuda
agua desconocida en las entrañas.
Cisne desgajado
a la deriva
con la boca granada injustamente abierta
muda
apoyada al pelaje
cauteloso hombro del diluvio.
Evitando por ansia
la mueca de morirme
desdichada en la rabia de tantos funerales.
Vengo
de dormir la ciudad quebrada
donde faltan uñas
está encendida tu caricia
acentuando
hermoso lo lejano,
hospedada al recorrido
entrelazada
al abrazo de perderte
segura
que las marcas eran llamas.



Viene de la palabra pan

a Pani Adet


llama de pan tiene ojos crecidos
desde el vientre
madre canto, de toda orfandad
corazón
despedazado de ternura.
No necesita mas adornos
que las manos extendidas de los solos
hacia su generosidad.
En las suyas
el ornamento es testimonio de justicia

Pelo coherente
Colorado
madera estremecida para el sueño.

Le sobran perros
que saltan al sendero
reconociendo asilo.
Es furia de cerezo
multiplicada mirando al fondo
huele a sol
sentimientos ajenos.
Honrada
busca
¿dónde andarán sus muertos?
Inclinada
siempre.
Es la canción de la espina metida en la garganta
alta su mirada
silenciando todo el cementerio.



Raquel Adet
De "Las bestias del arco iris"



Nació en Salta, el 9 de diciembre de 1957. Desde el año 1980 sus poemas son publicados en diarios y revistas de Salta.

  Marcelo Marcolin

3 de mayo de 2011




Mientras la lluvia lo dice

“Si tu forma de lluvia me mojara”
Roberto Santoro


Todo lo arrastra esta maldita lluvia
lluvia sin color sobre el horizonte y los pecados.
Todo lo lleva y todo lo trae
mensajes de aquel lado del día que viaja sobre los pies
y se queda con todo mi equipaje.
Mirá la pieza del hombre rojo / la secreta estadía del recuerdo
se aferra en sus paredes de tiempo sin forma
y ahí están las supremas cosas que resisten a las tempestades / a los olvidos / las traiciones
y allá, de aquel lado
mi cajita / mi cajita con fotos / estampas/ con la moneda de Canadá / un diente /
con siete semillas de manzana envueltas en papel celeste para la suerte,
cajita cargada de viento que en las mejores siestas
bailó de marihuana por el barrio
y todos decíamos revolución / Guevara / revolución
y todos fuimos declarados inmortales en las leyendas / las secuencias
en los bolsillos de la memoria.
Lluvia alguna vez dije / habitaciones en secreto de aquel otoño en Budapest
y tus ojos guatemaltecos hablando de la lluvia / de la deliciosa humedad
que brota de tu cuerpo / de tu cuerpo en estado de espuma celestial /
y ojos guatemaltecos / espuma negra penetrando sigilosa como fantasmas
en una noche de Budapest y nuestras manos necesitando regresar al sitio imperfecto
que nunca estuvimos / para otra vez partir / partir digo sobre la tarde
y los ojos guatemaltecos / partir de Budapest y la cajita
volver pienso / muchas veces lo pienso
pero han dado vuelta este mapa y las rutas
toman el otro rumbo y yo sigo esperando / casi solo y perdido /
aquel estrepitoso ómnibus azul parado frente a una shell
y Susi / Susi la de las caderas soñadas dice yoin / yoin / se quita sus ropas
me muestra su cuerpo en la tarde vagabunda y alucinada
mientras leemos a Castaneda en un departamento satisfecho y desolado de sábado de abril
yoin / yoin / y esas marcadas grietas de furia en mi cuerpo
y este cansancio que hace que pierda el sombrero y gire en la esquina
como buscando el esquivo sonido de los pájaros en tus pechos de luz.
Entonces abro la puerta y enfrento a los malvones y las hortensias /
dejo mi valija en el costado de la vida / percibo el aroma a cedrón
y le sugiero un té a mi abuela Josefina / ella asiente
con sus ojos atravesando la eternidad.
Ha dejado de llover en este barrio, así, así lo dice la lluvia.



Marcelo Marcolin
Fue miembro de la llamada Generación Subterránea argentina; editor y parte de diferentes publicaciones, entre ellas: Artemisa, Antimitomanía, El ojo de la Ballena, Río de la Plata. Colaborador en medios gráficos y radiales como columnista. Premio Zargazazú 1986. Ha editado: La coronación del príncipe mudo, Matecocido, La primera letra, Angeles clandestinos, Siestas de Wincofón y Otros elefantes de regreso a la constelación de Orión.

Audio: IV Festival Internacional de Poesía, en la Feria del Libro.

  Joseph Brodsky

2 de mayo de 2011




Centauros IV

El paisaje en forma de empeine, la sombra de una bota,
sin nada que se mueva.
El número de serie del siglo se equipara al canto del gallo.
Al atardecer, mutantes moteados acuden desde campos
lejanos mugiendo,
un grueso tropel de unicornios.
Sólo las estaciones del año parecen conocer cómo
aprovechar un consejo.
Persiguiendo el resbaladizo jabón, un ama de casa
derrama una lágrima
sobre el fracaso de su marido por coger la empuñadura
de su espada que se transforma en la reja de un arado.
Sin embargo, una acuarela enmarcada representa una
tormenta;
en una novela, la segunda letra es la viva imagen nuestra.
Cerca del cine los jóvenes callejean
como envases de esperma helado fuertemente tapados con
corchos.
El cielo vespertino ofrece poco para la esperanza, y aún
menos para
la acción. Y sólo un veterano de guerra puede aún recordar
el término
extranjero de una trinchera donde una estrella
ha caído al escapar del telescopio.




Joseph Brodsky
Rusia (1940 – 1995)

Poeta ruso-estadounidense, que nació en Leningrado y falleció en Nueva York.
De su trabajo inicial cabe destacar los libros Versos y poemas (1965) y Parada en el desierto (1970), que aparecieron publicados por primera vez en Nueva York. Se vio obligado a emigrar de Rusia en 1972. Tras una corta temporada en Europa, se trasladó a Estados Unidos, cuya ciudadanía adquirió en 1977. Su conocimiento de la poesía inglesa, y su enraizado sentido del aislamiento y la melancolía, le llevaron a cultivar una poesía de meditación nocturna, como el largo poema Elegy to John Donne (1967). Otras de sus obras: “El fin de la bella época” (1976); “Parte de la oración” (1977); “En Inglaterra” (1977); “Nuevas estancias a Augusta” (1983); “Urania” (1987) y “Paisaje con inundación” (1996). Su poética, obsesionada con las contradicciones entre el espacio, el tiempo y los sentidos, es una de las más relevantes del siglo XX, y le hizo merecedor del premio Nobel de Literatura en 1987.

Obra: Centauro con Eros sobre su lomo - Museo del Louvre.

  Bertolt Brecht

30 de abril de 2011




Meditaciones sobre la duración del exilio

1

No pongas ningún clavo en la pared,
tira sobre una silla tu chaqueta.
¿Vale la pena preocuparse para cuatro días?
Mañana volverás.

No te molestes en regar el arbolito.
¿Para qué vas a plantar otro árbol?
Antes de que llegue a la altura de un escalón
alegre partirás de aquí.

Cálate el gorro si te cruzas con gente.
¿Para qué hojear una gramática extranjera?
La noticia que te llame a tu casa
vendrá escrita en idioma conocido.

Del mismo modo que la cal cae de las vigas
(no te esfuerces por impedirlo),
caerá también a alambrada de la violencia
erigida en la frontera
contra la justicia.


2

Mira ese clavo que pusiste en la pared.
¿Cuándo crees que volverás?
¿Tú quieres saber lo que crees tú en el fondo?
Día a día
trabajas por la liberación,
escribes sentado en tu cuarto.
¿Quieres saber lo que piensas de tu trabajo?
Mira el pequeño castaño en el rincón del patio
al que un día llevaste una jarra de agua.




Bertolt Brecht
Alemania (1898 – 1956)

Trad. José Fernández de Lizana

Amante de la música y la literatura, desde muy niño comenzó a escribir, principalmente poesía y canciones. En 1918 acude a combatir en la Primera Guerra Mundial.
De ideología marxista, tuvo que exiliarse ante el ascenso de los nazis, residiendo en Dinamarca, Finlandia y Rusia hasta que se instaló en los Estados Unidos.
Intentó trabajar como guionista en Hollywood, pero sus revolucionarias ideas no encontraron eco entre los dirigentes de los estudios cinematográficos.
Además de su frustración como artista, fue investigado por sus actividades antiamericanas, lo que le determinó a abandonar el país norteamericano para irse a residir en Suiza. En 1947 volvió a Alemania y dos años después creó su propia compañía teatral, llamada Berliner Ensemble.
Sus títulos más populares, en su mayoría con fuerte acento político y social, son "Tambores En La Noche (Trommeln in der nacht) " (1922), "La Ópera De Cuatro Cuartos (Die Dreigroschenoper)" (1928), musicada por Kurt Weill, "Galileo (Leben des Galilei)" (1938-1939), "Madre Coraje (Mutter Courage und ihre kinder)" (1941), "La Buena Persona De Sezuan (Der gute mench von Sezuan)" (1940) o "La Inevitable Ascension De Arturo Ui (Der aufhaltsame aufsteig des Arturo Ui)" (1942).
Falleció el 14 de agosto de 1956 en la zona comunista de Berlín a causa de una trombosis. Tenía 58 años.

  Félix Grande

28 de abril de 2011




"Ética inútil"


Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
ingenuamente por el mundo
conservando como recuerdo
lo que era destrucción subterránea, ruina.

Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado
y sólo sentirás asombro
-el anticipo de las maldiciones.
Si una taberna fue, habrá cambiado
de dueño o de clientes
y tu rincón se habrá ocupado
con intrusos fantasmagóricos
que con su ajeneidad, te empujan a la calle, al vacío.
Si fue un barrio, hallarás
entre los cambios del urbano progreso
tu cadáver diseminado.

No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan sólo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.

Mas sabes que la dicha es como un criminal
que seduce a su victima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabes que volverás, que te hallas condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabes que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si has de ser leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como girase un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...



Félix Grande
España – 1937

En: "Poesía Completa de Félix Grande (1958-1984)" Ed. l Anthropos.

Poeta, narrador y ensayista. Se le considera uno de los más destacados autores de la generación nacida durante la Guerra Civil y uno de los mejores poetas vivos españoles.
Trabajó en diversos oficios hasta que en 1961 entra a formar parte de la revista cultural Cuadernos Hispanoamericanos, en donde trabajará 35 años, 13 de ellos como director.
Libros publicados de Poesia: “Las Piedras”, 1963 – Premio Adonais; “Música amenazada”, 1966 – Premio Guipúzcoa; “Blanco Spirituals”, 1967 – Premio Casa de las Américas; “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, 1971; “Biografía”, 1971; “Años”, 1975; “En secreto”, 1978; “Las rubáiyátas de Horacio Martín”, 1978 – Premio Nacional de Literatura; “La noria”, 1986; etc.

Foto extraída de: elartedevivirelflamenco.com

  Jorge Ariel Madrazo

26 de abril de 2011



Imagine un ratón australiano, furia infinita


Imagine un ratón australiano, furia infinita
de ésa su cópula, frenético jadeo coital (horas y horas roba
virginidades a cuanta rata atine) imagine su
                                       espasmo último, muerto de tal amor, patitas hacia
arriba, desollado por avispas o -¿mejor?-
sea la bordada la bordó deidad
coralina, la que espermatiza océanos desde el trópico al
polo y óvulos y esperma por millones lanza -multicolores
sputniks- y: llévalos de aquiallá el huracán marino (hasta
que un par de ellos -por milagro- logra instaurar los ópalos
de la fecundación)
Muy diverso a ese equidna todo púas, pueril globo lunar

cuyo

pico un buril será (seductor): mamífero ovíparo,

equidna-bebé

que del huevo insurge traslúcido, baboseando materno
pezón: adúltase allí el terco, rosáceo mamador:
nada similar en poético ardor a la mosca tsé-tsé cuando
gusana (jamás crisálida, pues su progenitora, exhausta,
trasvásale al nacer litros de sangre sorbidos al
                                                                          buey
por lo cual: nace ya mosca, sin más, horripilosa
                          drácula del Africa)
¿y qué decir de la madre camaleona, verde de ancestral
hastío,
forzando los goteantes hijos desde el vientre, sobre
hojas-cuencos plenas de rocío, para masnunca saber
después de ellos? Y
ni hablar de la insensata ñú: eso de alumbrar al
vástago de pie, útero en lo alto, y
tropiézase él sin acertar un paso hasta que
finalmente repte a gatas, diagonal, expuesto
al depredador que antójele cebarse.
Las jibias, en cambio (las de Montale) adhieren
una a otra, vibrátiles ventosas, y surcan sus espermios la
íntima frontera.
Líricamente ámanse, procrean.

Así los animales
             su sabio frenesí
Sólo el humano ama
y el planeta le estalla en la cabeza.



Jorge Ariel Madrazo



Nació en Buenos Aires en el año 1931.