29 de mayo de 2011
La amante negra de Mao Tse Tung
“Al principio yo dudaba porque era negra”
Jack Kerouac
La amante de Mao Tse Tung era negra.
Había llegado de lejos / tan lejos como el deseo de Mao.
Dos veces al año bajaba del silencio hasta Pekín.
Era negra / tan negra como esos agujeros secretos. Era negra y el pelo rojo
tan de acuerdo al régimen precoz y a los blasones que adornaban
el cuarto de Mao Tse Tung.
Ella untaba su cuerpo con óleos mágicos enviados desde la India. Olores
extremos / sabrosos / carnales. En ese instante
el brillo iluminaba los cielos y las estrellas / desterraba los males
y encendía las furias más intensamente guardadas en la inmensidad del apetito.
Cuando el viento aullaba entre las columnas / Lin Biao convocaba a la amante
a penetrar en los bosques amables de una habitación casi en las sombras
sombras humeantes de intrigas y aromas. Ella / cual hechicera / hurgaba sigilosa
los silencios envueltos en una bandera roja.
Mao la esperaba al borde de una gran cama dorada
/ entonces comenzaba su tarea. Suave y delicadamente decía en el oído de Mao:
Zedong / Zedong. Y le otorgaba al líder la bondad y la delicia.
Fraseaba en su cuerpo los acordes sublimes de una melodía
llegada desde un horizonte en llamas. Ella entendía los buenos secretos
del amor y sus laberintos / del himen esparcido en la angustia
de una guerra sin final / del dolor de ser el oculto placer de la revolución.
La amante negra de Mao viajaba por las geografías y pensamientos de un Mao
destronado / perpetrado / condenado.
Ella repetía: Zedong / Zedong. El callaba y gemía. Abría sus ojos al espacio
y destinaba babas al destino. Mientras ese cántaro de ébano y carne encendido
alzaba ecos de lenguas sobre lenguas
y los espíritus del placer
se esparcían por las ventanas de una ciudad
que siempre estaba dormida en sus propios prismas.
Y otra vez / la mujer sobre las muecas del líder / y otra vez: Zedong / Zedong
y la lluvia llevándose los rituales de un dragón arrojado en los roperos
de una revolución que sigue agitándose más allá de la ventisca.
Zedong / Zedong y el penúltimo sabor de una amante negra
preparando la secuencia del beso inesperado entre los arcos de la muerte.
La amante de Mao Tse Tung era negra y una tarde de tan poco sol
partió tan lejos / tan lejos como parten el adiós o la soledad /
los suicidas de rojo / los pájaros de plumas de fuego y algunas revoluciones.
Marcelo Marcolin
Buenos Aires (1957)
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